jaitt odonto social

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Que una sonrisa feliz sea nuestro mejor premio
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viernes, 15 de junio de 2012

DIA DEL PADRE

Para quienes tienen sus padres a su lado, y para aquellos que los aprisionan en su recuerdo, vaya éste homenaje.

lunes, 11 de junio de 2012

UN POCO DE HISTORIA Y ACTUALIDAD SOBRE LAS OBRAS SOCIALES EN ARGENTINA


Buceando en los antecedentes de la seguridad social, y específicamente en la cobertura de salud de la población, podemos afirmar que una de las primeras experiencias mutualistas, con base en la solidaridad de sus miembros, lo constituyó en 1857 la
" Sociedad Tipográfica Bonaerense ".
Esta organización, como otras que la sucedieron a través de los años, no tenía un efectivo respaldo legal y la afiliación era voluntaria.  Las oleadas inmigratorias que se produjeron a partir de 1860, trajeron desde sus paises de orígen, y especialmente de Europa, la idea de la protección mútua, que se fué arraigando en las distintas comunidades como la española, alemana, italiana, judia, británica, siriolibanesa, francesa etc., que a través de los años llegaron a contar con organizaciones poderosas que pudieron  construir clínicas y hospitales, muchos de ellos vigentes hasta el presente.
Recién a partir de 1880, el proletariado industrial proveniente de la inmigración, se ocupó de la defensa de los intereses obreros, entre los que se contaban el salario, la jornada horaria, el descanso, las condiciones de trabajo y tambien la salud de los agremiados.  Así surge la Federación Obrera Regional Argentina ( FORA ), que funcionara entre 1915 y 1922.
La primera gran organización sindical, con una importante apuesta a la acción mutualista fué la Unión Ferroviaria, creada en 1919 con su propia caja de jubilaciones ( ley 10650 ), que en 1923 crea el Hogar Ferroviario como entidad complementaria ( ley 11173 ).
Desde 1930, lo que fuera la FORA se transforma en la Confederación General del Trabajo ( CGT ), cuya misión es lograr el agrupamiento de los distintos gremios sindicalizados que iban apareciendo.
En 1935, la Unión Ferroviaria y La Fraternidad ( sindicato creado por los maquinistas ), disponen la erección del Hospital Ferroviario en Buenos Aires, que abre sus puertas en 1940. También se firman convenios de prestación de servicios de salud con el Hospital Italiano de Rosario, y para internación sanatorial se contratan camas en Córdoba.
En 1943 se crea la Secretaría de Trabajo y Previsión, en la que se aprueba la sindicalización de los empleados de comercio, estableciéndose una contribución obligatoria ( Decreto 168/44 ).  A través de dicha secretaría, por Decreto 30665/44, se crea la Comisión de Servicio Social, encargada de promover la cobertura previsional y de salud de los trabajadores, y en 1945, se efectiviza a través del Decreto 23852, que dispone el funcionamiento del Instituto Nacional de Remuneraciones y Aguinaldo, dando base a la Ley 12921 de 1947.
En 1949 se crea el Ministerio de Salud Pública de la Nación, a través del cual se posibilita una agresiva campaña para la construcción de numerosos hospitales destinados a la atención de todos los ciudadanos, posean o nó coberturas sociales.
En 1954, la Confederación de Empleados de Comercio, analiza la instauración de una ámplia cobertura médica para sus afiliados, al mismo tiempo que la Union Tranviarios Automotor ( UTA ), le daba un gran impulso a su mutualidad.
A fines de 1960, las obras sociales ya cubrían un universo de 3,5 millones de afiliados ( 27% del total de la población ).
En 1968 se crea la Comisión Nacional de Obras y Servicios Sociales ( Decreto 17230/68 ), y en 1970, los distintos sindicatos analizan y proponen aplicar una parte importante de las cuotas sindicales que recaudan, a la prestación de servicios de salud, tal como lo señala en su libro el sindicalista Luis Angeleri.
Así, en Febrero de 1970 se promulga la Ley 18610 que crea el sistema de obras sociales, regulado por el Estado, quien a dicho efecto pone en funciones al Instituto Nacional de Obras Sociales 
( INOS ).  Dicha ley, autoriza a los sindicatos el manejo financiero autónomo de sus recursos, momento en que el sistema ya cubría la salud de 6 millones de personas ( 53% de la población del país ).
En 1972, se actualiza la ley a través de un nuevo cuerpo que utilizando  la experiencia recogida, introduce varias modificaciones ( Ley 18912/72 ).  Dos años mas tarde, el Gobierno Nacional promueve no solo la coordinación de todos los efectores en funciones, sino su absoluta integración.  El Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), se lanza a través de la ley 20748, la que no obstante la intención del gobierno, no logra afianzarse por lo que entra en crisis el sistema.
