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viernes, 27 de marzo de 2020

LA ODONTOLOGIA : " UNA PROFESION DE RIESGO "


Uno de los más antiguos temas del derecho social, lo constituyen los daños emergentes del trabajo, a los que desde sus inicios se los denomina infortunios, como si solo representaran una simple desdicha no achacable a causas evidentes, y por tanto, no resultara imperiosa la reparación por parte de algún responsable empleador.
Sin embargo, previendo que en muchas oportunidades el trabajador, como consecuencia de un "accidente del trabajo" o de una "enfermedad profesional" puede quedar desamparado, los estados generaron una legislación para que algún actor social, individual o colectivo, responda en auxilio del doliente.
Dejando de lado el dolo, la culpa o la negligencia de terceros, muchos infortunios responden a causas inherentes a la realización del propio trabajo.  En dicho caso los profesionales de la salud, cuando no tienen dependencia del estado, de los organismos de la seguridad social o de instituciones privadas, resultan un claro ejemplo de que, quienes trabajan por cuenta propia, en forma privada liberal o a través de contratos de hecho con las Obras Sociales o las entidades de medicina prepaga, deben buscar algún camino de prevención y cobertura para los accidentes y enfermedades del trabajo.
Nos hemos cansado de publicar desde hace muchos años, llamados de atención a los poderes públicos, organizaciones prestadoras de servicios, entidades profesionales, odontologos en particular y la población en general, con una serie de reclamos en cuanto al reconocimiento de dos situaciones que coponen una cruda ecuación.  La odontologia es una "profesión de riesgo", y la clínica o consultorio dental es un "área crítica" en virtud de su directa incidencia en las viscisitudes a que el odontologo se encuentra expuesto.
La salud y seguridad del odontologo en el desempeño de su función, ya han sido analizadas en profundidad en una extensa publicación de 1979 en la revista " Salud Bucal " de la Confederación Odontológica de la República Argentina (CORA) y a posteriori en un libro del Dr, Trucco de Bahia Blanca. En sucesivas entradas de éste blog lo hemos seguido abordando con asiduidad.
Si bien es cierto que muchos profesionales de práctica privada liberal, imponen aranceles dignos a sus pacientes que les permiten tomar por su cuenta algún mecanismo de cobertura, también es cierto que ellos representan una minoría, y la gran mayoría de los odontologos dependen de convenios con instituciones que fijan unilaterálmente sus retribuciones, y que ignoran en la estructura de costos la cobertura social a la que tienen derecho, tal como lo asume la legislación que cubre a los trabajadores en relación de dependencia a través de leyes como la 9688 de 1915, su complementaria 24557 de 1995 y la 26773 de 2012 que crea las 
"Aseguradoras de Riesgos del Trabajo" ( ART ).
La evidencia científica sobre la posibilidad de sufrir accidentes laborales o enfermedades profesionales por parte de los adontologos, es muy conocida y se encuentra debídamente respaldada por los organismos internacionales de la salud ( OMS-OPS ) y por las entidades profesionales ( FDI ).
En una reciente publicación del Departamento de Trabajo del Gobierno de los EE.UU de N.A, se analizaron los 15 trabajos que más pueden afectar la salud de quienes los realizan, tomándose en cuenta un listado de 974 ocupaciones que experimentan exposición a contaminantes, infecciones, condiciones azarosas, radiaciones y a riesgos menores como quemaduras, cortes, desgarros y pinchazos.
Entre esas 15 labores, los odontologos ocupan el segundo lugar solo precedidos por los técnicos en histotecnología. En un estudio posterior del "Occupational Information Network" del mismo Departamento y sobre el mismo número de profesiones analizadas
( 974 ), la profesión odontológica pasó a ocupar el primer lugar entre profesiones como radiólogos, instaladores de ascensores, enfermeras, operadores de plantas químicas y de tecnología nuclear, pilotos de aerolineas, anetesistas etc.
Si analizamos en particular los distintos riesgos más frecuentes, según la causa o el agente productor, podemos agruparlos de la siguiente forma :

                       1.- Riesgos profesionales por agentes biológicos.
                            ( por inoculación, inhalación, contacto con
                              humores orgánicos )

                       2.- Riesgos profesionales por agentes físicos.
                            ( radiaciones de distinto tipo, ruido, lesiones
                              oculares, inhalación de polvo )

                       3.- Riesgos profesionales por la carga física del
                            trabajo.
                            ( columna vertebral, mano, brazo, hombro )

                       4.- Riesgos profesionales por sobrecarga psíquica.
                            ( Estrés, Bourn-Out )

                       5.- Riesgos profesionales por agentes químicos.
                            ( dermatitis, irritantes respiratorios, 
                              mercurialismo )

Todos éstos riesgos y enfermedades relacionadas con el ejercicio de la odontologia, requieren de una serie de protocolos y normas para su prevención a los efectos de garantizar las condiciones de salud y seguridad adecuadas, con pautas que regulen el trabajo y minimicen los riesgos de accidentes y complicaciones.
Todos los servicios públicos y privados de atención odontológica, y las clínicas docentes universitarias, deben adoptar dichas normativas referidas a :
                                     VESTUARIO

