jaitt odonto social

jaitt odonto social
Que una sonrisa feliz sea nuestro mejor premio
Powered By Blogger

jueves, 17 de noviembre de 2011

DE FORMADORES Y MAESTROS

Decía Osvaldo Loudet que, " el error clínico, involucra el error terapéutico ". Y ésta frase, nó solo es aplicable a las ciencias médicas, pués puede asimilarse a cualquiera actividad de la vida en la que es preciso adoptar decisiones; y dichas decisiones ( la terapéutica en las ciencias de la salud ), deben corresponderse con una visión precisa y exacta de la realidad ( diagnóstico acertado ), sin la cual las soluciones pueden no resultar las correctas.
En muchas oportunidades, al fracaso de un tratamiento se lo achaca a una ineficacia de la medicación, o a una falta de acción de la tecnología, sin entender que tal véz, este fracaso fué debido a una incompetencia de quien ordenara su aplicación, cuando su indicación no era la correcta o cuando el momento no era el oportuno.
Por ello, en nuestra profesión resulta importante la función del educador, formador o profesor, que le brinda al educando todos los conocimientos válidos para comprender el proceso salud-enfermedad, para arribar a un correcto diagnóstico y para dotar al futuro profesional o especialista, de las destrezas analíticas y habilidades para encarar el tratamiento.
Esta misma premisa, puede trasladarse a las funciones ejecutivas y dirigenciales, pues resultará harto difícil intentar un adecuado funcionamiento institucional o lograr soluciones a los problemas que plantea el ejercicio profesional, si primero no se dispone de un cabal conocimiento del campo específico.
Esta función, informativa y formativa que deben transmitirnos nuestros profesores, instructores o guias, no siempre resulta suficiente para crear una conciencia en el profesional o dirigente, que lo capacite en forma integral para encarar los problemas y aplicar las soluciones con efectividad.
La posibilidad de adquirir una mirada más comprensiva de nuestro ámbito de actuación, de analizar con presteza las alternativas disponibles, de obrar con cautela, y de interpretar las situaciones dentro de un contexto que exceda el estríctamente  profesional o dirigencial, no suelen adquirirse con sólo tener buenos profesores o guias de estudio. 

En algunos de ellos, existe un plus que no se dá en la mayoría de los casos, y que cuando ocurre, los transforma automáticamente en maestros. Hemos escuchado y leido en muchas oportunidades, que la Odontología posee excelentes profesores, mas carece de verdaderos maestros.                        En mi largo trajinar por la profesión, la especialidad, la dirigencia y la función, debo admitir que he gozado del apoyo y de la enseñanza de numerosos y excelentes profesionales, que me transmitieron las bases para mi  desarrollo , y al mismo tiempo me formaron profesionalmente. Pero tambien debo agradecer, que yá por casualidad o por elección, me acerqué a muchos otros que se comportaron como consejeros y me brindaron, sin ningún tipo de condicionamientos, toda su experiencia y su bagaje de conocimientos, que excediendo su estricta capacitación específica, me transmitieron sus experiencias de vida .                                                               
A ellos, quiero dedicar éste modesto reconocimiento, aclarando que todos aquellos errores que pude cometer, o las incorrectas interpretaciones que me condujeron a ellos, no los alcanza, y que, como dijera Amado Nervo en sus exquisitos versos, he sido " el arquitecto de mi propio destino ".         Al Doctor Orestes Siutti, y al Doctor Bernabé Espinal, por su ejemplo en el pregrado.   En el ejercicio de mi especialidad, ya por inducción o imitación, debo agradecer las enseñanzas que recibí de los Dres. Norberto Costoyas, Enrique Muller y Guillermo Ries Centeno.                                                  
  
   
                                                                                                  
             
Este último, autor de una de las mas importantes obras sobre la cirugia bucal de habla hispana, me dió la oportunidad de iniciarme  en la tarea docente a su lado y en estrecho contacto con alguno de sus más estrechos colaboradores como Geremías Bajraj, que fué durante varios años, mi consejero y guia en la ética profesional. Con éstos grandes maestros, comparto la foto tomada en el portal de la casa de Sarmiento en San Juan. En traumatología, mi especial recuerdo a Carlos Fontán, quien me inició en los avatares de la especialidad en el viejo servicio de odontología del Hospital Base Pedro Fiorito de Avellaneda, bajo la dirección del profesor Juan José Carraro.

En el ámbito institucional y dirigencial, debo agradecer al Circulo Odontológico de Lanús, que por dos veces me contó como Presidente y me permitió compartir la tarea con un grupo calificado de dirigentes, entre quienes debo recordar especialmente a Clemente Halfón, ejemplo de dedicación y trabajo.
En el Colegio de Odontólogos de la Provincia de Buenos Aires, tuve el honor de contar como amigo y colaborador a quien fuera un destacado dirigente, José R. Momo.
En la Asociación Odontológica Argentina, encontré la amistad y el ejemplo en Antonio Calle Guevara y Alfredo Fermín Alvarez.


Mi llegada a la titularidad de la Cátedra de Cirugía II de la Fouba, tuvo sus verdaderos impulsores en Pablo Bazerque y Hugo Capusselli, quienes en su condición de Decanos, me distinguieron con su inapreciable amistad. 
No puedo dejar de recordar al mismo tiempo, a Juan Antonio Pezza, quien fué un importante soporte tanto en mi carrera docente, en la función directiva de la Facultad como en mi actuación en la Sociedad de Cirugía.
Mi desempeño en el area de la Educación Odontológica, tánto a nivel nacional como en Latinoamérica, tuvo un apoyo  invalorable de parte de un dirigente institucional de reconocida trayectoria a nivel de las entidades más importantes de la Odontología mundial, el colega Ariel Gomez.

Hoy día, y en realidad nunca, el ser humano y el profesional en particular, puede ser tán arrogante como para pensar que lo sabe todo. Ya José Ingenieros, en 1919 decía que, " es innumerable la cantidad de errores contenidos en las hipótesis con que la inteligencia humana, se aventura a explicar los diversos problemas no resueltos por la experiencia. Esto equivale a afirmar la relatividad de los conocimientos científicos, la perfectibilidad de los métodos y de los resultados, y la absurdidad de toda creencia absoluta, indiscutible e irrevocable ".
La intuición y el pálpito, no son mecanismos que reemplazan al conocimiento adquirido a través del estudio; y éste último tampoco es garantía de perfección si nó se lo acompaña de otros ingredientes que no siempre ofrecen los libros.  Esos ingredientes, indispensables para achicar los márgenes de error que siempre entrañan las tomas de decisiones, son los que aportan aquellos seres que, con independencia de su preparación técnico-científica, los califican como verdaderos maestros.  A esos colegas, que marcaron mi derrotero en la actuación profesional y dirigencial, van dedicados éstos humildes párrafos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario