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lunes, 10 de diciembre de 2018

CINCO PERDIDAS DE SIGNIFICACION PARA LA ODONTOLOGIA ARGENTINA


En éstos últimos tiempos, hemos asistido a la desaparición de cinco odontologos argentinos, que bregaron incansablemente por mejorar su profesión y por la obtención de altos niveles de salud bucodental en la población. Este reconocimiento, además se enraiza en el profundo respeto que les guardaba a cada uno de ellos, y en la amistad y compañerismo que supimos compartir en el trabajo diario a nivel institucional.

PEDRO JULIO GRASSI ROLON

Descendiente de una tradicional familia del norte del Gran Buenos Aires, eligió la odontologia como medio de vida, y ya desde jóven, transitando las viejas instalaciones del Círculo Odontológico del Norte, se interesó en el costado socioeconómico del ejercicio de la profesión. Asumió la presidencia de la Federación Odontológica de la Provincia de Buenos Aires, a la que le transmitió una impronta innovadora, ya que en la década de los sesenta del siglo pasado, supo avizorar el impacto que sobre nuestra profesión producirían la aparición en el escenario de la salud pública de las Obras Sociales y la medicina prepaga.  Fué un hábil negociador de los primeros contratos con dichas instituciones, y un precursor de los convenios por cartera fija que permitieron fijar aranceles dignos para los prestadores, y al mismo tiempo atesorar recursos que posibilitaron la llegada a la sede propia de la Federación y de varias instituciones de base.
Sus últimos años los dedicó al estudio y asesoramiento en la Asociación Odontológica Argentina, participando en innumerables eventos de la profesión.

FRANCISCO  BRISCO

Para sus amigos, " Chichito ", proveniente como Grassi del Circulo Odontológico del Norte, desarrolló una silenciosa pero ámplia tarea en su institución de base, en el Colegio de Odontólogos de la Provincia de Buenos Aires y en la Asociación Odontológica Argentina. No había congresos ni jornadas en los que no se requiriera su colaboración.  Cuando me tocó presidir el Primer Congreso Socioeconómico del Colegio de Odontólogos de la Provincia de Buenos Aires, no dudé en convocarlo, y sin lugar a dudas fué un artífice de su éxito.
Su tradicional bonhomía y dón de gente, le granjearon innumerables amistades que hoy extrañan su presencia.

ALBERTO P. VALENTE


Casi desde sus inicios en la profesión, fué un apasionado por la salud pública, dedicando luego gran parte de su actividad al estudio de la odontología social y comunitaria. Su paso por la Asociación Odontológica Argentina y por la Confederación Odontológica de la República Argentina, instituciones en las que desarrolló una intensa actividad, lo expusieron en la vidriera política, y en la vuelta a la democracia en 1983, es convocado por el ministro Neri para ocupar el cargo de Director Nacional de Odontología. Su tarea fué tán ámplia  como exitosa, fundamentálmente en el área de la odontología preventiva. Fué un tenáz impulsor de la fluoración de las aguas, misión que supo cumplir hasta el fin de su mandato. Su ténua voz, contrastó con sus acciones fundamentales a favor de la salud dental pública.

JUAN CARLOS FERNANDEZ


Colega y amigo, nos hermanó la odontología desde el primer año de la carrera. Cursamos juntos la escuela de ayudantes de la vieja cátedra de cirugía dentomaxilar. Pero esa no era su vocación. Su incorporación al equipo de Nicolás Parula le hizo dar un vuelco hacia la odontología restauradora, en la que pudo descollar no solo como un excelente profesional, sino que también supo derramar sus conocimientos en la docencia de posgrado primero, y luego en la Facultad de Odontología de la UBA en la que llegó a la titularidad de la cátedra de Odontología Integral Adultos.  El destino quiso que cotemporáneamente nos volviera a hermanar la actividad docente, y a sabiendas de mis incursiones en el ámbito de las instituciones profesionales, al finalizar cada ciclo lectivo, que coincidía con la culminación de la carrera de sus alumnos, me convocaba para una clase magistral que siempre impulsaba a los futuros profesionales a interesarse en las viscisitudes que les esperaban en el ejercicio profesional, situación que lo ponía muy contento pues él amaba su profesión.
Su estilo campechano, contrastaba con su ámplio dominio de la docencia y de su materia, sin descuidar su actividad institucional que lo llevó a la presidencia de la Asociación Odontológica Argentina, misión que, como todas las que asumió, se vió coronada por un alto respaldo de sus colegas.

