En este blog, se ofrece una tribuna para la exposición y discusión de los Problemas que Afectan la formación del Odontólogo, el ejercicio profesional y todo tema atinente al Mejoramiento de la salud bucal de la población, y a la Jerarquización de la profesión.
miércoles, 23 de octubre de 2013
AYUDANDO A LA SEGURIDAD DE LOS ODONTOLOGOS Y SUS PACIENTES.
Si bien es cierto que la salud y seguridad de los pacientes que concurren a la consulta dental, es una preocupación de los propios individuos que requieren la atención, no es menos cierto que los odontólogos deben también extremar las preocupaciones para asegurarla, y al mismo tiempo transmitirle a sus pacientes la tranquilidad sobre su pericia y calificación.
En una entrada anterior, ya nos hemos referido a las previsiones que los pacientes deben adoptar para elegir a su odontólogo, y ello no va en menoscabo de los profesionales, pero la preocupación de la profesión en general y de sus instituciones representativas, debe asentar en la posibilidad de ofrecer a quien requiera de un tratamiento, la seguridad de que su elección, si bien puede estar guiada por algunos atributos de tipo profesional, nunca debiera serlo por una disparidad manifiesta en la preparación y habilidad entre los miembros de la profesión, aunque debe aceptarse que por encima de una capacitación basal aceptable, pueden existir distintos niveles de desempeño.
En lo que a los pacientes respecta, una forma de disminuir los riesgos de errores en el diagnóstico o negligencia e impericia en el accionar profesional, es a través de una serie de preocupaciones de los enfermos basadas en interrogantes básicos que merecen atenderse tales como :
* Todo paciente tiene derecho a preguntar y resultar satisfecho con
las respuestas de su odontólogo a sus preocupaciones antes de
iniciar el tratamiento. Si el paciente no está capacitado o es
menor de edad, no está mal que algún familiar o amigo asuma
dicha responsabilidad.
* El solo estar satisfecho con las respuestas, no siempre brinda
seguridad al paciente; lo que se requiere es haber entendido la
información y haber asumido, ya bajo su responsabilidad, las
consecuencias que el tratamiento pudiera ocasionar.
* El paciente debe estar seguro de haber proporcionado al
profesional toda la información sobre su estado de salud general,
sobre la medicación que recibe y toda otra requisitoria que el
odontólogo le solicite.
* No representa menoscabo para el prestigio profesional, que el
paciente solicite una segunda, y aún más opiniones de otros
profesionales, y si encuentra alguna discrepancia debe
transmitírsela a su profesional para quedar conforme con las
explicaciones y aclaraciones.
* Es conveniente que el paciente, solicite en todos los casos, un
presupuesto por escrito y un detalle del diagnóstico y de las
instancias del tratamiento que se le proponen a los efectos de
evitar malos entendidos y poder firmar el consentimiento que se
le solicite con absoluta tranquilidad.
Existe en nuestro medio, una frase que fuera acuñada por uno de los maestros en medicina legal, el Prof. Osvaldo Loudet y que afirma : " El error clínico, involucra el error terapéutico ".
En los EE.UU, la mayor parte de las demandas por negligencia obedecen a la falta o al error en el diagnóstico. Toda terapéutica es absolutamente dependiente de un diagnóstico previo, y aunque las prácticas profesionales respondan a los patrones de seguridad y eficiencia, nunca resultarán eficaces si no asientan en un diagnóstico certero.
Si se comete un fallo en el diagnóstico, las probabilidades de que el tratamiento sea correcto se reducen en gran medida, y aún con diagnóstico correcto, si se retrasa la terapéutica, si no se lleva a cabo en el momento oportuno, o bajo las máximas condiciones de seguridad, el resultado también puede ser inconveniente.
El paciente, al mismo tiempo de recibir las seguridades y explicaciones por parte del odontólogo, también debe conocer los pormenores del tratamiento, sus dificultades, las probabilidades de error no achacables a la pericia y preparación del profesional, y las posibilidades de incapacidad, transitoria o permanente que pueden derivar de las maniobras terapéuticas.
La infección cruzada, es una complicación que se produce a menudo como consecuencia del hecho de que el profesional está en permanente contacto con enfermos, y puede constituirse en vehículo transmisor de gérmenes que suelen originar sepsis.