                                     EQUIPOS Y BARRERAS 
                                     PROTECTORAS

                                     ACCESORIOS PARA LA HIGIENE
                                     DE LAS MANOS

                                     ESTERILIZACIÓN

                                     MANIPULACIÓN DE SUSTANCIAS

                                     ELIMINACIÓN DE DESECHOS

                                     LIMPIEZA Y CONSERVACIÓN
                                     DEL INSTRUMENTAL Y EQUIPOS

Todas éstas normas de bioseguridad deben abarcar a los profesionales, auxiliares, alumnos, docentes, personal técnico y pacientes, aunque no en todos los casos se cumplen cabálmente.
Vale la pena hacer un mea culpa sobre nuestra propia responsabilidad en no demandar el cumplimiento de éstas normativas, como también reconocer que en muy contadas oportunidades la profesión se organizó para reclamar condiciones dignas de trabajo, remuneraciones justas y trato respetuoso.
La Confederación Odontológica de la República Argentina (CORA), ha llevado a cabo algunas campañas de concientización y reclamo ante los poderes públicos, no siempre correspondida como era dable de esperar, pero no se produjeron movilizaciones masivas al estilo de las que los profesionales llevan a cabo en paises vecinos.


  El 16 de Setiembre de 2015 se produjo una importante reunión en Perú, y en el mes de Octubre, se ha llevado a cabo una movilización nacional cuyo acto central se produjo en Brasilia. En ambos casos los odontologos hicieron oir su voz con toda decisión.
En Argentina no obstante, se han conseguido algunos logros a través de legislaciones provinciales que imponen el funcionamiento de organismos de seguridad social que se desempeñan como instituciones de derecho público (paraestatales), que son de afiliación obligatoria, y cubren las contingencias de jubilación, pensión, subsidios por discapacidad transitoria, seguros por fallecimiento y en algunas de ellas verdaderos sistemas de cobertura médica integral.
La Caja de Seguridad Social para Odontologos de la Provincia de Buenos Aires es una de dichas instituciones, que por ley se autogobierna y autoregula (por supuesto bajo supervisión estatal), y ha conseguido sumar al aporte obligatorio de sus afiliados, una contribución de las entidades de la Seguridad Social y de la medicina prepaga, que obran de comitentes de aquellos profesionales que brindan atención a sus afiliados a través de contratos directos o institucionales, que representan un porcentaje de lo facturado que no se debita de la retribución. Estos aportes constituyen un fondo individual que al momento de obtener la jubilación, son anexados mensualmente al importe básico.
Algunas otras cajas provinciales, tambien han establecido aportes suplementarios que los pacientes abonan por encima del arancel habitual privado.
Vale consignar que las estadísticas de morbi-mortalidad de la Caja de la Provincia de Buenos Aires, constituyeron el sostén de la decisión del Ministerio de Salud para el otorgamiento a todos los odontologos de la carrera profesional hospitalaria, de la "licencia por riesgo profesional", de la que ya gozaban los médicos.
El perfeccionamiento que el Estado debe aplicar a toda la normativa vigente, en relación a la cobertura de las contingencias emanadas de los infortunios del trabajo profesional, debe constituir una permanente preocupación no solo de los funcionarios y legisladores, sino de los propios profesionales y sus instituciones, que deben dejar de lado la vieja creencia de que el ahorro y la inversión individual durante su etapa laboral, es el reaseguro de un efectivo retiro de la actividad, ya que la gran mayoría de los odontologos graduados en las últimas décadas y los que se graduarán en el futuro, no estarán en condiciones de imponer aranceles compensatorios, y requerirán de mecanismos de solidaridad social que permitan acceder a reparaciones adecuadas en los casos de dolencias incapacitantes derivadas de su actividad laboral, y de prestaciones jubilatorias que les permitan gozar dígnamente de sus derechos al momento del abandono del ejercicio profesional.
La actual pandemia de coronavirus ha puesto el dedo en la llaga sobre todos éstos problemas que afectan a la profesión odontológica. Parece que recién ahora nos damos cuenta de las falencias que padecemos en nuestra organización profesional, y de lo endebles de nuestros argumentos, solo esgrimidos en oportunidades ocasionales tratando de influenciar sobre los poderes públicos, que normalmente nos marginan, cuando nuestro trabajo mengua o se ve impactado por situaciones de emergencia. A menudo nos quejamos contra nuestras instituciones en el momento en que debemos aportar recursos para su sostenimiento, pero cuando ocurren catástrofes que nos afectan económicamente, apuntamos hacia ellas culpándolas de negligentes.
Creo que ha llegado la hora, no solo de participar e informarnos, sino de involucrarnos actívamente en nuestras asociaciones de libre agremiación, como en aquellas de derecho público que nos aglutinan obligatóriamente, para que cumplan con sus cometidos y se constituyan en nuestra verdadera reserva que nos duvuelva nuestra tranquilidad en los momentos de incertidumbre que  nos acechan de tanto en tanto. Nadie puede repartir lo que no dispone, y la disponibilidad se constituye con nuestro aporte solidario.
Los actuales jubilados, pensionados y aquellos colegas que han sido golpeados por la enfermedad, sin duda alguna no reciben una compensación que les permita sobrellevar con dignidad los últimos años de su vida. Hagamos todo lo posible para que dicha situación, no sea otra cosa que el espejo en que se reflejarán las generaciones más jóvenes en un futuro, si nó hacemos de la solidaridad el arma fundamental de nuestra existencia.

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