ARIEL  GOMEZ

La tarea descomunal desarrollada por Ariel en el seno de la odontología nacional e internacional, llenaría varios artículos como éste.
Sus comienzos en la Asociación Odontológica Argentina, lo llevaron a la presidencia de la C.O.R.A, en la que durante su mandato dicha institución alcanzó los perfiles que no había alcanzado hasta ese momento, insertándose luego en la odontología latinoamericana en la que fué considerado un líder. Su incansable trabajo lo catapultó a la presidencia de la Federación Dental Internacional.
Pero alli no concluía su misión. En 1983 es convocado por el gobierno de Alfonsín, a asumir como Decano Normalizador de la F.O.U.B.A, llegando en su momento al cargo de Vicerrector de la U.B.A.  En la facultad, desarrolló un ámplio número de tareas, entre las que se destacaron una profunda reforma curricular y un cambio institucional administrativo que luego concluyera con la transformación de la facultad en un hospital escuela. Al mismo tiempo participó activamente en la Union de Universidades de América Latina, alcanzando la presidencia de la Organización de Facultades y Escuelas de Odontología de América Latina.
En dicha tarea promovió un novedoso sistema de evaluación de facultades que fuera patrocinado por la Organización Panamericana de la Salud.  En muchas de sus actividades me tocó acompañarlo, y en dicha actividad pude comprobar su extraordinaria capacidad de trabajo y su lucha por el mejoramiento de la profesión odontológica.

Vaya éste recordatorio como mi sencillo homenaje a cinco colegas, amigos y compañeros de camino, en la lucha por una mejor salud bucal y una jerarquización de la profesión odontológica. 


  

sábado, 1 de diciembre de 2018

SINDROME DE " LA BOCA QUEMANTE "


