Según consignan gran parte de las estadísticas sobre el trauma máxilo-facial, la mayor incidencia apunta a personas de entre 15 y 35 años, y se imputa como causales a los accidentes automovilísticos y motociclísticos, los eventos deportivos, las riñas y peleas callejeras de jóvenes alcoholizados y los accidentes en el trabajo.
Si analizamos en cambio el grupo etario que arranca en los 65 años, se constata que casi una tercera parte de ellos han reportado en el último año alguna caida, que en muchas oportunidades desembocaron en algun tipo de invalidéz o diréctamente provocaron la muerte.
No cabe duda, que el incremento de la expectativa de vida es una de las razones por las que éste segmento poblacional, queda expuesto a dicha causal, si se tiene en cuenta que con el avance de la edad, los huesos pierden su elasticidad y se fracturan fácilmente, al mismo tiempo que diversas enfermedades que afectan con frecuencia a las personas mayores, las exponen a una pérdida del equilibrio y a una disminución de sus fuerzas, razones que coadyuvan en la pérdida de la estabilidad y en la facilidad de tropezar con distintos elementos, ya por dificultades visuales o por la ausencia de reacción de los miembros superiores para sustentarse adecuádamente.
Si bien el acento se pone fundamentálmente en las lesiones que las caidas causan en los huesos largos, en la columna vertebral y en la cadera, como odontologos debiéramos poner el acento en los traumatismos craneo-máxilo-faciales, que en algunas oportunidades no afectan la solución de continuidad de los huesos involucrados en el golpe, pero pueden provocar graves contusiones y hematomas que desfiguran el rostro del enfermo.
El estudio epidemiológico de éstos accidentes, nos dice que el trauma cráneoencefálico, provocado por caidas que pueden darse en el hogar ( descenso de escalones, tropezarse con muebles, etc. ), o por atropellamiento vehicular, representan la primera o segunda causa, según los paises, más común en las personas mayores, y representan una importante causal de óbito ( el 50 % de los traumatismos ).
La región máxilo-facial suele resultar afectada en los traumatismos en los que el enfermo golpea con su cara contra el piso, o es diréctamente impactado por muebles o elementos durante su caida.
La mandíbula suele sufrir distinto tipo de fracturas, con o sin pérdida de dientes, que en muchos casos determinan un fuerte impacto del cóndilo mandibular sobre la cavidad glenóidea del hueso temporal, llegando a interesar la base del cráneo.
El tercio medio, puede ser impactado de diversas formas e interesando una o más suturas oseas, determinando hundimiento de la cara y ruptura o desarticulación de huesos que Lefort esquematizó muy bien en su clasificación.
Muchas de éstas lesiones traumáticas, se reparan por procedimientos quirúrgicos que maneja el cirujano buco-máxilo-facial. Algunos casos determinan la hospitalización, ya por su gravedad o por tratarse de politraumatismos, y a veces los efectos determinan una notoria pérdida en la calidad de vida y una escasa recuperación de las funciones, entre las que pueden destacarse la masticación, fonación y deglusión.
La prevención de éstos accidentes incluyen programas educativos interactivos que ofrecen algunas instituciones de la seguridad social, tendientes a fortalecer los músculos y al mejoramiento del equilibrio y las fuerzas.
En el hogar se recomienda la eliminación de alfombras, mantener iluminado el camino de la habitación al baño, evitar la ingesta de fármacos sin monitoreo médico, mantener una buena nutrición e hidratación y un seguimiento adecuado de la osteoporosis.
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