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sábado, 1 de diciembre de 2018

SINDROME DE " LA BOCA QUEMANTE "


Bajo la denominación de " Sindrome de la boca quemada ", " Boca ardiente ",  " Ardor bucal ", " Boca urente ", " Glosodinia ", 
" Lengua quemada ",  " Estomatodinia ", etc. se presenta una rara afección bucal crónica, de etiopatogenia desconocida, cuyo síntoma predominante lo constituye una sensación de quemazón en la mucosa de diversas partes de la cavidad bucal.
Este sindrome se produce entre el 1% y el 4% de la población, y es más frecuente en mujeres, especiálmente después  los 60 años. En ambos sexos tiende a aumentar con la edad.
No existen pruebas clínicas ni análisis químicos que identifiquen la patología u orienten al diagnóstico. Tán solo puede diagnosticarse a través del interrogatorio, y en pocas oportunidades se observa como única evidencia clínica una irritación de las papilas o un cambio de coloración de los tejidos afectados.
Los tejidos más afectados son la parte anterior de la lengua, la mucosa y semimucosa labial, el paladar, y en ocasiones puede extenderse al velo del paladar.(ver infografía).
Generalmente la quemazón se acompaña de sequedad bucal y entumecimiento de los tejidos, aunque las glándulas salivales funcionan normalmente.  El sentido del gusto puede estar alterado en la discriminación de los sabores o en la preeminencia de un sabor amargo.
La sensación quemante no afecta el sueño ni la ingesta de comidas, y aparece por la mañana incrementándose al correr del día.
Se han señalado algunas coincidencias con la saliva pegajosa, con la presencia de alteraciones de la ATM, y con dientes retenidos. No deben descartarse en el diagnóstico las caries dentales, la malposición dentaria y todos aquellos casos en que se presentan bordes filosos en los dientes.
Entre otras causas se mencionan factores psicogénicos y algunas alteraciones neuropáticas centrales o periféricas, así como la candidiasis oral, los efectos secundarios del tratamiento oncológico, la lengua geográfica, algunas deficiencias vitamínicas (complejo B) y minerales (hierro, zinc).  Fueron reportados casos en que el sindrome se inició luego de la instalación de una prótesis completa. Tambien se han mencionado como causales algunas alergias alimentarias, el uso indiscriminado de condimentos, el reflujo gastroesofágico, el empleo de ciertas drogas antihipertensivas, la diabetes, y como resultado de un exceso de cepillado lingual o el empleo de pastas dentífricas abrasivas y enjuagues bucales en exceso. Lo cierto es que todavía se desconoce la etiología precisa del sindrome.
Si se consultan las " redes de revisión " conocidas como Grupos Cochrane, podemos observar que llegaron a la conclusión que no existe ninguna terapéutica específica para el sindrome. No obstante, la literatura es florida en relación a los posibles tratamientos.
Creo sin embargo, que las primeras medidas aconsejables una vez se tenga en claro el diagnóstico, son aquellas recomendaciones a los pacientes sobre acciones que deben o no deben llevar a cabo.
En primer lugar, debe colocarse la boca, y específicamente las piezas dentarias en las mejores condiciones de salud.
Al mismo tiempo, para iniciar el control del sindrome deben adoptarse todas las medidas que promueven la eliminación de hábitos y sustancias que, si bien no pueden considerarse como factores etiológicos, suelen incriminarse como agravantes de los síntomas e impiden la efectividad del tratamiento local y sistémico.
Resulta imprescindible evitar el tabaco, el café y el alcohol, cambiar la pasta dental según lo aconseje el odontólogo, beber mucha agua y evitar situaciones que conducen al estrés. Como tratamiento paliativo local puede recurrirse a los sustitutos salivales y los enjuagues o aplicaciones tópicas de lidocaina.
Por la vía general se han empleado complejos vitamínicos y minerales, algunos antidepresivos consensuados con un psicoterapeuta, la capsaicina (bloquea la sustancia P que interviene en la percepción del dolor) y la glabapentina (empleada en las neuropatías).
Con respecto a ésta última droga, en asociación con el ácido alfalipoico, fué utilizada en una investigación sobre 120 pacientes llevada a cabo en 2012 en la Facultad de Odontología de Rosario lográndose una atenuación de los síntomas.
Entre las estrategias de apoyo, y en el entendimiento que el SBQ es muy incómodo para sus portadores y reduce sensíblemente la calidad de vida de quienes lo padecen, se recomienda :
                         Ejercicios de relajación
                         Actividades físicas placenteras
                         Incrementar la sociabilidad
                         Integrar grupos de apoyo
Una reflexión final cabe sobre el empleo de placebos, teniendo en cuenta la estrecha relación que se ha observado entre el SBQ  y ciertos cuadros psicogénicos y transtornos neuropáticos.
El poder curativo de "no tomar nada", asociado a la ya aceptada respuesta bioquímica y molecular a los placebos, nos brinda una posibilidad terapéutica que va mas allá del engaño y la superchería.
El placebo, ha dado muestras de ser un tratamiento médico muy poderoso que ha sido ignorado por mucho tiempo y por muchos profesionales.  Una simple pastillita de azúcar, indicada en un paciente con alguna condición crónica agravada por el estrés, y si su indicación es dictada por álguien en quien el paciente confía, ha demostrado su utilidad en numerosos casos en los que el profesional le dá un mensaje de compasión y calidéz.
Lo fundamental, es lo que crée sobre el tratamiento quien se somete a él, y la certeza y credibilidad que irradie quien lo indica.
Puede que el SQB, sea una de las patologías en las que el placebo produzca efectos beneficiosos para el enfermo.




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