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lunes, 28 de enero de 2019

EL ESTRÉS Y LAS ENFERMEDADES DE LA BOCA


Si bien ya se intuía desde mucho tiempo atrás la relación entre la mente y el cuerpo en la producción de numerosas patologías (medicina psicosomática), todavía no eran bien conocidos los mecanismos fisiológicos que la sustentaban. A partir de la década de 1940, comenzaron a vislumbrarse cierto tipo de reacciones que experimentaba el organismo ante algunas agresiones de órden psicológico que luego se transformaban en enfermedad.
Hans Selye, investigador de la Universidad de Montreal, llevó a cabo los primeros estudios sistemáticos sobre el tema en la década de 1950, publicando su primera obra en la que llama "stress" (del latín "stringere"(apretar) y su derivado inglés "stress"(fatiga de material), hoy sintetizado como "estrés", a esa relación fisiológica del organismo en la que entran en juego diversos mecanismos para enfrentar una situación que se percibe como amenazante o demandante, mecanismo al que denominó "sindrome general de adaptación"(SGA), y que no es más que la respuesta ante un cambio que exige un esfuerzo suplementario físico, psicológico o emocional.
El mecanismo de adaptación es muy complejo, y puede ser provocado por un acto consciente y voluntario, o por una activación subconsciente e involuntaria, que afectan los sistemas orgánicos, el equilibrio hormonal y el componente inmunológico que arranca con una activación de la amígdala cerebral que estimula una reacción hormonal a nivel del hipotálamo, que libera una hormona que estimula la hipófisis, la que a su vez libera otra hormona que vuelca al torrente circulatorio (ACTH), que actúa estimulando las glándulas suprarrenales que liberan adrenalina, noradrenalina, aldosterona y cortisol.
Este intrincado mecanismo se desarrolla a través de tres fases, alarma, compensación y agotamiento.
Lo que se conoce de ésta reacción, es que todo el mecanismo corticoadrenal, como tambien la acción hipotalámica directa sobre el sistema neurovegetativo, provocan alteraciones en los distintos sistemas orgánicos casi en forma inmediata, o por lo menos con cortos intervalos de tiempo entre la alarma y la enfermedad.
Las enfermedades crónicas de la cavidad bucal (caries, enfermedad periodontal, cáncer), ya han demostrado a través de numerosas investigaciones, que pueden representar bajo efectos de otros factores concomitantes, una expresión indudable, inmediata o crónica, de respuesta al estrés.
El estrés actúa sobre la producción de saliva, el descuido de la higiene bucal, como desencadenante del bruxismo , en la activación de factores proinflamatorios y en la depresión de las defensas orgánicas.
Existen estudios, que tambien relacionan al estrés materno crónico con la prevalencia de caries en los niños (American Journal of Public Health), y situaciones en las que el bajo nivel socioeconómico y cultural, influyen en la salud bucodental de los niños (King College de Londres, Escuela de Salud Pública y Odontología de la Universidad de Washington).
Lo que no se había concebido hasta no más allá de las últimas décadas, es una acción deletérea del estrés sufrido en la niñéz pero con consecuencias patológicas en la edad adulta.
Ya no resulta difícil encontrar publicaciones científicas en las que los investigadores concluyen que la adversidad temprana en la vida de las personas, se constituye en factor etiológico, principal o secundario, de enfermedades crónicas en la adultéz. Neurobiólogos, psiquiatras, pediatras, etc., aceptan la evidencia de dicha relación, que incluye a las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, los accidentes cerebrovasculares, la aterosclerosis, el asma, el cáncer, las enfermedades autoinmunes, el sindrome metabólico, las enfermedades bucales y el envejecimiento prematuro.
Algunos estudios recientes, establecen ya sin dudas una probable relación entre las enfermedades crónicas del envejecimiento celular de algunas personas, con ciertos factores estresantes ocurridos en su vida temprana.
En numerosas investigaciones socioepidemiológicas se ha podido comprobar fehacientemente que niños maltratados y criados en condiciones de pobreza extrema, muestran una mayor vulnerabilidad a ciertos trastornos y enfermedades al llegar a su edad mayor, con estadísticas que duplican y hasta triplican la incidencia de niños criados normalmente.
Una incógnita todavía no develada, se relaciona con el largo período de incubación de las manifestaciones patológicas, no así en todo lo relacionado al proceso mismo, que se explica por una acción del estrés infantil que determina una marcación epigenética sobre los macrófagos y sus predecesores los monocitos, que adquieren tendencias proinflamatorias que luego expresan en respuestas exageradas de ciertas citoquinas (IL-6), que sumado a ciertas tendencias del comportamiento y a una sensible desregulación hormonal, se expresan en alteraciones de la autoregulación, en malas relaciones sociales y en estilos de vida poco saludables.  Una mezcla de tensión proinflamatoria y un entorno social complicado, fomentan los mecanismos patogénicos que desencadenan las enfermedades crónicas a distancia temporal.
El eje hipotálamo-pituitario-adrenocortical juega sin duda  como factor determinante. Su alteración sería fundamental para provocar la enfermedad (ver figura).
Las enfermedades bucodentales crónicas no están exentas de presentarse en mayor proporción en individuos afectados por el estrés psicosocial en su infancia. Boyce, W.T investigador de la Universidad de California, manifiesta que " la adversidad en la primera infancia y el estrés tóxico, generan una alteración gen-ambiente, que subyace en la etiología tardía de las alteraciones de la salud bucal ".  Una publicación  reciente ( Pediatric Dent. 2014, marzo-abil, 36 (2) 102-8 ), manifiesta que " los orígenes de los procesos de maltrato infantil, revelan cuantas de las morbilidades crónicas de la edad adulta deben considerarse trastornos del desarrollo con raices etiológicas en la infancia ".
Como conclusión podemos sintetizar que, el duro clima familiar en la vida temprana, presagia la aparición de un fenotipo proinflamatorio en la adultéz, y la inflamación es la respuesta inmunológica preliminar a la aparición de enfermedades, lesiones e infecciones entre las que pueden citarse la caries dental, la enfermedad periodontal, el cáncer bucal y otras, lo que requiere que el odontologo incluya en la anamnesis remota de sus pacientes, alguna pregunta que tenga relación con la niñéz vivida por los mismos, ya que una misma enfermedad asentada en distintos fenotipos, puede reaccionar de distintas formas a la terapéutica instaurada.


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