Cabe consignar que paralelamente con el desarrollo de las obras sociales nacionales, organizadas sobre la base de los gremios sindicalizados, delineando un intrincado mapa de cobertura de la salud, las provincias, invocando las facultades no delegadas en la Constitución Nacional, avanzaron sobre los aspectos atinentes a la seguridad social, creando las cajas de jubilaciones y obras sociales para la cobertura del personal de sus administraciones públicas, y en algunos casos, dictando leyes del mismo efecto para las profesiones universitarias colegiadas.
Todas las circunscripciones provinciales se ocupan de la salud de sus empleados públicos, algunas de ellas con antelación a la ley 18610, como la Provincia de Buenos Aires que lo hace desde el año 1956 en que se dictó el Decreto 12739 que creaba la Obra Social de la Administración de la Provincia, luego transformada en el IOMA por el Decreto/ley 2452/57.  Lo mismo fué ocurriendo en otras provincias como Córdoba ( IPAM ), Santa Fé ( IAPOS ) o Tucuman ( IPSST ) por nombrar las más importantes, que se fueron creando en la década del 70. Todas las obras sociales provinciales a su vez, se agrupan en un organismo ( COSSPRA ) que no tiene capacidad resolutiva, pero que les permite adecuar su política en forma armónica y establecer convenios de reciprocidad.  La importancia de las obras sociales provinciales está dada por el volúmen de afiliados que poseen, tanto que el IOMA es la obra social mas numerosa del pais, con excepción del PAMI ( jubilados nacionales ).
En 1980, por Ley 22269 se intervienen las obras sociales, en un momento cuya cobertura alcanzaba a casi 18 millones de personas ( 70% de la población del país ).  En 1988, el INOS es reemplazado por la ANSAAL, constituida por el estado y los sindicatos, y al año siguiente se aprueba   la Ley 23660/89, que autoriza a disponer del 80% de los recursos del sistema para ser aplicados a la salud, permitiendo a los afiliados de distintas obras sociales optar por otra no vinculada necesariamente a su sindicato; y al mismo tiempo se promulga la Ley 23661/89 que crea el Sistema Nacional del Seguro de Salud, al que ya hemos hecho referencia en una entrada anterior conjúntamente con el análisis de los alcances de la ley 26682/11, tendiente a reglamentar el funcionamiento de las empresas de medicina prepaga.
Hoy en dia, el sistema de obras sociales nacionales cubre alrededor de 19 millones de personas, de las cuales unos 4 millones optaron por empresas de medicina prepaga, con lo cual el total de afiliados a éstos últimos entes se incrementó de 2 millones a casi 6 millones de afiliados. Las obras sociales provinciales abarcan un universo de 6 millones de afiliados, con lo que, la sumatoria del sistema llega a una cobertura de casi el 57% de la población, número algo superior al 53% de la década del 70, pero inferior al 70% de los 80.
Expondremos a continuación una serie de infografías indicativas de la situación actual del sistema ( que no contempla a las obras sociales provinciales ) y que son los últimos datos proporcionados por la Superintendencia de Servicios de Salud del Ministerio de Salud de la Nación. 
No caben dudas de la amplia cobertura del sistema descripto, aún con el descenso que se observa desde los años 80.  Lo que no está claro todavía es si la estadística se expresa cualitativamente de la misma forma.                                  Un estudio llevado a cabo por la UIMyE del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires ( tal vez la circunscripción mejor dotada del sistema ),bajo el título " Diagnóstico de la situación social de la Ciudad de Buenos Aires " en 2010 expresa : "..uno de cada cuatro niños de hasta 5 años (27,7%) que viven en la ciudad, no cuenta con ningun tipo de cobertura de salud, ni obra social, plan de emergencia, mutual ni prepaga.   En los niños pertenecientes al 1er. quintil, mas de la mitad (58,3%) no posee cobertura de obra social. Con respecto a los adolescentes y jóvenes, una cuarta parte (25,5%) no cuenta con cobertura de salud"                                                      
No obstante la amplitud y abarcabilidad del sistema de salud imperante en el país , y los ingentes recursos que se recaudan y aplican, la situación de salud de la población no ha mejorado en comparación con décadas anteriores.                                                 
La Superintendencia concluye en uno de sus informes que :