Bajo la denominación de " Sindrome de la boca quemada ", " Boca ardiente ",  " Ardor bucal ", " Boca urente ", " Glosodinia ", 
" Lengua quemada ",  " Estomatodinia ", etc. se presenta una rara afección bucal crónica, de etiopatogenia desconocida, cuyo síntoma predominante lo constituye una sensación de quemazón en la mucosa de diversas partes de la cavidad bucal.
Este sindrome se produce entre el 1% y el 4% de la población, y es más frecuente en mujeres, especiálmente después  los 60 años. En ambos sexos tiende a aumentar con la edad.
No existen pruebas clínicas ni análisis químicos que identifiquen la patología u orienten al diagnóstico. Tán solo puede diagnosticarse a través del interrogatorio, y en pocas oportunidades se observa como única evidencia clínica una irritación de las papilas o un cambio de coloración de los tejidos afectados.
Los tejidos más afectados son la parte anterior de la lengua, la mucosa y semimucosa labial, el paladar, y en ocasiones puede extenderse al velo del paladar.(ver infografía).
Generalmente la quemazón se acompaña de sequedad bucal y entumecimiento de los tejidos, aunque las glándulas salivales funcionan normalmente.  El sentido del gusto puede estar alterado en la discriminación de los sabores o en la preeminencia de un sabor amargo.
La sensación quemante no afecta el sueño ni la ingesta de comidas, y aparece por la mañana incrementándose al correr del día.
Se han señalado algunas coincidencias con la saliva pegajosa, con la presencia de alteraciones de la ATM, y con dientes retenidos. No deben descartarse en el diagnóstico las caries dentales, la malposición dentaria y todos aquellos casos en que se presentan bordes filosos en los dientes.
Entre otras causas se mencionan factores psicogénicos y algunas alteraciones neuropáticas centrales o periféricas, así como la candidiasis oral, los efectos secundarios del tratamiento oncológico, la lengua geográfica, algunas deficiencias vitamínicas (complejo B) y minerales (hierro, zinc).  Fueron reportados casos en que el sindrome se inició luego de la instalación de una prótesis completa. Tambien se han mencionado como causales algunas alergias alimentarias, el uso indiscriminado de condimentos, el reflujo gastroesofágico, el empleo de ciertas drogas antihipertensivas, la diabetes, y como resultado de un exceso de cepillado lingual o el empleo de pastas dentífricas abrasivas y enjuagues bucales en exceso. Lo cierto es que todavía se desconoce la etiología precisa del sindrome.
Si se consultan las " redes de revisión " conocidas como Grupos Cochrane, podemos observar que llegaron a la conclusión que no existe ninguna terapéutica específica para el sindrome. No obstante, la literatura es florida en relación a los posibles tratamientos.
Creo sin embargo, que las primeras medidas aconsejables una vez se tenga en claro el diagnóstico, son aquellas recomendaciones a los pacientes sobre acciones que deben o no deben llevar a cabo.
En primer lugar, debe colocarse la boca, y específicamente las piezas dentarias en las mejores condiciones de salud.
Al mismo tiempo, para iniciar el control del sindrome deben adoptarse todas las medidas que promueven la eliminación de hábitos y sustancias que, si bien no pueden considerarse como factores etiológicos, suelen incriminarse como agravantes de los síntomas e impiden la efectividad del tratamiento local y sistémico.
Resulta imprescindible evitar el tabaco, el café y el alcohol, cambiar la pasta dental según lo aconseje el odontólogo, beber mucha agua y evitar situaciones que conducen al estrés. Como tratamiento paliativo local puede recurrirse a los sustitutos salivales y los enjuagues o aplicaciones tópicas de lidocaina.
Por la vía general se han empleado complejos vitamínicos y minerales, algunos antidepresivos consensuados con un psicoterapeuta, la capsaicina (bloquea la sustancia P que interviene en la percepción del dolor) y la glabapentina (empleada en las neuropatías).
Con respecto a ésta última droga, en asociación con el ácido alfalipoico, fué utilizada en una investigación sobre 120 pacientes llevada a cabo en 2012 en la Facultad de Odontología de Rosario lográndose una atenuación de los síntomas.
Entre las estrategias de apoyo, y en el entendimiento que el SBQ es muy incómodo para sus portadores y reduce sensíblemente la calidad de vida de quienes lo padecen, se recomienda :
                         Ejercicios de relajación
                         Actividades físicas placenteras
                         Incrementar la sociabilidad
                         Integrar grupos de apoyo
Una reflexión final cabe sobre el empleo de placebos, teniendo en cuenta la estrecha relación que se ha observado entre el SBQ  y ciertos cuadros psicogénicos y transtornos neuropáticos.
El poder curativo de "no tomar nada", asociado a la ya aceptada respuesta bioquímica y molecular a los placebos, nos brinda una posibilidad terapéutica que va mas allá del engaño y la superchería.
El placebo, ha dado muestras de ser un tratamiento médico muy poderoso que ha sido ignorado por mucho tiempo y por muchos profesionales.  Una simple pastillita de azúcar, indicada en un paciente con alguna condición crónica agravada por el estrés, y si su indicación es dictada por álguien en quien el paciente confía, ha demostrado su utilidad en numerosos casos en los que el profesional le dá un mensaje de compasión y calidéz.
Lo fundamental, es lo que crée sobre el tratamiento quien se somete a él, y la certeza y credibilidad que irradie quien lo indica.
Puede que el SQB, sea una de las patologías en las que el placebo produzca efectos beneficiosos para el enfermo.