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jueves, 3 de octubre de 2013

EL USO INCORRECTO Y ABUSIVO DE ANALGÉSICOS EN EL DOLOR DE ORÍGEN DENTAL


La inveterada costumbre de ingerir medicamentos por cuenta propia, asociada con la posibilidad de fácil obtención a través de la llamada " venta libre ",  y casi siempre llevada a cabo por personas
que por temor, falta de educación, dificultades económicas para la consulta al profesional y la publicidad comercial desmedida y engañosa de los laboratorios, ha llegado a límites tan extremos en nuestro país, que se calcula que el 40 % de la población accede a dicha práctica.
El consumo de analgésicos se encuentra al tope de la automedicación, lo que sin duda responde a la naturaleza de la especie humana, que ante cualquier dolor, en lugar de consultar al médico u odontólogo para encarar la solución atacando la causa, decide suprimir el efecto por cuenta propia adoptando simplemente una postura que tiende a mitigar el síntoma que lo aqueja en el momento, ocultando sin quererlo un mal, que diagnosticado a tiempo, le evitaría mayores sufrimientos a futuro.
Esta situación se da especialmente en personas jóvenes, en las que solo 4 de cada 10 concurren prestamente a la consulta ante la aparición de un dolor.
En una estadística contemporánea, se reveló que el 90 % de los mayores de 18 años ingirieron algún analgésico sin control, y en un informe del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos, se asegura que el 50 % de la población ingiere los medicamentos en forma incorrecta ( incluye a los analgésicos ), lo que genera más de 60 muertes por día.
Esta característica de nuestra población, se acentúa en el dolor de origen dental, pues la sola mención de concurrencia al odontólogo ante la aparición de éste tipo de dolor, le genera temor y ansiedad por el solo hecho de imaginar los procedimientos que tienden a eliminarlo, sin tomar conciencia que la anestesia local evita todo tipo de sufrimiento en éstos casos.
La falta de educación sanitaria conspira contra la decisión de los pacientes, que ante un dolor, no llegan a comprender que dicho síntoma puede ser el aviso de que algo importante o grave está sucediendo en su organismo.
Dice Marcos Aguinis que, " El dolor es como el rudo heraldo que trae una desagradable noticia. Primero es necesario hacerse cargo del mensaje, luego despachar al mensajero ".
Roberto Sica agrega al respecto, " El dolor es absolutamente necesario, porque es una de las maneras que tiene el organismo de proteger y mantener su integridad ", " gracias al dolor, se puede evitar que el daño que lo está produciendo, progrese ".

