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martes, 13 de septiembre de 2011

ENSEÑANZA DE LA ODONTOLOGÍA

LAS  MISIONES DE LA  UNIVERSIDAD

" Asegurar la cultura y educación general "

Definiendo a la cultura como " el sistema vital de las ideas en cada tiempo ", Ortega y Gasset le imponía a la universidad como función primordial, a parte de la enseñanza de las profesiones y la investigación científica, "la plena transmisión del saber acumulado". Al mismo tiempo, consideraba una verdadera atrocidad, el desplazamiento que la investigación le ha infligido a la cultura, calificando de "nuevo bárbaro", al profesional, retrasado con respecto a su época, más sabio que nunca, pero tambien mas inculto.
No cabe duda que la Universidad, desde la edad media hasta la sociedad industrial, es considerada generalmente una torre de marfil distanciada de su entorno; un depósito de conocimientos que , aunque respetados, no logra convertirse en un centro intelectual comprometido, en un planificador político por excelencia, en un paladín de las innovaciones sociales.
Resulta altamente contradictorio, pensar que una institución como la Universidad, que debiera fomentar la unidad intelectual del género humano; que debiera inducir al mundo moderno a una cosmovisión homogénea, estable y positiva, se convierta sin embargo en una fuente de inseguridad e incertidumbre, en una promotora de la disociación, en la abanderada de la anarquía intelectual.  Y ello no es más que una consecuencia de la explosión científica, que promoviendo la fragmentación del conocimiento, mantiene abierta la brecha entre el ritmo de su expansión y la posibilidad de su asimilación.
Los innumerables diccionarios con decenas de miles de términos técnicos especiales; la publicación de más de 60 millones de libros científicos desde 1450 hasta la década de 1980, duplicando su número cada 20 años; la producción de 100.000 periódicos anuales en 60 idiomas, cifra que se duplica cada 15 años, etc., constituye una verdadera avalancha de informaciones, descubrimientos e ideas, que descolocan al hombre e impulsan a los estudiosos a optar entre convertirse en superespecialistas o en generadores superficiales.
Lo lamentable, es que pocos se preocupan en analizar y proponer caminos alternativos de solución, y la mayoría de los egresados de las altas casas de estudios, se conforman en ingresar, aunque cada vez con mayores dificultades, a la élite social institucionalizada que aquellas promueven, pero que por su formación acotada, no logran constituir la pirámide de talento social cuya ancha base, pueda sustentar eficázmente al vértice conductor y creativo de nuestras incipientes democracias.
Es cierto que el avance científico y tecnológico permite producir mas bienes y servicios con un menor esfuerzo humano, pero tambien es cierto que el obrero, el técnico, el profesional, necesitan mayores aptitudes y preparación para competir en el mercado laboral y para ascender en la escala de estima social. Ya no resulta suficiente, que los profesores tan solo conozcan por experiencia las aptitudes y actividades requeridas para tener éxito en la profesión y que ellos mismos sean personas de éxito.
Una educación general, debe presidir la formación de los profesionales, desde la escuela secundaria hasta el posgrado universitario, y de la misma manera, debe ofrecer dichas alternativas a los ciudadanos, que sin pretender la obtención de títulos tradicionales, desean mejorarse intelectualmente o prepararse para los nuevos retos a que los convoca un mundo en constante evolución.

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