Desde hace muchos años, tanto en mis publicaciones, conferencias o clases en la universidad, he utilizado una frase que circulaba en los ámbitos relacionados con la salud que reza : " la salud no tiene precio, pero su atención tiene un costo ", porque ningún gobernante, funcionario, político o dirigente, puede llegar a opinar en contra de la preservación de la salud de la gente, sin embargo, llegado el momento de asignar los recursos disponibles, nó siempre lo hacen en consonancia con dicho apotegma.
La salud es un derecho humano inalienable que entronca con la propia vida, y que en una escala de valores, está por encima de muchos otros derechos, que sin embargo reciben una custodia superior, casi siempre apoyada en razones irrelevantes cuando nó de pura demagogia.
Cuando un país, ciudad, comunidad, etc., debe recurrir a un ajuste de su presupuesto por razones económicas, pone el ojo en determinados recursos a los que generálmente denomina "gastos", siendo que en realidad debiera catalogarlos como inversiones.
Esa porción del presupuesto, a la que suele echarse mano para lograr el cierre de las cuentas, no toca en general los llamados gastos corrientes, cuya afectación determinaría rápidamente una caida de la imágen del gobierno, sino que pone un cerco sobre aquellas acciones que insumen cuantiosos recursos como la educación, la salud y la seguridad social en general, cuyo rebote en la imágen se produce inexorable pero léntamente.
En Argentina, hemos padecido experiencias al respecto. Así podemos recordar las feroces transferencias de hospitales nacionales a las jurisdicciones provinciales sin sus respectivos recursos, con lo que se logró desfinanciar lenta pero progresívamente el sistema, crear enormes dificultades y déficits a las provincias, estimular la privatización o tercerización de áreas y servicios, sin afectar sin embargo el Ministerio de salud en su estructura burocrática y en sus recursos financieros, con lo que se logró finálmente el consiguiente deterioro de la atención a los sectores menos favorecidos o precarizados.
Los planes de austeridad y recortes de los recursos que la crísis económica ha entronizado en los paises centrales en ésta última década, han provocado la adopción de políticas restrictivas que dejaron a millones de personas fuera de su cobertura de salud.
Los propios EE.UU no han logrado sacudirse totálmente de ésta afectación, y si bien es cierto que la administración Obama ha logrado algunos avances con su programa que incluye la " Ley de protección al paciente y cuidado de salud asequible ", todavía se mantienen algunas inequidades que ponen en serio riesgo la vida de muchas personas.
Sin embargo, es Europa, continente que durante centurias se ha destacado por su cobertura social, la que está sufriendo en muchos de sus paises el impacto de las políticas, que tratan de abordar el deterioro de sus condiciones económicas con férreas medidas de austeridad, que imponen recortes substanciales en las prestaciones de la seguridad social, y especiálmente en la atención de la salud.
La realización de la imponente Marea blanca en Madrid ( foto ) respondió a dicha preocupación, la que fué expuesta crúdamente en The Lancet y que sostenía, " los suicidios y los brotes de enfermedades infecciosas son cada vez más comunes en Grecia, Portugal y España como consecuencia de las políticas de austeridad". La publicación sugiere que " la interacción entre la austeridad fiscal en las crisis económicas y unas débiles políticas de protección social, agudizan las crisis sanitarias y sociales en Europa ". Afirma al mismo tiempo que " hay un claro problema en la negación de los efectos sanitarios de la crisis, a pesar de ser muy evidentes ". La Marea blanca, portaba estandartes que reproducían una frase que evidenciaba la preocupación de algunas comunidades en la defensa del derecho a una asistencia sanitaria pública, gratuita y universal, y decía : " SEÑOR PRESIDENTE, ¿ Quienes son los que van a hacer negocio con la sandad pública ". En una carta abierta dirigida al presidente del gobierno exponían :
El acelerado desmantelamiento del estado de bienestar que se está ejecutando mediante la política económica de austeridad a ultranza, tiene su capítulo más despiadado en la privatización de los servicios de salud pública, puesto que está afectando a los sectores más indefensos de la sociedad : los enfermos, los jubilados y personas de la tercera edad en general, los niños que viven por debajo del umbral de pobreza, las madres solteras y/o adolescentes, las familias con todos sus miembros en paro, los inmigrantes, etc..
