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sábado, 6 de febrero de 2016

UNA VISIÓN MODERNA DE LAS CLÍNICAS ODONTOLOGICAS MULTIEQUIPOS


Imaginemos una clínica médica montada en un establecimiento asistencial, que ocupa una planta común con camillas simulando pequeños quirófanos ubicados uno al lado del otro, en los que se están llevando a cabo simultáneamente intervenciones como apendicectomías, biopsias, tratamiento de fracturas abiertas, operaciones en el oido, amigdalectomías, etc., con profesionales que rozan sus vestimentas, con enfermos que conservan su ropa de calle sólo cubiertos por una compresa, con desplazamiento de personal auxiliar de un lado a otro, y todo ello dentro de un ambiente mal ventilado, escasamente atendido en la limpieza de sus paredes, aberturas y mobiliario, y con una dificultosa, cuando no ausente desinfección de las camillas o mesas quirúrgicas y del equipamiento básico para la atención. Es probable que ésta descripción, represente una realidad que bien podría corresponderse con la práctica habitual en la Asistencia Pública de la ciudad de Buenos Aires en 1925 (ver foto).
Ante éste cuadro descripto 
deberíamos preguntarnos, :
¿ aceptaríamos sin reparos someternos a algún tipo de procedimiento invasivo en un ambiente tan convulsionado ?,
¿ pensaríamos que el transcurso del tiempo no ha podido introducir cambios sustanciales en el modo de funcionamiento de éste tipo de establecimientos ?.
Sin embargo, ésta modalidad de atención médica ha pasado al olvido, y tanto las salas de internación comunes, en las que convivían enfermos con sus camas apenas separadas (en casos excepcionales por un biombo ), y las salas quirúrgicas múltiples funcionando tal como lo imagináramos, han evolucionado hacia estructuras más individualizadas, fruto de los adelantos que la ciencia y la técnica proveyeron no solo en conocimiento científico, sino en tecnología y en diseño arquitectónico saludable.
Traslademos ahora la escena al ámbito de la atención odontológica.
Fuera del consultorio individual, la atención dental se lleva a cabo en clínicas, dispensarios, hospitales, facultades, etc., bajo una concepción arquitectónica que se mantiene vigente desde hace un siglo.  Basta observar la ilustración que se acompaña, correspondiente a la clínica dental de la Asistencia Pública en 1925, para comprender que, sin tener en cuenta el moderno equipamiento con que se fueron sustituyendo los vetustos módulos odontológicos, no se percibe un cambio sustancial en la estructura básica de las clínicas, manteniéndose el clásico esquema de poliequipos ubicados uno al lado del otro, tal como se aprecia en la foto de la antigua facultad de odontología de la UBA (derecha).
Si avanzamos en el tiempo, podemos
apreciar el diseño impuesto a las clínicas de la nueva facultad, inaugurada en 1945 con sus clásicos equipos Ritter alineados tal como en 1920, y si lo comparamos con las nuevas clínicas inauguradas en 
2014-2015, descartando lo moderno del equipamiento, podemos apreciar en la foto comparativa una casi idéntica disposición del mismo, con pequeños espacios de separación.(izquierda).

  Sin embargo, en algunos centros odontologicos pertenecientes a instituciones privadas, y en ciertas clinicas universitarias del país y del extranjero, ya se puede apreciar un cambio en la disposición de los equipos dentales separados en boxes con tabicamientos modulares, tal como se aprecia en una clínica de la Facultad de San Pablo ( ver foto de abajo ).