NO SE PUEDE HABLAR DE INCLUSIÓN SOCIAL SIN INTEGRACIÓN. NO PODEMOS INCLUIR GENTE SIN
INTEGRARLOS AL SISTEMA.

Una revisión del sistema, una acentuación de los controles sobre los financiadores y efectores y una distribución racional de los recursos, que no son pocos, resulta imprescindible si se quiere elevar los indices reales de cobertura, y disponer de una población sana y adecuádamente protegida.                                                               

14 DE JUNIO : DIA MUNDIAL DEL DONANTE DE SANGRE

sábado, 9 de junio de 2012

INTERESANTE INICIATIVA EN TUCUMAN

Es necesario reconocer los esfuerzos de las autoridades educativas y de salud, para introducir a los niños de los primeros niveles educativos, en las prácticas preventivas, no solo para su propio beneficio, sino tambien por su capacidad multiplicadora en sus familias y amistades.

lunes, 4 de junio de 2012

LA EDUCACIÓN PERMANENTE DEL ODONTÓLOGO : NECESIDAD, PREREQUISITO O COMERCIO ?.

El hecho de tratar de interpretar los estudios de posgrado como una necesidad, apunta a una realidad incontrastable sobre la obligación de todo profesional de actualizar sus conocimientos a los efectos de no quedar radiado del mercado de trabajo.  Si lo tomamos como prerequisito, estamos haciendo alusión al acopio de antecedentes para acceder a puestos de trabajo o funciones, que reclaman para el ingreso un currículum que sustente la adquisición de conocimientos.
Cuando  hablamos de comercio, nos referimos al arancelamiento que imponen las instituciones científicas o de otro órden para acceder a los cursos o carreras de posgrado que dictan. Esta situación se observa aún, en las propias universidades nacionales, aunque resulta una excepción remarcable los sistemas de residencias hospitalarias, que no solo son gratuitas, sino que además incentivan a los residentes con un salario que les permite una dedicación acorde a los requerimientos horarios del programa.
La " O " que utilizamos en el título, no es una forma de optar por alguno de los adjetivos empleados, pues casi siempre la acción del posgrado conlleva una parte de cada uno de ellos. En la realidad, no soy partidario del uso de la " O ", pues obliga a una elección, discrimina, simula una ruptura de caminos etc., y prefiero usar la "I" que suma y complementa las acciones. Pero como alguna de las opciones que manejamos puede sobreponerse sobre las otras, es que haremos una verdadera disección de la educación permanente.

LOS COSTOS DEL CONOCIMIENTO.

