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martes, 16 de agosto de 2022

CONTROLES DE FUENTES EN EL CONSULTORIO ODONTOLÓGICO


 En numerosas entradas anteriores, nos hemos ocupado de la seguridad del odontólogo en el ámbito en que desempeña su función, y entre las numerosas causas que atentan contra su salud, hemos señalado la contaminación ambiental como una de las principales.
Entre las fuentes emisoras de partículas y microorganismos, la turbina dental, el limpiador untrasónico y en ocasiones los aparatos para desgaste y pulido, son los causantes de dicha contaminación.
Demás está decir, que el profesional hecha mano a todos los procedimientos  que tienden a prevenir la contaminación, tales como la esterilización del instrumental, la desinfección de las superficies de su equipamiento y mobiliario (fomites), la antisepsia de los tejidos sobre los que debe operar, y la descontaminación y disposición final de los resíduos patológicos.
También son importantes las barreras microbianas como los guantes, el barbijo, las gafas, y toda la vestimenta quirúrgica que requiere para su protección y la del paciente.
El uso de las turbinas dentales, representa sin embargo un escollo en las medidas de prevención, ya que si bien, a través de los mecanismos habituales de aspiración puede eliminarse gran parte del líquido refrigerante mezclado con los humores orgánicos (saliva, sangre, pus, y polvo), la producción de aerosoles que se esparcen en el ambiente de trabajo, y su permanencia durante la intervención, puede en ocasiones vulnerar gran parte de las barreras paciéntemente instaladas, más si se tiene en cuenta que dichos aerosoles pueden permanecer en el ambiente aún luego de finalizada la tarea diaria del profesional, con su carga microbiana y de polvo intacta cuando el profesional ya se ha librado de las medidas de prevención.
Por dicha razón, resulta imprescindible que el control de la fuente contaminante debe constituirse en una constante preocupación de la ciencia y de la tecnología industrial a los efectos de proveer los insumos y mecanismos que tiendan a minimizarla.
En una reciente publicación del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional ( NIOSH ), dependiente de los CDC  de USA,
( E News, Vol. 20 N° 1, Mayo 2022 ), se hace un llamado de atención sobre la producción de aerosoles en el consultorio dental, y la probable letalidad de los mismos, y se analizan algunas medidas para su control.
El aerosol generado por las turbinas, limpiadores ultrasónicos y elementos de desgaste dentro de la cavidad bucal, emite cerca de 1000 unidades formadoras de colonias bacterianas y una importante cantidad de polvo inhalante. Al respecto, se ha reportado que tanto los microorganismos como el polvo se esparcen en su mayor concentración hasta 0,60 cm. de la fuente emisora, y en menor proporción hasta 1.80 m. de la misma.
Los microorganismos y polvo generados por los implementos mencionados, pueden permanecer en el aire por 24 hs ( Western Dental Education Center, 1987 )
No caben dudas que la transmisión de enfermedades infecciosas del paciente al odontólogo resulta áltamente posible a través de los aerosoles, y que el polvo proveniente de tallados, puede afectar el aparato respiratorio provocando neumoconiosis y fibrosis pulmonar.
Los ojos también pueden ser afectados tanto física como fisiológicamente.
Para tener una idea de las posibilidades de afectación por el polvo puro o incorporado a los aerosoles, basta mencionar que en una planta industrial, provista de los mecanismos básicos de aspiración, se pudo constatar que alrededor del 90 % de los obreros sufrieron algún tipo de enfermedad respiratoria leve o grave.
Por todo lo expuesto, resulta indispensable el control de las fuentes emisoras en el consultorio dental, comenzando por la aspiración eficiente a nivel de la cavidad bucal, en lo posible con evacuadores de alto volúmen, complementando dicha tecnología con la instalación de sistemas de extracción de aire y polvos, tales como los simples extractores o turbinas centrífugas de pared, y en los casos de clínicas múltiples, recurrir a los equipos separadores centrífugos o a los precipitadores electrostáticos.
Sin duda la odontología es una de las profesiones más expuestas a los riesgos del trabajo, y todo resulta poco como medida de prevención para evitarlos o minimizarlos.


jueves, 4 de agosto de 2022

LA NANOTECNOLOGIA Y LA HIGIENE BUCODENTAL


 Los avances científicos de los últimos tiempos, nos demuestran que hoy en día todo es posible, en virtud de la investigación tecnológica que tiende a infiltrarse en los aspectos más recónditos de la sociedad y de nuestras propias vidas.

No podía ser una excepción el área de las ciencias de la salud, y en dicho espectro, la odontología ha experimentado un avance científico-tecnológico sin precedentes a partir de las primeras décadas del siglo XX

Son varias las revoluciones que impactaron en la práctica odontológica, tanto en lo atinente a la farmacología, la anestesiología, los materiales y técnicas relacionadas a la recuperación de la salud bucodental, la tecnología dental y la rehabilitación proporcionada por la ortodoncia, la cirugía bucomáxilofacial y la implantología.

Basta  recordar que el clásico "torno dental", a principios del siglo XX era accionado a pedal, y que luego de la incorporación del motor eléctrico, llegó a desarrollar hasta 16.000 revoluciones por minuto con distintos grados de vibración. A principios de la década de 1950, se produce un gran avance que es el accionamiento de una turbina por parte de una corriente de aire presurizado, basado en las investigaciones de Robert Neisen, y llevado a la práctica en la industria por Stockton White, en 1957 con el nombre de airotor Borden, que elevaba la velocidad de la fresa dental a más de 40.000 RpM, pudiendo en algunos instrumentos alcanzar las 100.000. Poco tiempo después, la misma empresa de White, produce la turbina Star Flite, que alcanza las 300.000 RpM. El aire a presión también es empleado a posteriori en la elaboración de aparatos para la limlieza de los dientes,que hasta ese momento se practicaba con instrumentos manuales de raspaje.