La propia Facultad de la UBA
ya dispone desde la década de 1980 de una clínica modulada en su planta baja, destinada a la Residencia Universitaria, lo que no se ha repetido en la mayor parte de los pisos correspondientes a las materias clínicas.
El análisis somero de éste tipo de estructuras asistenciales, nos refiere a dos situaciones que deben atenderse al planificar su renovación.  La primera es de orden psicologico y humano y hace a la situación personal de recato y turbación de cada paciente, quien pierde todo tipo de privacidad, y convive con la visión y la audición de todo tipo de escenas que hieren sus sentimientos y resuenan lacerando sus oidos, que en última instancia lo mal predisponen ante su propia atención.
Sin embargo, no es ésta la mayor preocupación que nos impulsa a abordar ésta temática.
Un gran porcentaje de nuestros pacientes, requieren de una atención intervencionista invasiva en tratamientos que requieren de la exodoncia, endodoncia, periodoncia, etc., casi siempre en cuadros clínicos en los que prima la infección, donde los esfuerzos debieran concentrarse en impedir la propagación microbiana, que en muchos casos está constituida por bacterias resistentes a los antibióticos.
Ya nos hemos referido en la publicación del 24 de Julio de 2015, a las bacterias denominadas CRE, que siendo huéspedes habituales, pueden adquirir una gravedad inusitada que justifica su denominación como "bacterias pesadilla". La klebsiella, la escherichia coli, la pseudomona aeruginosa, etc., se transmiten por vecindad y poséen altos índices de mortalidad.
Otro tipo de gérmenes que pueden ser portados por individuos infectados o aparéntemente sanos, son los SARM (estafilicoco aureus resistente a la meticilina), que ante tal condición requieren del empleo de antibióticos potentes que alientan la superinfección provocada por la clostridium difficile, bacteria oportunista que invade los intestinos después de la destrucción de la flora intestinal, y produce numerosas muertes.
Todos éstos gérmenes pueden propagarse en los centros de internación y en los de atención ambulatoria, ya por descuidos en las medidas de esterilización, de desinfección o tan solo por vecindad en espacios restringidos donde se emplean aerosoles, se producen salpicaduras o se transgreden las cadenas asépticas y los cuidados en la circulación del personal auxiliar o acompañantes.
Es por ello, que el diseño de las clínicas generales con múltiple equipamiento, deben prever un suficiente aislamiento relativo de los pacientes y los profesionales, en áreas con una separación lógica y una individualización de los equipos en ámbitos independientes,( ver plano en la ilustración del comienzo ) tal cual lo hemos observado en clínicas como la visitada en Pinar del Rio (Cuba), o la Clínica Yokoi de la ciudad de Kiyosu, en los que los distintos equipos se encuentran separados por un tabicamiento modular ( figura correspondiente a la publicación de la Revista de la Caja de Odontólogos de la Provincia de Buenos Aires del mes de Septiembre de 2015 ).

Al mismo tiempo  debe darse especial preponderancia a la facilidad para la higiene y desinfección de los ámbitos, de las superficies del equipamiento y de los implementos que se ponen en contacto con la sangre, secreciones sépticas y humores orgánicos.
En los EE.UU, se calcula que de cada 25 pacientes atendidos en clínicas hospitalarias, uno contrae una infección en el propio centro de atención, que luego pueden tambien actuar como propagadores en otros ámbitos.
Los desinfectantes del tipo del hipoclorito de sodio (lejía) o la iodopovidona, deben constituirse en elementos esenciales para la descontaminación  y las tecnologías de limpieza de superficies, aún con el peligro de dañar las superficies metálicas o manchar los recubrimientos plásticos.
Una de las dificultades que se aprecian cuando se pretende viabilizar éstas tecnologías, pricipálmente en las clínicas de las facultades de odontología, es la carencia de personal, tanto en número como en preparación.  Hemos observado ya hace muchos años en la facultad de odontología de la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña de Santo Domingo (República Dominicana), una estrategia que adjudicaba a un número restringido e individualizado de estudiantes un equipamiento dental completo, totálmente separado de los otros, que usarán en distintos horarios durante el período lectivo. Estos estudiantes acceden al respectivo box con una llave, y  cada uno de ellos, finalizada la atención de sus pacientes, deberá cumplir con un protocolo de limpieza, desinfección y esterilización como pasos previos a la transferencia del ámbito al siguiente educando perteneciente al grupo.
Por supuesto que ésta obligación debe ser supervisada para su estricto cumplimiento.
Como conclusión, podemos asegurar que todas las medidas que se tomen para impedir atestar de equipos las clínicas dentales son pocas, en la medida que la propagación de infecciones actúa solapadamente en ámbitos abarrotados y caóticos.
Modernizar lo perimido tecnológicamente, es una manera de actualizarse y de ofrecer a nuestros pacientes un ámbito más acogedor, atrayente y agradable, pero la actualización debe también estar en línea con los criterios arquitectónicos y estructurales que impone el avance de la ciencia y el cuidado de la salud, tanto de los enfermos como de quienes los atienden.   

  

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