La primera elección de un estudiante es la carrera profesional, y una vez que traspone las puertas de su facultad, toma una segunda elección que lo pone ante una disyuntiva, profundizar los conocimientos generales de la profesión, o dedicarse a una especialidad. 
En cualquiera de los casos, deberá el profesional afinar las  opciones en cuanto a sus propias expectativas . 
La cumbre del conocimiento es un ideal inalcanzable, pero existen escalas que diferencian a quienes adquieren  desde una exigua información generalizada, hasta quienes se nutren de conocimientos especializados.  Esta situación ocurre tanto en los profesionales  como en el público en general.                                                            La inversión en capacitación y actualización impacta en la estructura de costos de los odontólogos. Tanto la suscripción a revistas, la asociación y agremiación voluntaria u obligatoria a instituciones, los cursos y conferencias, los posgrados etc., representan una inversión en tiempo y dinero, que en los últimos tiempos se ha expandido enórmemente.                                              
Es cierto que quien no renueva sus conocimientos y no refresca sus destrezas, puede quedar estancado o rezagado. Sin embargo, la verdadera manía que se ha esparcido por sobre nuestra profesión, no siempre fundada en un apetito por el mejoramiento, y sí por la obtención de un certificado más para exponer o engordar los currículums, no deja de ser una epidemia preocupante por lo que insume en dedicación y  costo económico.                                          
Un simple conteo de las actividades de posgrado odontológico en la ciudad de Buenos Aires, en el lapso de un mes, nos permite apreciar que se dictan 82 cursos teóricos y teórico-prácticos, 30 cursos de especialización en universidades públicas y privadas,y 7 jornadas o congresos en los que tambien se dictan aproximádamente 70 cursos. En el gran buenos aires, entre círculos y colegio se contabilizan 40 cursos a los que debieran sumarse un número importante en el interior de la provincia y en cada una de las provincias argentinas, la mayor parte arancelados.
     La entrega del conocimiento por parte de aquellos colegas que han sabido atesorarlo a través del estudio, la práctica y la investigación, es una labor digna, irreprochable y valiosa que justifica su remuneración. No obstante, también los dictantes deben estar conscientes, en una gran proporción, que tuvieron oportunidades de avanzar en su preparación, amparados en situaciones de holgura económica que heredaron de sus progenitores.   Cuando ésta tarea se transforma en un comercio, que en muchas oportunidades se comparte con instituciones educativas, gremiales, científicas o colegiadas, y se ofrece como una obsesión que luego no se justifica en la práctica, se transforma en un liso y llano comercio, que lucra y especula con las necesidades de los colegas, y que no se refleja luego en las magras retribuciones que obtienen de los entes financiadores de la salud.                                  
                                                      El conocimiento no tiene dueño , pero quienes disponen de él, deben ser cautos en ofrecerlo y desparramarlo dignamente, sin olvidar que dicha tarea, a veces responde a la necesidad de docentes, investigadores, especialistas o prestadores públicos de servicio, de acumular antecedentes para sus propias carreras y para la estima y consideración de sus pacientes o sus pares, sin olvidar que muchos dictantes de cursos y conferencias, a quienes no debe desconocérsele su vocación docente,lo hacen esponsoreados por la indústria y el comercio dental, que luego los muestra ante los colegas sin ningún  tipo de recato.                                                                                                              No ha de ser el dinero, el único mediador que permita al profesional capacitarse .  Si aceptamos que solo pagando, podremos incrementar nuestro acervo científico para brindar un mejor servicio a los enfermos, estaremos discriminando entre los que pueden y los que nó, y los primeros constituirán una elite que compra el conocimiento como una mercancía, y los segundos, serán los rezagados y resignados que, a pesar de su voluntad, no podrán escalar posiciones en una carrera tán desigual.                                                 El profesional capacitado que enseña, tiene derecho a ser retribuido; la institución y el comercio que lo promueven, no pueden lucrar desmedídamente con un insumo que repercute en la salud de la población .                                                                                     Si la superación de un profesional, queda pendiente de su capacidad  económica, nadie debiera asombrarse de enfrentar situaciones de extrema injusticia que, a la larga, se abaten sobre la propia sociedad.