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miércoles, 4 de enero de 2017

EL ENFERMO CELÍACO EN LA PRÁCTICA ODONTOLÓGICA


La celiaquía o enfermedad celíaca (EC), es una patología autoinmune con presencia de autoanticuerpos que afecta al 1 % de la población, y se manifiesta generálmente a través de transtornos intestinales más o menos severos.
Esta enfermedad es desencadenada por la presencia de glúten en la dieta  (trigo, avena, cebada, centeno) y no admite otro tratamiento que una dieta restrictiva de ésta proteina vegetal.
Los síntomas clásicos en la mayoría de los casos son:
                      * Dolor abdominal
                      * Diarrea
                      * Distención
                      * Pérdida de peso
                      * Anemia ferropénica
                      * Baja densidad mineral ósea
                      * Retraso del crecimiento en los niños
                      * Fatiga prolongada
                      * Infertilidad
En algunas oportunidades no se presentan síntomas ni signos visibles como los mencionados, y se detecta por un estudio serológico ante la duda que plantean enfermedades concomitantes como la diabetes1, alteraciones en el funcionamiento de la tiroides, el hipergonadismo o el herpes recidivante.
Entre las consecuencias o complicaciones importantes que sobrevienen a la EC e interesan a la profesión odontológica, se cuenta con aquellas relacionadas al metabolismo óseo. El compromiso de los huesos maxilares resulta óbvio como consecuencia de la osteoporosis, ostomalacia y la reabsorción  lenta y progresiva de las crestas óseas en los maxilares, acmpañada ciértamente con movilidad dentaria.(J.Canadian Dental Ass. 2011).
Estas alteraciones son generadas por el hiperparatiroidismo secundario y el hipogonadismo que acompañan a la EC, provocando en la estructura ósea un trabeculado fino con disminución de su número y un tramado heterogéneo.
Resultan comunes las fracturas de los maxilares, tanto patológicas como por procedimientos quirúrgicos como las exodoncias con aplicación de fuerzas desmedidas, ya que existe una marcada disminución de la resistencia ósea con aumento de su fragilidad.  El riesgo según algunos autores, es un 40 % mayor que en los pacientes sanos.
En la cavidad bucal también se pueden observar alteraciones en el esmalte dental de los niños (por acción general y asociada a veces al reflujo gástrico). Los dientes, especiálmente los incisivos centrales y los molares, pierden su brillo y suelen presentar ranuras con un tono amarillento parduzco, oscuro o símplemente con manchas blancas.
También se señalan como causadas por la celiaquía, un retraso en la erupción dentaria, aftas en las mucosas yugal, labial y en la lengua, queilosis,
líquen plano y glositis atrófica.
Como dijéramos, la EC no posée un tratamiento específico que no sea la eliminación del glúten de los alimentos, pero en ciertas ocasiones, cuando se hallan afectadas las estructuras óseas, el especialista puede indicar suplementos de calcio, vitamina D y a veces tratamientos osteoactivos específicos.
Uno de cada 100 pacientes que consultan al odontólogo, puede ser portador de la EC, y en ciertos casos, cuando se dan las manifestaciones bucales que hemos enumerado en enfermos que no manifiestan otra sintomatología general, debe alertarnos para solicitar la interconsulta médica.

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