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viernes, 4 de junio de 2021

LA INTERACCIÓN ODONTOLOGO-PACIENTE A TRAVÉS DE LAS TICs.


Siempre hemos defendido la relación presencial entre el profesional y el paciente sin ningún tipo de obstáculo que se interponga entre ambos, y menos aún que la pueda exponer públicamente.
Ello obedece no solamente a una situación que abreva en la mayoría de los códigos de ética profesionales y en la legislación que ampara el secreto médico, sino y fundamentálmente en la necesidad de preservar un ámbito tan caro al respeto que merece el enfermo cuando se coloca en una relación estrecha que desnuda hechos, actitudes y exposiciones anatómcas y fisiológicas de claro contenido íntimo.
La aparición en el mercado de la salud de las organizaciones sociales de financiamiento y de las entidades de medicina prepaga, con la introducción de un nuevo recurso profesional denominado
"auditor", ha  roto en forma definitiva la clásica relación profesional-paciente.  La historia clínica hoy ya no es un documento secreto y confidencial, y las decisiones profesionales ya no son solo patrimonio de dicha dupla, sino que en muchas oportunidades resultan expuestas, analizadas, supervisadas y hasta alteradas por parte de terceros, y la trama administrativa de los sistemas las pone a mano de simples empleados que pueden tomar conocimiento de una información que roza el derecho al resguardo del recato de las  personas enfermas y del propio oficio responsable del profesional.
Los ateneos anátomoclinicos y la enseñanza de los educandos que se llevan a cabo en los establecimientos con unidad docente-hospitalaria, si bien exponen a los enfermos en su máxima intimidad, quedan restringidos a un ámbito muy estrecho, y la información queda en manos del personal de salud o de estudiantes que saben perféctamente del resguardo ético que éstas acciones proponen, acosejan e imponen.
Sin embargo, no resulta raro hoy en día, encontrar en las redes de las tecnologías de la información y comunicación ( TICs ) algunos grupos en los que ciertos miembros incorporan a sus profesionales de la salud entre sus contactos predilectos, y se visualizan diálogos relativos a sus dolencias.
En algunas encuestas llevadas a cabo sobre usuarios de Facebook, se pueden constatar algunas predilecciones para incorporar a sus grupos o usuarios de correo electrónico a sus médicos y odontólogos.  El empleo del correo electrónico se constató en casi un 40 % de los encuestados, situación que se daba especialmente en menores de 45 años, portadores de enfermedades crónicas y personas de alto poder económico.
Esta relación, les permite tener acceso a sus expedientes electrónicos, realizar el seguimiento del decurso de su afección, y establecer diálogos en linea sobre las terapéuticas indicadas.
La historia clínica electrónica, la electromedicina, la información y promoción de la salud a través de videos, y la retransmisión de datos y consultas entre profesionales y de éstos con sus pacientes, se halla en proceso de gran expansión en la medida que las TICs amplían sus posibilidades de interacción.

Los resultados positivos de éste tipo de práctica, deben forzosamente contrastarse (si su uso no es apropiado), con algunas consecuencias desagradables, equivocaciones, descuidos y hasta la muerte de algún enfermo que la relación personal directa puede evitar con mayor seguridad.
Una atención de la salud más efectiva y segura sin duda, es la relación paciente-profesional en vivo, en la que se puede ampliar consideráblemente el cúmulo de preguntas, el asegurarse de haber entendido las recomendaciones  proporcionadas por el profesional, discutir sobre el empleo correcto de medicamentos, y recibir información precisa sobre interacciones, toxicidad y reacciones indeseables; analizar con mayor detenimiento las opciones terapéuticas, y hasta poder solicitar todo lo acontecido por escrito y agendar una interconsulta.
Los derechos del paciente siempre deben estar garantizados, aún el de la privacidad, con independencia del mecanismo que se utilice para llevar adelante el tratamiento, de la misma manera que el profesional debe también resguardar su responsabilidad hasta el límite que separa lo deseable de lo posible y lo correcto de lo incorrecto.
El consentimiento informado es un documento de gran valor, pero no el único para asegurar dicha defensa.  Una relación adecuada, prudente, respetuosa y amistosa es tanto o más importante.
Desde siempre, a los prestadores de servicios de salud se les ha exigido una absoluta garantía del derecho a la privacidad del paciente.  Sin embargo éste derecho se vulnera con facilidad con la sola circulación de la historia clínica en los distintos trámites burocráticos exigidos por los organismos o empresas financiadoras.
El empleo de las TICs., puede también vulnerar dicha privacidad y exponer ante terceros, situaciones que debieran quedar resguardadas en el marco de la relación del paciente con el profesional.
El aprovechamiento de la tecnología en la obtención y diseminación de los datos que ofrecen información sobre la salud de comunidades, incorporando índices fidedignos a los sistemas de vigilancia epidemiológica, es un camino útil y necesario,  de la misma manera que la difusión del conocimiento y la promoción de la salud se benefician de éstas tecnologías.  Los profesionales disponen también de unas herramientas excepcionales para su educación contínua y para la transmisión de eventos sin necesidad de movilizarse territorialmente.
Sin embargo, con la excepción de casos específicos en que pueden servir para permitir interactuar al paciente con su profesional, no se puede evadir la relación directa.  El correo electrónico es una tecnología que puede ser empleada en muchos casos con gran suceso y escasa posibilidad de exposición ante terceros.
Las redes en cambio, resultan más vulnerables y pueden poner la información en una vidriera no querida ni por el profesional ni por el paciente.
La e-Salud puede desempeñar un importante papel y ser una herramienta estratégica que revolucione la atención de la salud facilitando el acceso de las poblaciones, y en muchos casos, mejorando la calidad de la atención.
La proliferación de éstas tecnologías las convierte en un fuerte aliado de la salud pública, otorgándoles las posibilidades de ampliar su rango de acción en la esfera individual, pero en éste caso existen límites que los propios sistemas de salud, ya públicos, ya privados, deben fijar evaluando el riesgo-beneficio de su acción en el ámbito de los comportamientos sociales, sin ir más allá de lo que la ética y la ley fijan como resguardo confidencial del ser humano enfermo.
    


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