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lunes, 17 de junio de 2013

AL FINAL : ¿ CUANTOS ODONTOLOGOS SOMOS ?


      
 
     A nadie se le ocurriría, en cualquier actividad humana, pretender fijar políticas o enunciar predicciones a futuro, si no cuenta con una base estadística seria.         En el campo de la salud ello resulta imperioso. La planificación requiere tomar en cuenta, en todos los casos, la disponibilidad de recursos, tanto físicos como financieros y fundamentalmente humanos, y en los tres casos, poseer una cabal información sobre su fuente de origen, su calidad, su número y su distribución.                                                                                         
Cuando se carece de dicha información, se trabaja a ciegas, y los resultados obtenidos no se corresponden con los objetivos previstos.  La ciencia, nos enseña que todo desarrollo debe orientarse hacia un futuro posible ( futurible ) o escenario normativo al que debemos dirigir la mirada, siempre respetando la imagen objetivo resultante de los ejercicios de planeamiento, y apelando siempre a los patrones de calidad en su ejecución, para obtener así una verdadera efectividad en los resultados.                 
Los escenarios a futuro delineados para la obtención de resultados positivos en las cuestiones de salud pública, deben ajustarse a la diagramación seria de las políticas de salud, a la situación socioeconómica, a las tendencias demográficas, al desarrollo tecnológico y a las variantes del desempeño del personal, pero nunca desconociendo la cantidad de los distintos recursos disponibles, y en nuestro caso particular, al real número de recursos humanos con que se cuenta para diagramar las políticas.                 
Pareciera que éste hecho se da por sentado, y que disponemos de los instrumentos idóneos para su conteo.                                          
Sabemos que, por ejemplo en nuestro país, cada diez años se lleva a cabo un censo nacional que recaba todos los datos poblacionales, entre los que cuentan los recursos humanos de distinto tipo que luego son tabulados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos ( INDEC ).                                                                           
Sabemos que el Ministerio de Salud de la Nación dispone de un organismo de estadísticas en salud, dotado de un plantel de expertos y de tecnología apropiada.                                            
También los ministerios provinciales cuentan con similares organismos.                                                                                  
Sabemos que existen instituciones profesionales de libre agremiación e institutos educativos universitarios en cada área de la salud, que poseen información fidedigna y confiable sobre aspectos del ejercicio profesional, de la formación de los recursos humanos, de su distribución geográfica, etc.                                                 
Sabemos también que existen ONGs. y entidades académicas que estudian la problemática de la salud.                                                
Y en fin, no ignoramos que los organismos internacionales del área de la salud ( OMS.,OPS.,OIT.,CEPAL., etc.), dedican esfuerzos e ingentes recursos que aportan sus países miembros, de la misma manera que en el caso particular de la odontología lo llevan a cabo las organizaciones regionales ( FOLA ), o internacionales ( FDI ), ésta última con más de doscientos miembros institucionales que aportan recursos, datos, estudios, etc..                                           
Por cierto que las cifras y estadísticas que manejan los organismos internacionales, no son otra cosa que el resultado de las informaciones que les proveen los estados miembros, y éstos no siempre aportan seriamente los mismos, y en algunos casos, ni siquiera los informan.  Un claro ejemplo de lo dicho, lo constituye la última versión ( 2012 ) de las Estadísticas Sanitarias Mundiales de la OMS, en las que no figura el número de odontólogos de nuestro país, dato retaceado por el ministerio del área, seguramente por no disponerlo con certeza.  ( Resulta llamativo, que esto ocurra con un país como Argentina que es uno de los mayores aportantes a la OPS, ya que durante varios años se ubicaba en el segundo puesto luego de los EE.UU de N.A.).                                                        


Así, cuando deseamos obtener un dato tan simple como el número de profesionales ( en nuestro caso, odontólogos ), en algún país o jurisdicción, nos encontramos con cifras disímiles en acuerdo con la proveniencia de la información, y en algunos casos con diferencias tan notorias que confunden al investigador, y por supuesto, resultan inconducentes para la elaboración de proyectos o políticas que involucran a los recursos humanos del sector.

Según informes de la Organización Mundial de la Salud ( OMS ), hay en el mundo 28 millones de profesionales de la salud, de los cuales el 6,6 % son odontólogos.  El dato preciso es 1.854.512, sin embargo otros organismos internacionales lo ubican por encima de los 2 millones ( seguramente por el subregistro originado en la falta de informes de algunos países como ya lo manifestáramos ).            

