LA CARGA HORARIA MINIMA ( parte 2 )
Las Escuelas y Facultades de Odontología de la República Argentina, han fijado cargas horarias que fueron cambiando de acuerdo a los tiempos teniendo en cuenta no solo las variables que influyen en la determinación de los contenidos, sino tambien los criterios cambiantes que, apoyados en políticas de servicios, de recursos humanos, de salud, de educación superior y del propio desarrollo institucional de la casa de estudios, determinaron ajustes congruentes con la misión de la universidad de responder a las necesidades del hombre y de la sociedad.
Las oscilaciones entre 4.500 y 6.000 horas que caracterízaron las currículas de las Facultades de Odontología públicas y privadas, marcan un término medio aceptable que representa una exigencia más que razonable para cumplimentar las demandas de los modelos de atención, de las innovaciones académicas y educativas y del fortalecimiento de la investigación y la transferencia de servicios. En los últimos años, la Organización de Facultades, Escuelas y Departamentos de Odontología de la Unión de Universidades de América Latina (OFEDO-UDUAL), se ha planteado la necesidad de fijar políticas y diseñar proyectos que atiendan al fortalecimiento de la calidad de la educación superior en su campo específico, como estrategia facilitadora para la transformación del modelo de práctica y consecuentemente, el mejoramiento de las condiciones de salud de las personas. Es bien cierto, que la duración de una carrera no es garantía de calidad de su producto, y que tampoco el nivel académico de los graduados formados en currículas extensas y sobrecargadas de información, sea garantía de un impacto positivo en las condiciones de salud, y de un mejoramiento en la calidad de vida de las poblaciones.
Conseguir una armonización entre dichos factores, no es una tarea sencilla, y requiere de formulaciones, evaluaciones y ajustes por parte de los distintos sectores involucrados. Desde los primeros seminarios latinoamericanos sobre Enseñanza de la Odontología, se fueron analizando las distintas cargas horarias de numerosas escuelas y facultades con resultaron dispares.
En América Central, sobre 17 escuelas evaluadas, una mayoría de 8 (ocho) poseían una carga horaria que oscilaban entre 5500 y 6500 horas, cuatro(4) entre 4500 y 5500 horas, dos (2) entre 3500 y 4500 horas, una (1) entre 2500 y 3500 horas y dos (2), con mas de 6500 horas.
En América del Sur, sobre un número igual de facultades evaluadas, cinco (5) poseían una carga que oscilaba entre 3500 y 4500 horas, tres (3) entre 4500 y 5500 horas, tres (3) entre 5500 y 6500 horas, tres (3) con mas de 6500 horas, y una (1) con menos de 2500 horas.
En los EE.UU de Norteamérica, en una encuesta sobre mas de medio centenar de escuelas evaluadas, se obtuvieron rangos que oscilaron entre un mínimo de 2387 horas, hasta un máximo de 6984 horas con términos medios en 15 años de medición para dichas escuelas de 4488 a 4803.
Si nos atenemos a las propuestas de contenidos curriculares básicos o mínimos que ostentan numerosas facultades, la carga horaria media sería de 5.095 horas. Esta carga horaria permite la formación del Odontólogo como personal de salud a través de un mecanismo curricular compatible con las necesidades, demandas y recursos de atención, y al mismo tiempo lo suficientemente flexible como para dar cabida a los cambios periódicos de dichas necesidades y demandas.
La especificación de los objetivos expresados en términos de desempeño y destinados a ofrecer un punto de partida para determinar cuales son las materias y las actividades de aprendizaje apropiadas de los cursos, constituyen la base de ésta planificación, y responden a los objetivos planteados en 1986 por la Organización Mundial de la Salud. La integración como plan de estudios de los tres cuerpos en que se ha dividido la organización de los contenidos básicos por areas del conocimiento, engloba los dos aspectos substanciales en que descansa el accionar de las instituciones productoras de los recursos de grado: la información y la formación. En relación con la información, se han tratado de plasmar y de adecuar los contenidos a la recomendación N° 4 ya analizada, y hacerla congruente con los objetivos explicitados en cada área, tratando de tornarla actualizada, oportuna, significativa, accesible, utilizable e integrable. En cuanto a la tarea formativa, caracterizada como un proceso que tiende al desarrollo de actitudes, hábitos y habilidades, se ha tratado de conformar un esquema en el que los criterios sobre intensidad en la formación práctica, que se analizarán mas adelante, se compadezcan con el perfil profesional a lograr y con los objetivos planteados, evitando sacrificar áreas en beneficio de otras, en el entendimiento que la información y la formación son complementarias en la currícula y constituyen una unidad indivisible en el proceso educativo.
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