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martes, 17 de septiembre de 2019

REFLEXIONES ACERCA DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS : " UN PROBLEMA DE SALUD PUBLICA "


El presente artículo, es la introducción a una serie de publicaciones sobre la franja etaria mencionada en el epígrafe, cuyo crecimiento a través de los años genera preocupaciones de distinto orden que la sociedad debe abordar en su conjunto.
Se ha demostrado en investigaciones recientes, que el acortamiento de los cromosomas que se produce con el envejecimiento, influye negativamente con una disminución de la protección contra las enfermedades más comunes que afectan al grupo etario de 65 años en más, tanto en las de origen genético como ambiental.
En general, el genotipo tradicional correspondiente a las personas mayores sanas, ostenta en forma activa al gen SIRT1, que caracteriza una buena salud y una mayor expectativa de vida.
Por supuesto, que también influye el fenotipo, que responde a las influencias que sobre el ser humano determinan el medio ambiente, las condiciones de trabajo y la exposición a factores físicos y químicos no factibles de regular en todos los casos.
El encendido del gen de la longevidad (SIRT1)responde a múltiples factores que actúan sobre sus proteinas codificadas, especialmente algunos componentes de las dietas como los ácidos grasos poliinsaturados tales como los omega 3-6-9, el resveratrol, la medicina preventiva, el aporte de frutas, verduras y pescado, algún tipo de gimnasia o símplemente caminar, dedicar tiempo a la lectura y una vida social activa, y dormir 7  a 8 horas por día.
Si se llevan a cabo todas éstas acciones, resulta probable disminuir la incidencia de las enfermedades que acortan la vida, tales como la diabetes, el Alzheimer, Parkinson, cáncer, hipercolesterolemia, hipertensión arterial y algunas otras de menor cuantía.
Como consecuencia de las influencias que se manifiestan sobre el gen descripto, hoy en día las personas viven más tiempo.
La esperanza de vida aumentó de 65.3 años en 1990 a 71.5 en 2013 y a 76.9 en 2018 con preeminencia de las mujeres sobre los hombres.
De mantenerse la tendencia, en el 2030 ascendería a los 85.3 años.
Lo mismo ocurrió con la edad promedio de muerte, que aumentó de 46.7 años en 1990 a 59.3 en 2013, situación en la que se conjugan los factores negativos como el abuso de drogas, el VIH Sida, el incremento de la enfermedad renal y los accidentes de todo tipo, con los factores positivos como las campañas de vacunación, el cambio de hábitos alimentarios, el empleo preventivo de diversos medicamentos, y el control de la diarrea, las infecciones del tracto respiratorio inferior, los transtornos neonatales y la malaria en los niños menores de 5 años.
Desde 1990 hasta 2013, se ha notado tambien un declive significativo de las tasas de muerte por enfermedades cardíacas, ACV y la EPOC. 

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