Ya en el año 2000, el número manejado ascendía a 703.947, y llama la atención que en solo una década, el incremento supere casi el 200 %.   La Federación Dental Internacional ( FDI ) no informa un número concreto de odontólogos, pues los datos que puede recabar de sus organizaciones miembros, tampoco resultan convincentes.  Solo hace mención al incremento del número de facultades de odontología en el mundo, que de 386 en el año 2000, ascendió a 550 en 2010, lo que da una idea del incesante flujo creativo de dichas instituciones, lo que abonaría en favor ( teóricamente ) del notable incremento numérico de la profesión.                                                                                            

Casi la mitad de los odontólogos del mundo, se distribuyen en las Américas ( entre 900.702 y 1 millón o mas ), con una relación de 1 por cada 999 habitantes en N.A,  1 por cada 1.427 en L.A y Caribe y 1 cada 3.666 en el mundo.                                                              

Por supuesto que la relación odontólogo/habitantes fluctúa según los países y poblaciones, entre las que la relación es muy baja como en Puerto Príncipe, y desproporcionadamente alta como en Los Algodones, la población mejicana más norteña ubicada a 7 millas al oeste de Yuma ( EE.UU.), con una relación de 1/6.6 hab. ( 900 odontólogos para 6000 habitantes ), lo que obedece sin duda a la demanda de servicios a bajo costo por parte de ciudadanos de EE.UU y Canadá.                                                                               

Otros datos discordantes abonan nuestra preocupación.  Chile, según informa su Colegio Dental, posee 14.500 odontólogos; sin embargo, algunas estadísticas los hacen ascender a 18.000.              

México no posee cifras oficiales seguras, y los organismos de salud hablan de aproximadamente 70.000.                                                

En Brasil, el número fluctúa entre 200.000 y 240.000.  En Colombia, la Federación Odontológica informa 38.000, y la OMS 44.858.  En Uruguay, la Sociedad Odontológica hace ascender la cifra a 3.717, y la OMS contabiliza 2.476. Un caso llamativo sucede con Perú, en donde sus instituciones dentales informan 16.500 odontólogos, y la OMS 3.570.                                               

En Argentina, sucede algo parecido a lo que ocurre en otros países.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos ( INDEC ) por ejemplo, informa según sus datos correspondientes a 2001, un número de 108.000 médicos, y tres años más tarde lo eleva a 199.000, casi el doble, no obstante que la producción en las facultades de medicina, debidamente contabilizada, asciende a 5.000 médicos en el quinquenio 2000-2005, y que la inmigración de países vecinos no fue significativa.                                              
Algo parecido sucede con los odontólogos.  En 2001, el INDEC contabiliza 35.944 odontólogos en todo el país.  Diez años después, en el informe producido en la reunión de expertos de las Jornadas Internacionales de la Asociación Odontológica Argentina, el delegado oficial contabiliza 43.000, sin haber tenido en consideración los egresos de todas las facultades públicas y privadas del país, que sumaron un término medio de 1500 odontólogos por año ( 15.000 en la década ), y peor aún, sin tomar nota del informe del censo 2010, que ubica la cifra en 53.000.
Vale recordar que el INDEC ya informaba en 2001 una cantidad de 35.944 odontólogos, al mismo tiempo que el " Observatorio de Recursos Humanos en Salud ", formado en el año 2000 con la colaboración del Ministerio de Salud de la Nación, representantes de la OPS/OMS, la CEPAL, la OIT y algunas instituciones odontológicas nacionales, ofrecía la cifra de 28.900, casi en concordancia con la Confederación Odontológica de la República Argentina ( CORA ) que informaba 29.231.                                   
Los datos del observatorio, se obtenían sobre la base de los egresados del sistema universitario (?) y algunos informes institucionales, bases muy poco sólidas para la estadística.
Cabe consignar que en nuestro país, el ministerio de salud, que centraliza la matrícula solo en la ciudad de Buenos Aires, tampoco puede presentar estadísticas confiables aún en dicha circunscripción, pues no da de baja a los odontólogos retirados, jubilados y fallecidos, y su escaso control, admite un importante subregistro.                                                                                      
Solo las provincias que cuentan con colegios odontológicos de afiliación obligatoria, disponen de números confiables, pero  representan algo mas de la mitad de las provincias del país, aunque por su población cubren casi el 80 % de la matrícula total.
Ante éste desquicio estadístico sobre tan solo uno de los aspectos a considerar en una probable política de salud bucal a nivel nacional, cual es nada mas y nada menos que el conjunto de los recursos humanos encargados de llevarla a cabo, vale preguntarse, ¿ que valor se le puede asignar a un programa nacional de salud bucal ?,
¿ es esperable un resultado positivo, si también traspolamos los resultados inciertos a los demás recursos que interactúan en su concreción ?.                                                                                   
El régimen federal argentino, determina que cada provincia debe asumir las responsabilidades que le competen en el ámbito de todas aquellas facultades que no han sido delegadas al poder central.      
La salud es una de ellas, por lo que todos los recursos que se requieren para su desarrollo quedan bajo la responsabilidad de las autoridades locales. Los ministerios provinciales de salud, por tanto, deben asumir la obligación de matricular y controlar el recurso humano profesional, ya a través de sus organismos específicos, o por delegación en instituciones de derecho público creadas por ley como lo son los colegios profesionales.              
La experiencia argentina al respecto, muestra una efectiva ventaja de éstas últimas instituciones, de naturaleza paraestatal, que se autogobiernan , autosostienen, y cumplen con tareas que la estructura estatal no está en condiciones de asumir, por lo menos hasta el presente. El control de la matrícula en manos de los colegios, ha permitido contar en las jurisdicciones que los poseen, con la información precisa sobre la cantidad cierta del recurso humano, además de disponer el dictado y control de las normas de ética profesional, la habilitación de los consultorios e instituciones prestadoras de los servicios y todo lo atinente a la dignidad del ejercicio profesional y al resguardo de la salud de la población.
 