EL DOLOR DENTAL  
                                    El dolor, es casi una condición dominante en la relación odontólogo-paciente, tanto como síntoma que lo empuja a la consulta, o como elemento substancial durante el tratamiento o en el postoperatorio.  Tal vez esa sea la característica básica que todavía pervive en la mente de los pacientes como una rémora ancestral que ignora  los avances ocurridos en los métodos de analgesia que domina el profesional.
Esta situación, genera una profunda ansiedad y temor en el paciente odontológico, que conspira en muchas oportunidades en contra de la colaboración que debe brindar al profesional durante el tratamiento.  La relajación del paciente, por tanto, es una condición esencial en la relación odontólogo-paciente, y será le será imperioso al profesional, ante una persona dolorida, actuar rápidamente para mitigar el dolor que experimenta.
El dolor dental, obedece a distintas razones, pero en general deriva de situaciones patológicas que afectan los tejidos duros del diente, como la caries dental, o los tejidos de soporte como el paradencio
( encía, periodonto, hueso alveolar ).  Este segundo tipo de dolor, generalmente crónico, comienza en forma insidiosa y se va agravando a medida que avanza el proceso de destrucción del tejido óseo y de la profundización de la bolsa gingival.  El primer tipo, el dolor pulpar, es tal vez el más preocupante para el enfermo, pues aparece en forma abrupta y se debe a la pérdida de tejido dentario con exposición, directa o no del tejido pulpar a distintos agentes químicos o físicos que impactan en sus terminaciones nerviosas.
La primera reacción de la pulpa, denominada hiperemia, es una inflamación del tejido indolora espontáneamente, pero reaccional a estímulos originados a partir de sustancias ácidas, dulces o frías, pero que rápidamente desaparece al culminar la acción del estímulo.
Cuando el dolor es espontáneo, o se incrementa en la posición decúbito o con el calor intenso o peor aún, cuando calma con el frío, la situación pulpar ya no resulta reversible como en la hiperemia, requiriendo entonces de una acción terapéutica sobre la pulpa, mucho más cuando se suma un profundo dolor a la percusión ( golpeteo en el diente, sobre todo en sentido vertical ), y dolor a la palpación en el fondo del surco vestibular o hinchazón en dicha zona, lo que ya presupone un compromiso infeccioso, pues el avance del proceso inflamatorio desembocó en una necrosis 
( muerte ) de la pulpa, que casi siempre favorece la colonización  bacteriana desencadenando un proceso séptico.
La patogenia ( evolución ) de éste proceso, obedece a la acción inicial de la inflamación que provoca una reacción en todo el tejido pulpar con aumento de la irrigación sanguínea que ingresa a través del conducto radicular por una delgada arteriola ( no olvidar la presencia anatómica de un completo paquete vásculonervioso ) , lo que provoca una compresión de la vénula que no puede evacuar la sangre de la cavidad pulpar, lo que aumenta la presión dentro de un espacio inextensible, sobre los elementos nerviosos que responden con el síntoma doloroso que no cede fácilmente a los analgésicos,  y que aunque lo hiciera levemente, no es más que una compra de tiempo, pues la necrosis que sobreviene hace desaparecer en su comienzo el dolor, pero la infección lo vuelve a desencadenar.
Es así que el temor, que en un primer momento incita al empleo de analgésicos posponiendo la consulta, se torna luego persistente e induce a la visita al odontólogo, quien en la mayor parte de los casos debe recurrir a procedimientos quirúrgicos intradentales
( endodoncia o tratamiento de conducto ), que eliminan el tejido pulpar remanente y limpian y obturan el interior de la raíz con materiales especiales.

LA AUTOMEDICACIÓN ANALGÉSICA
                                                                     El empleo de analgésicos y antiinflamatorios en forma autónoma, sin intervención del profesional, suele ser más común de lo que realmente se piensa, y no deja de preocupar por el hecho de quedar en manos del propio paciente el manejo de la droga de elección , de sus dosis y del lapso entre cada toma, todo ello con la obtención de la acción analgésica buscada, pero al mismo tiempo olvidando por desconocimiento, la capacidad de dichos medicamentos de provocar efectos adversos o secundarios que pueden incidir sobre la salud en general.
Para tener una idea, según estimaciones de la OMS, por  cada dólar que se gasta en el mundo en medicamentos recetados, se gasta otro dólar para controlar o paliar sus efectos adversos. Esto da una idea  del compromiso no solo sanitario de la automedicación, si no de la incidencia económica que en términos globales representa una exacción monstruosa a los recursos destinados a la salud.
Oreste Ceraso, afirma que " el dolor y sus implicancias, cuestan a nuestro país unos 5.000 millones de dólares por año, tanto por internaciones innecesarias, complicaciones y efectos secundarios de los medicamentos y caída laboral ".

LOS MEDICAMENTOS

                                        Numerosas son las drogas analgésicas y antiinflamatorias que se disponen en el mercado farmacéutico al alcance de los pacientes. Muchas de ellas, autorizadas por la ANMAT a anunciarse como de "venta libre" con la sola  condición de ofrecerlas en unidades con dosis inferiores a las aceptadas como dosis terapéuticas, lo que a la postre resulta un engaño, pues no se prevé que quien se automedica tiene el control de la cantidad de unidades que puede consumir.  Si el ibuprofeno de 600 mg. se vende solo bajo receta, no ocurre lo mismo con el que contine 400 mg. que es de venta libre. Esta situación un tanto infantil, no impide que quien se automedica ingiera las unidades que desee.  Lo mismo sucede con el diclofenac, que se ofrece para venta libre en unidades de 25 mg., la mitad de la indicada para venta bajo receta, pero deja en libertad a que el paciente ingiera dos o más unidades sin control.

