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martes, 18 de enero de 2011

LA TERCERA EDAD Y EL EJERCICIO DE LA ODONTOLOGIA

Continuación

                      La gerontologia y la geriatria,han dado muestras suficientes del estado de parcial o total indefensión en que se encuentran nuestros mayores al momento de su retiro de la vida activa, especialmente si durante aquella, no pudieron atesorar ahorros, inversiones, o no han recibido herencias o legados de sus mayores.
En mi función dirigencial, he asistido a situaciones francamente decepcionantes y hasta trágicas de colegas a quienes en mi juventud, los había visto triunfadores y guias de nuestro accionar, convertidos luego en verdaderos parias con multitud de necesidades para autoabastecerse económicamente, por la carencia de amigos o familiares que pudieran auxiliarlos a una edad en la que ya no disponian de fuerzas para trabajar, ni recibían una jubilación digna.
Tambien he asistido a reuniones y jornadas en las que se debatían los primeros intentos para lograr una ley, que estableciera la jubilación de los profesionales.
Recuerdo una conferencia, que ante un grupo laimportante de colegas de la Asociación Odontológica de Lomas de Zamora, dictara Hermenegildo Arnejo, viejo dirigente de la A.O.A, que bregara incansáblemente por la creación de la citada caja.  Luego de una exposición medulosa sobre los posibles beneficios que podría reportar dicha medida, un conspícuo socio de la institución convocante, a quien personalmente apreciaba, expresó ante los azorados ojos de Hermenegildo, y de muchos otros de los presentes, que los que propugnaban dicha legislación, eran los profesionales fracasados que no habían sabido ahorrar para su vejez.
No caben dudas, que allí se contraponían las dos clásicas concepciones que siempre estuvieron en pugna, la individualista y la solidaria. La caja nacional, se creó no obstante las posiciones en contrario ,y la ley englobaba a todos los profesionales del Pais que no dispusieran de algún régimen provincial especial.
Sin embargo, su duración fué efímera, como tambien lo fué muchos años después, la Caja de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, que fué liquidada al poco tiempo de su creación, por la presión de los grandes estudios jurídicos a quienes afectaba notoriamente.  Sin duda, aquellos abogados que trabajan empleando a grupos de colegas contratados o a destajo, cómo aquellos Odontólogos o Médicos que regentean institutos con profesionales a porcentaje, o con salarios irrisorios, no requerirán de una jubilación en su vejéz; pero los profesionales que de ellos dependen, difícilmente puedan labrarse un futuro venturoso con el sólo ejercicio de su profesión en dichas condiciones.

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