" ALTO RIESGO " determinan que el Odontólogo y sus colaboradores ( eventualmente sus familiares, pacientes y comunidad ), se hallan sometidos a la posibilidad de adquirir, durante o cómo consecuencia de sus tareas, innumerables infecciones, ya cómo sujetos portadores o como intermediarios en las infecciones cruzadas.
La consulta y tratamiento de que son objeto innumerables pacientes en el consultorio dental, portadores de infecciones estafilocóccicas o portadores asintomáticos, tornan vulnerable al profesional y su hábitat, permitiendo que se convierta en un peligroso portador, o que resulte verdaderamente infectado.
Este problema, esencialmente endémico, y ocasionalmente epidémico, posee varias aristas que requieren un exámen antes de considerar su profilaxis, siendo dos de las mas importantes, las medidas de higiene y asepsia, y el empleo de antibióticos.
En el primer caso, resulta óbvio recalcar sobre las normas que deben respetarse, pero si la desidia llega al desprecio por el prógimo, es conveniente no olvidar que dicha falla, repercutirá como búmerang sobre la salud del propio profesional y su familia.
En cuanto al uso de los antibióticos, han contribuido al avance del problema desde un doble orígen. Por un lado, estimulando la resistencia microbiana en cepas que resultaban sensibles a los mismos y dejaron de serlo por abuso en la prescripción, por manejo incorrecto o por uso indiscriminado; y por otro puerde atribuirse,en parte a una relajación gradual en las normas relativas a las terapias invasivas, la
Es por ello que vale la pena volver a recordar las elementales recomendaciones, que nó por antiguas en su concepción, dejan de ser indispensables para tornar mas saludable la atención de enfermos en área tán susceptible a las infecciones.
1. Observancia de las normas de higiene general y una estricta técnica aséptica en el consultorio.
2. Excluir de la sala de trabajo a visitantes innecesarios y al personal no entrenado.
3. Reconsiderar y verificar los métodos de esterilización , descontaminación y disposición final de los resíduos patogénicos.
4. Prestar atención a la vestimenta de pacientes y operador.
5. Usar las barreras necesarias sin olvidar el adecuado lavado de las manos antes de cada paciente.
6. Adecuada preparación del campo operatorio, en especial en los procedimientos invasivos.
7. Establecer medidas de precaución y limpieza entre cada paciente, y postergar para el final los casos infectados.
8. Prescindir cuando las condiciones de salud general así lo aconsejen, del empleo profiláctico de anibióticos como substituto de principios o técnicas asépticas ya establecidas.
Un aspecto que no quiero dejar pasar por alto en éste intento por relacionar el ejercicio de nuestra profesión con sus repercusiones en la naturaleza, es el referido al uso de los medios de diagnóstico por imágenes.
Hoy en dia, son muy pocos los ámbitos de trabajo del Odontólogo en que no se cuente con un aparato de rayos X. Tambien es cierto que desde hace varias décadas existe una legislación que tiende al control de las emisiones de radiaciones ionizantes.
Las leyes 156 de la Cidad de Buenos Aires, y la ley nacional 17557, explicitan las limitaciones para el uso de aparatología y establecen requisitos para su aprobación.
Sin embargo, la O.M.S en los años 70, elaboró una serie de recomendaciones sobre los efectos nocivos de los rayos Roentgen sobre los operadores y sobre la población en general. Basta tán solo con recordar los efectos deletéreos que sobre el citoplasma celular desarrollan los mismos aún a bajas dosis y bajo medidas de seguridad, sin dejar de remarcar el carácter indestructible que los convierte, por sumatoria, en una permanente espada de Damócles sobre la salud de quienes los usan, reciben, y de las personas que quedan expuestas a su presencia en la atmósfera, en cuyo seno se añaden a aquellas radiaciones similares generadas por el sol, y que hoy en dia se convierten en mas dañinas por el deterioro de la capa de ozono.
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