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martes, 13 de marzo de 2012

LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL DEL ODONTÓLOGO: ( tercera parte )

     De  " caranchos " y " mala praxis ".

Desde hace muchos años, el imaginario popular le ha endilgado a algunas profesiones ciertos motes alusivos a su desempeño irregular. Hemos oido hablar de los "matasanos" en referencia a los médicos, "sacamuelas" a los odontólogos y "manyapapeles" a los abogados, tal vez por el uso abusivo de las leyes y la constitución que realizan algunos de ellos, o "ave negra" por el manejo oscuro y tortuoso del expedienteo jurídico a que son afectos una minoría de los profesionales.
Hace pocos meses, una película argentina, premiada en varios festivales internacionales, estaba guionada sobre la base de una situación de avance jurídico dramático en seres humanos acuciados por la desgracia, y que ostentara como título " Carancho ", mote que se correspondía con la actuación de un abogado. 
El carancho, cuya imágen ilustra ésta presentación, es un ave natural de América del Sur. Resulta común observarlo, a veces en compañía de los buitres, demostrando una cierta agresividad hacia los seres humanos, y se aprovechan, para su sustento, de los animales campestres recién nacidos, enfermos o en trance de muerte, alimentándose también de carroña, pequeños vertebrados como peces, tortugas etc., e invertebrados. Frecuenta tambien los basurales en busca de desperdicios.  No es poco común, encontrar a ciertos profesionales de la abogacía, o gestores delegados, medrando en accidentes o en la puerta de hospitales con el dolor ajeno de gente a la que ofrecen sus servicios en situaciones de extrema angustia, para iniciar demandas por las que ofrecen casi siempre, un resultado exitoso desde la óptica económica. 
En el reciente accidente  ferroviario en la estación Plaza Once, que tuvo un luctuoso saldo de 51 muertos y casi 700 heridos, los periodistas relataron que vieron merodear en los hospitales a numerosas personas ( presúntamente ligadas a la abogacía ), que aprovechaban la situación de confusión e indefensión de los accidentados para hacerles firmar poderes, compromisos o autorizaciones para la iniciación de las correspondientes demandas.
En gran parte de los juicios por mala praxis, ésta fué la mecánica utilizada para obtener el consentimiento de los pacientes, y el accionar de éstos verdaderos "caranchos", no engloba a la mayoría de los abogados, y la denominación no constituye una afrenta a la profesión, sino que marca a aquellos que la denigran y la usan en forma inescrupulosa.                                                                           
Sin embargo, tambien no resulta ocioso recordar la frase: " la culpa no la tiene el chancho, sino quien le dá de comer ", que interpreta aquellas acciones incorrectas que sin embargo, se apoyan en leyes o resoluciones que las tornan legales aunque no alcance para legitimarlas.  La legislación sobre responsabilidad profesional, ayuda a quienes medran con los juicios por mala praxis, que a través de institutos como la inversión de la prueba ( el profesional debe demostrar su accionar correcto ),o el litigar sin costas ( sin la consecuente obligación de utilizar peritos oficiales que no dependan materialmente de los resultados del juicio ), no hacen mas que posibilitar el accionar de los caranchos profesionales.
El daño que éstos abogados le infieren a su profesión, y a la sociedad toda, no solo se sustenta en su accionar incorrecto, tambien socavan la moral de los propios enfermos a quienes inducen al inicio de las demandas, que en muchos casos caen por su fragilidad jurídica, pero tambien obligan a los profesionales de la salud a tomar resguardos, cuyo costo, impacta en el propio sistema de salud.  Esta situación ya ha sido debídamente asumida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien argumentara en un reciente fallo : "...hay que evitar que la incorrecta utilización de las formas, pueda conducir a la frustración de derechos fundamentales."
                                                                             



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