Los analgésicos más utilizados  son en general también antiinflamatorios , y con excepción de los esteroides que en realidad son los únicos probados antiinflamatorios , se emplean , ya recetados ya automedicados , con criterios que exceden las consideraciones científicas, y más bien su uso responde a modas, recomendaciones de terceros, publicidad etc..
Entre éstos analgésicos llamados AINES (no esteróideos), sobresalen los salicilatos (aspirina), los derivados de la pirazolona
(dipirona), los ácidos antranílicos (mefenámico, flufenámico, niflúmico (ponstil, etc.), los ácidos aril alcanoicos (ibuprofeno, alclofenac), y otros no clasificables como el paracetamol, diclofenac, ketorolac, piroxicam etc., que se encuentran a la venta en dosis que se dispensan bajo receta o en dosis menores con venta libre.
Puede decirse sin temor a equivocarnos, que ningún analgésico es totalmente innocuo o inofensivo, y que la totalidad de los aceptados por la autoridad competente provocan efectos adversos o secundarios como irritación gástrica, alteraciones sanguíneas, efectos hepáticos y renales, y en algunas ocasiones actúan no por sobredosis sino por su sola presencia provocando reacciones alérgicas o anafilácticas, y en casos especiales (aspirina) produciendo reacciones graves como el síndrome de Reyé, de localización cerebro-meníngea en el que se asocian el cuadro viral y el ácido acetilsalicílico pudiendo ser mortal en muchos pacientes.
Una de las recomendaciones para evitar los efectos adversos, y aún los secundarios, es la de ingerir éstas drogas siempre con el estómago lleno, a los efectos de evitar la acción rápida que se produce con el estómago vacío.
La automedicación, de la misma forma que la indicación profesional apresurada o telefónica, suele estar teñida de criterios que exceden la investigación clínica y la evidencia científica.
La aceptación de la venta libre, es una condición que la autoridad sanitaria debiera revisar hacia el futuro, pero también debe prestarse atención al acceso de los cibernautas a páginas y publicaciones en internet de dudosa procedencia científica.
Mucho peor, las farmacias virtuales no pertenecientes a organismos del seguro social que ofrecen productos farmacológicos en la WEB no están bajo la órbita de ningún tipo de control.
En general son ilegales, clandestinas y en muchas ocasiones fraudulentas y delictuales, lo que no obsta para que la gente recurra a ellas, a pesar de que una estadística llevada a cabo en los EE.UU asegura que el 29 % de los pacientes que adquirieron medicamentos en farmacias virtuales, no estaban contestes de comprar de manera segura.  Puede decirse, según informes de la autoridad competente, que solo el 3 % de los sitios WEB cumplen en los EE.UU con  las leyes federales.
El número de individuos que toman medicamentos en general sin receta, está en constante aumento según encuestas realizadas a nivel de los lugares de dispensa.  El 5 % de los jóvenes en Argentina toman psicofármacos adquiridos sin receta, y en cuanto a los analgésicos y antiinflamatorios, éste porcentaje puede elevarse a un 80 % de los individuos de todas las edades, y si la proporción no es mayor, obedece a que muchos enfermos no pueden acceder económicamente a los mismos y dependen de la receta hospitalaria o del profesional de su seguro médico para recibirlos gratis o con descuentos.
El abuso de analgésicos y otras drogas emparentadas, es sin lugar a dudas un problema de salud pública, y se calcula que en nuestro país en el año 2012 fallecieron 22.700 personas, a un promedio de un caso cada 23 minutos, a causa del mal uso de medicamentos, y las internaciones por la misma causa ascendieron a 162.000.
Estas cifras, son un llamado de atención por la incidencia que tienen no solo como deterioro de la salud de las personas involucradas por problemas gástricos, hepáticos, sanguíneos, renales y cardíacos, sino por el alto costo que representan para el Estado y los organismos de la seguridad social pública y privada, y que pudieran prevenirse a través de campañas de educación para el consumidor de medicamentos, con recomendaciones precisas para médicos, odontólogos y farmacéuticos.
Enfocando el aspecto en la práctica odontológica, se debe concientizar a la comunidad que el dolor dental, siempre representa una advertencia para los afectados de que algo está sucediendo en su boca, y que todo el tiempo que prolongue la consulta al profesional, empleando analgésicos, lo único que conseguirán es agravar la patología, que luego requerirá para su solución de tratamientos más costosos y, en algunos casos, llevarán a la pérdida de la pieza dentaria afectada con sus consecuencias funcionales y estéticas.


 



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