Siguiendo los niveles de Leavell y Clark, que apuntan a una esquematización de la historia natural de la enfermedad, podemos también afirmar que la protección de la salud, cuyo pilar básico es la prevención, tambien ha recibido el aporte de la investigación y la tecnología.

Tan sólo en el area del diagnóstico se introdujeron en el mercado odontológico todas las tecnologías basadas en la aplicación de los rayos X, la resonancia magnética y la ultrasonografía. En cuanto a la prevención própiamente dicha, no se produjeron mayores avances fuera del empleo del flúor y las técnicas de cepillado dental.

Vale la pena mencionar que el cepillado dental ya era utilizado desde la más remota antiguedad ( ver publicaciónes de éste Blog del 22/11/2012 y 10/06/2014), aunque con el tiempo se introdujeron modificaciones en las técnicas empleadas. En cuanto al flúor, su introducción en el nivel preventivo de la odontología fué un descubrimiento accidental (serendípity), que comenzó con los estudios de Mc Kay a principios del siglo XX, que observó un cambio de coloración de los dientes en las personas que habitaban las montañas rocallosas del estado de Colorado (USA), debido a la presencia del flúor en el agua, y al que llamó "diente moteado". Recién en la década de 1930, en estudios llevados a cabo por Dean en USA, y Rodolfo Erausquin en la gobernación de La Pampa (Argentina) se descubre que el diente moteado, llamado "veteado" por Eráusquin, coincidía con ausencia de caries en los portadores de dicha patología. A partir de entónces comenzó a utilizarse éste halógeno en la fluoración de las aguas con escaso contenido de flúor, o incorporándolo a las pastas dentales o a medicamentos de uso local o general.

Sin embargo, el cepillado dental en el hogar, o el detartraje manual o a presión de agua en el consultorio dentan constituyen los mecanismos básicos de prevención de la caries y la enfermedad periodontal, pues a pesar de haberse descubierto la etiología microbiana de ambas enfermedades, no se ha logrado encontrar todavía un antimicrobiano único y efectivo para su tratamiento.

En 1959, se produce una nueva revolución industrial que consiste en la manipulación de la materia a nivel atómico o molecular, cuyos principales avances se producen entre 1960 y 1980.

A partir de éstas investigaciones, se crean máquinas que trabajan a nivel molecular ayudando al manejo de materiales cuyo tamaño oscila entre 1 y 100 nanómetros, medida que representa una diez milésima parte del cabello humano.

Esta nueva revolución industrial, se proyecta hacia la obtención de partículas invisibles, microprocesadores rápidos, baterías, placas solares y la biotecnología en general. Las nanopartículas funcionalizadas, comienzan a aplicarse en distintos ámbitos de las ciencias de la salud, y en lo que respecta a la odontología, pueden encontrarse ya ejemplos prácticos en :

*  Nanodiagnóstico.

*  Detección y tratamiento del cáncer.

*  Anestesia sin vasoconstrictores.

*  Nanorobóts.

*  Penetración en los túbulos dentinarios hasta la pulpa dental.

*  Reparación de tejidos dentarios.

*  Ortodoncia.

*  Antibacterianos.

*  Higiene dental.

Precisamente a éste último punto nos referiremos, ya que el avance experimentado en los últimos tiempos en la investigación sobre la aplicación de nanorobóts destinados a la higiene dental, se encuentra en un avanzado estado como para pensar en un pronto traslado a la industria.

En una de sus últimas publicaciones, el Instituto Nacional de Investigación Dental y Cráneofacial (NIDCR). dependiente del Instituto Nacional de Salud (NIH) de USA, ha hecho referencia al tema, considerando áltamente positivos los estudios llevados a cabo en el Penns School de la Universidad de Pensilvania (Filadelfia), a través de su Departamento de Salud Bucal Comunitaria y Odontología Pediátrica, conjúntamente con la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la misma universidad, con apoyo del NIH.

Estas investigaciones preliminares ya fueron publicadas en 2017 en la Revista ACS Nano de la American Chemical Society.

El microenjambre robótico empleado, está constituido por nanopartículas de óxido de hierro que desarrollan una actividad catalítica y magnética, que a su vez pueden activar el peróxido de hidrógeno ( N2H2 ), liberando radicales libres que actúan con efecto antimicrobiano.


A través de un campo magnético, podría dirigirse su movimiento y configuración para formar estructuras similares a cerdas, al estilo de un brazo robótico, que pueden deslizarse por todas las caras de los dientes, aún en los espacios interproximales.

La misma reacción catalítica, impulsa a las nanopartículas a la producción de antimicrobianos que eliminan las bacterias que no pueden ser barridas por las cerdas. De ésta manera se elimina la placa dental, y los rezagos microbianos obteniendo una higiene profunda de las piezas dentarias.


La investigación ha concluido que la acción de las microcerdas no daña las encías, y el basamento de nanopartículas de óxido de hierro ya ha sido aprobado por la FDA para otros usos.

Sin duda estamos cercanos a una innovación tecnológica, cuya aplicación por parte del odontólogo, y tal vez por los propios pacientes, tienda a una efectiva prevención de las enfermedades más prevalentes en la patología bucodental.