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jueves, 1 de marzo de 2012

LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL DEL ODONTÓLOGO. ( primera parte )

  Algunas apreciaciones sobre " mala praxis "

Las profesiones médicas han ido evolucionando en los últimos cuatro siglos en relación con el progreso de los conocimientos, de la técnica y de la organización.
Sin embargo, los dilemas de mayor envergadura se han presentado en las últimas décadas con la aceptación social de un nuevo privilegio del hombre : el derecho a la salud.
A partir de éste reconocimiento, se produce un cambio sustancial en la propia esencia de la definición de salud, a la que yá no se la asume tán solo como la  ausencia de enfermedad.  La O.M.S, le adjudica un alcance mucho más amplio cuando la define como " el completo estado de bienestar físico, mental y social ".
Así, los profesionales de las ciencias de la salud, han visto invadir su campo de acción por criterios y tendencias que van mas allá del dominio de la ciencia y de la técnica, y que responden a las nuevas características que rodean a la enfermedad y a quien la sufre, conceptualizándola más que como un hecho biológico, como una contingencia social, complicando una situación en que los juicios y decisiones, que se hallaban influidos por la disponibilidad de conocimientos científicos, ahora deben sumarse consideraciones económicas, políticas y culturales de distinto órden.
El deber ante el enfermo, que antes enmarcaba la relación profesional-paciente, ha sido sustituido por el deber ante la sociedad
y en muchos casos, ante el Estado mismo; sin embargo, la responsabilidad no ha menguado ni se ha transferido; mas bien se ha complicado, se le ha puesto marco a la simbiósis de ciencia-conciencia en que se desenvolvía dicha relación, y se han instaurado, por el imperio de la ley, una serie de conflictos cuya resolución en otros tiempos, quedaba en la esfera de los imperativos éticos.
Si bien los conceptos de "daño" y "culpa" se hallan desde antiguo, inscriptos en los códigos procesales; y las causales de imprudencia, negligencia e inhabilidad han sido parámetros con que se ha juzgado a los profesionales de la salud cada vez que comparecieron ante los estrados de la justicia, pareciera que en los últimos tiempos, se hubiera desencadenado una verdadera campaña de recusación y cuestionamiento de las profesiones médicas y se hubieran incentivado las dudas sobre los verdaderos imperativos del ejercicio profesional.
No caben dudas de que quienes accionan sobre el ser humano enfermo, cuando fracasan, por inevitable que ello sea, determinan o por lo menos nó impiden su daño o su muerte, y la situación de dramatismo que ello encierra, pesa en la escasa predisposición social a aceptarlo como un hecho natural. Lo que no puede aceptarse, es la práctica cotidiana y desmedida de la demanda que apunta sólo a un fin de naturaleza resarcitoria, que por su connotación eminentemente económica, favorece a los litigantes profesionales, a los peritos, a los abogados patrocinantes y finálmente a las compañias de seguros, sin que se demuestre que al mismo tiempo, represente una condigna sanción con influencia positiva en la salud de la población.  Mas bien, obligan al profesional a tomar precauciones desmedidas, encauzadas más que al logro de una prestación eficiente de servicios, a acumular elementos probatorios irrefutables y eximentes de responsabilidad para la defensa ante una eventual demanda.
¿ Es que la responsabilidad del profesional de la salud es mayor que la del legislador que por negligencia no aplica los mecanismos preventivos para evitar las muertes o daños evitables ?; o la del funcionario que por deficiente asignación de recursos o por equivocada elección de prioridades, determina carencias sociales que repercuten sobre la calidad de vida de la población ?; o la del economista que a través de la aplicación de planes imperfectos, o de una deficiente distribución de la renta pública, condena a la marginación o al estancamiento a importantes sectores de la comunidad ?; o al abogado o al juez que acusan y condenan a quien luego demuestra su inocencia, o defienden y absuelven a quien luego admite su culpabilidad ?.
Es preciso que temas como el de la "mala praxis" no sean manejados con criterios de márketing, pues el beneficio que puede representar para algún sector involucrado, no se condice con los mayores perjuicios que causa a la comunidad toda.
No obstante, debe tambien analizarse el otro costado de la situación, como las desviaciones del correcto ejercicio profesional y la calidad deficiente en la prestación de servicios, que casi siempre es condicionante del daño al enfermo, lo que vulgarmente se denomina "iatrogenia".  Al respecto dice Escardó : " cada vez que en un congreso médico se propone el tema de la iatrogenia, los ponentes se limitan a analizar errores de diagnóstico o de terapéutica, lo cual bien visto, constituye una falta técnica, o sea un acto de ignorancia".
" La iatrogenia en cambio, continúa Escardó, entraña una falta moral. El sujeto iatrogéno daña desde las inmunidades de su profesión como ejercicio interhumano ".Lamentáblemente, la iatrogenia se nutre en la peligrosa vanidad de la autosuficiencia.



Al mismo tiempo, resulta una falta total de sentido, pensar que la obtención de un titulo no requiere de una educación permanente para actualizar los conocimientos.  La desactualización producida ante el cúmulo de adquisiciones científicas que aparecen dia a dia, desnivela rápidamente a quien se halle desprevenido. Pero al mismo tiempo, el universitario debe realizar una adecuada evaluación de los adelantos científicos y tecnológicos puestos a su disposición, no solo por sus efectos terapéuticos o cosméticos, sino por algo que es mas difícil de evaluar, que son los efectos sociales, que pocas veces son tenidos en cuenta al introducir nuevas tecnologías.  Las transgresiones a la ética publicitaria, que a veces acompañan a éstos adelantos, pueden ocasionar distorciones en el comportamiento de las comunidades a través de la presión que los medios generan en ellas con el propósito de lograr su expansión, aunque en muchos casos, poseen un efecto escaso o nulo sobre la salud.
En oportunidades, su excesivo costo y su proveniencia de entornos sociales distintos, impacta negativamente en la realidad local.
La calidad de la atención, por tanto, no se funda unicamente en la solidéz científica o el entrenamiento exhaustivo en las prácticas profesionales.  Nuestra ubicación privilegiada en la sociedad y la consecuente responsabilidad, nos obliga a actuar sobre todas las cosas con corrección.  La corrección en el profesional estriba, no solo en que sepa mas o menos dentro de ciertos límites aceptables, sino en la cautela y el cuidado que debe extremar para ajustarse al método científico , y cumplir los requisitos elementales para obrar con acierto.
La preocupación por el incremento científico, debe marchar paralela al hecho que significa poner lo ya adquirido, que es mucho, al alcance de toda la sociedad.

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