En general los mecanismos de defensa de los pacientes, resultan suficientes para inhibir la acción bacteriana, aunque en algunos casos requieren del complemento de drogas antiinfecciosas, pero si además de la problemática bucodental, presentan algún déficit en sus mecanismos inmunitarios, pueden resultar seriamente afectados.
El profesional de cualquier manera, debe agotar el empleo de los mecanismos de barrera, extremando el lavado de sus manos, manteniendo sus uñas limpias, realizando su trabajo libre de anillos, relojes u otros aditamentos, evitando tocar los lugares que suelen contaminarse como la grifería, picaportes etc., mientras tenga sus manos enguantadas. Según un estudio de la OMS, de cada 100 pacientes hospitalizados, por lo menos 7 en los países desarrollados, y 10 en los en vías de desarrollo, adquirirán una infección asociada con su atención sanitaria. En los pacientes atendidos en las unidades de cuidados intensivos, la cifra se eleva al 30 %.
La manipulación de medicamentos, tanto por parte del profesional como del paciente, también requiere de manos limpias.
No resulta conveniente, que el profesional atienda a sus pacientes si se encuentra en proceso de un cuadro gripal, y también debe evitar intercalar en su agenda, pacientes portadores de infecciones como abscesos, flemones etc., con otros que requieren tratamientos no invasivos, debiendo ubicar a los primeros al final de la consulta.
La presencia de acompañantes que no resulten imprescindibles en el gabinete o quirófano, debe ser desechada, y si ello no fuera posible, deben respetarse idénticas medidas de higiene y de barrera que las adoptadas por el profesional o sus auxiliares.
Los pacientes al mismo tiempo, deben adoptar medidas que tiendan a disminuir las posibilidades de error profesional, involucrándose en todo el proceso que arranca con la primera consulta y concluye con el alta definitiva.
Así es como puede darse dicha colaboración :
* Brindar al equipo de salud toda la información personal que le
sea requerida.
* Informar sobre su enfermedad y estado actual en relación a otros
problemas médicos que lo aquejen.
* Asegurarse de comprender las indicaciones verbales y escritas
que el odontólogo le proporcione.
* Inquirir sobre la necesidad y el modo de empleo de los
medicamentos u otras acciones que se le indiquen, y verificar su
pertinencia en el momento de su adquisición o dispendio
tomando conocimiento de sus posibles efectos adversos.
* Cuando requiera una atención en instituciones de salud, tratar
de escoger aquellas que ofrecen una especialización sobre su
dolencia, y que hallan demostrado mayor efectividad en los
resultados obtenidos por otros enfermos.
* Exigir una información detallada y comprensible de todas las
medidas que deba asumir en su domicilio, luego de haber
obtenido el alta parcial o definitiva.
* Asegurarse de que el profesional que lo atendió, o alguno de
sus colaboradores que están al tanto del caso, estarán
disponibles ante cualquier emergencia, solicitando los números
telefónicos en los que podrá encontrarlos.
* Solicitar al profesional, la autorización para reintegrarse a sus
actividades habituales y si existe alguna limitación para su
realización.
* Si usted no está en condiciones de comprender las indicaciones
del profesional, solicite a algún familiar o allegado que
interceda ante el mismo y se haga cargo de la situación.
* Pregunte siempre por los resultados de su tratamiento, por los
imponderables que puedan surgir, por los estudios y controles
que puede requerir y por todo aquello que Ud. pueda realizar
para colaborar en el éxito del tratamiento.
* Nunca trate de informarse por terceros no profesionales, por las
redes sociales o por páginas de internet, a los efectos de basar en
las mismas la toma de decisiones o la imposición de cambios en
la estrategia que fuera determinada por su profesional de
confianza, y si encuentra algunas publicaciones que discrepan
con lo aconsejado, o ponen en duda las medidas o el tratamiento
recomendado o ya realizado, debe transmitir la preocupación a su
profesional y requerir toda la información que lo satisfaga.
Ningún tratamiento, será totalmente efectivo si no se produce una verdadera simbiosis entre el profesional y el paciente.
Ningún odontólogo debe comenzar un tratamiento si el paciente no está totalmente convencido de su necesidad y pertinencia; y ningún paciente debe aceptar como regla de oro, la propuesta de su odontólogo si no está sustentada en un minucioso estudio previo, y si no conoce de su experiencia exitosa y de su ejercicio profesional fundado en la sensibilidad, en la habilidad y en la más absoluta ética.
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