CONCLUSIONES
  
                                                
Entre las definiciones políticas de los ministerios de salud, tanto nacionales como  provinciales en los últimos 40 años, se mantienen casi inconmovibles una serie de objetivos específicos con sus políticas concurrentes a saber :
 
* Atención primaria de la salud y extensión
de la cobertura.
* Atención médica integral.                         
* Saneamiento ambiental.                             
*RECURSOS HUMANOS.                         
*Recursos financieros.                                  
*Aplicación del principio de                        
subsidiariedad.
 
En relación con los recursos humanos, las políticas concurrentes apuntan a la determinación de la necesidad real de los mismos para la ejecución de las políticas y planes de salud, identificando su cantidad, calidad y distribución.   A lo largo de los años, y con independencia de los distintos gobiernos que han sostenido éstas declaraciones, no es mucho lo conseguido.                                        
En un trabajo que publicáramos en la revista Salud Bucal de Agosto-Septiembre de 1979, ya alertábamos sobre que " el único factor activo en los procesos productivos, lo constituyen los recursos humanos, y que cuando no se dispone información suficiente sobre su cantidad y pertinencia, la utilización eficiente y racional de los mismos resultará una entelequia ".                             
También exponíamos, que " toda planificación en salud dental pública, debe apoyarse en informes concretos sobre el estado actual de los recursos disponibles; y solo en posesión de los datos respectivos, podrán estructurarse planes para el logro de una efectiva racionalización y adecuado empleo de dicho recurso ".
Las necesidades y demandas de los servicios por parte de la población, deben cotejarse con los distintos recursos disponibles, entre los cuales los profesionales del área representan un factor ineludible.                                                                                           
Nadie puede negar, repito, que el factor activo por excelencia en todo proceso productivo lo constituyen los recursos humanos. Su conocimiento y evaluación en todos los aspectos, constituye la base de cualquier política que los requiera.  Para la utilización racional de las capacidades de un país, en el cumplimiento de programas previamente elaborados, es exigencia rigurosa el conocimiento de los recursos disponibles.  Quienes programan sin conocer los recursos de que se disponen, y quienes ejecutan sobre bases tan endebles, no lograrán otra cosa que el fracaso. Al respecto dice Terragno : " Una de las razones de nuestro atraso, es la abundancia de acción sin ideas, que es vicio de políticos; y de ideas sin acción, que es pecado de intelectuales ".                                                        
Tal como están dadas las cosas a nivel nacional, es un hecho conocido por todos, que determinar la cantidad de odontólogos en el país no es una tarea sencilla, pues no todas las provincias cuentan con un registro fidedigno.                                                                   
La gestión Oñativia ( 1963-1966 ), puso en ejecución la primera
" Encuesta de Recursos Humanos de Salud ", desarrollada por el Ministerio de Salud de la Nación, las Asociaciones de Facultades y la OPS.  La caída del régimen constitucional dió por tierra con todo lo hecho y lo pensado a futuro.  La tarea realizada, a la que se integraron la totalidad de las provincias, permitió desarrollar un ambicioso sistema de información para todo el país, se capacitaron un gran número de agentes específicos y se aplicaron recursos técnicos y financieros adecuados.                                                     
El plan nacional de estadísticas, quedó así inconcluso, de la misma manera que lo sucedido a la " Comisión para el estudio del sistema de atención de salud ", que fuera establecida por la Resolución 566, la que nunca más pudo integrarse totalmente, ya por decisión de los gobiernos de facto, o por oposición de la CGT.                                 
Así dichas políticas, atravesaron las décadas con frustraciones y entusiasmos, con logros y fracasos, y deberán requerir a futuro, del esfuerzo sin pausa, de la imaginación y de la integración, eludiendo las discrepancias y buscando las coincidencias, ya que nadie puede adjudicarse la totalidad de la verdad.                                                 
Almafuerte resumió con maestría dicha necesidad de trabajar de consuno : " Nadie es tan fuerte como para hacerlo solo, ni tan débil como para no poder ayudar ".                                                           
                            
  
                          

                                                                                       
                       
                                                                 

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