El gobierno pretende justificar las privatizaciones con la supuesta
" superioridad de la gestión privada sobre la pública en cuanto a competitividad, rentabilidad y eficiencia ". Los argentinos ya conocimos en carne propia éstas políticas de ideología ultraliberal.
La misma realidad sacude también a Inglaterra, cuyo gobierno aprobó en Marzo de 2012 la mayor reforma del NHS (Sistema Nacional de Salud) en la historia reciente del Reino Unido. La sanidad pública, orgullo de los británicos por décadas, se abre casi totálmente a la actividad privada. El magistrado Robert Francis, en un informe relacionado al tema concluyó con una cruda descripción : " El Sistema Nacional de Sanidad, antepuso el interés corporativo y la rentabilidad económica de algunos grupos, por encima del interés de los pacientes ". El hospital público sufrió una verdadera devastación con la nueva política. Los fines de semana son escalofriantes en cuanto a las posibilidades de atención de las urgencias y aún de la propia sobrevida de los internados, y los problemas crónicos que yá se detectaban en una estructura elefantiásica como la del NHS, sumados al despido de casi 20.000 directivos y personal de administración con compensaciones que superan los 1.400 millones de libras, se han multiplicado a pesar de la oposición del Colegio Médico y de los propios médicos de cabecera del sistema, quienes expusieron en llamativos afiches sus realidades. La reaparición de la malaria, el dengue y la tuberculosis, que se hallaban extinguidas es un hecho comprobable. La primera de éstas enfermedades, ha resurgido como consecuencia de la falta de rociamiento de los campos con insecticidas, situación que tambien se dá en Grecia, dónde además, el recorte del presupuesto en un 40 %, ha dejado sin cobertura de medicamentos a ámplios sectores de la comunidad, con un incremento del 1.500 % en las infecciones por VIH.
La politización del NHS en la Gran Bretaña, con una vasta experiencia estatal autárquica desde su creación en 1948, terminó de cerrar el círculo de descomposición del sistema, lo que debe encender una luz de alarma en paises como el nuestro, donde la política partidista se inmiscuye en decisiones técnicas y de funcionalidad, que terminan por fragmentar el sistema y relegan a un segundo plano los verdaderos intereses de la comunidad.
Es bueno, que los argentinos que todavía podemos jactarnos de poseer una cobertura sanitaria más que aceptable, cuidemos nuestro sistema, que aún fragmentado y deficiéntemente coordinado e integrado, todavía responde con alguna solvencia a las demandas de la población.
Ello no obsta, sin embargo, para señalar ciertas debilidades del sistema que pueden transformarse en francas inequidades frente a un colapso económico, o símplemente en respuesta a una estrategia fallida en el manejo de los recursos del estado.
Ya hemos padecido situaciones de conflicto como consecuencia de cambios de conducta imprevisibles que se dieron en décadas pasadas.
Nuestro sistema, podemos afirmar, se desenvuelve en una permanente transición. La construcción de centros hospitalarios estatales y de comunidades ( españoles, italianos, ingleses, franceses, alemanes, judíos, árabes ), en su gran mayoría polivalentes, signó las primeras décadas del siglo XX. La estrategia Carrillo, continuó dicha tarea en las décadas de los cuarenta y cincuenta, con una fuerte impronta en la promoción de la salud.
El modelo pluralista de planificación descentralizada que se mantuvo entre 1955 y 1989, se vió interrumpido con la crisis de los noventa y sustituido por un modelo de reforma y ajuste que privilegiaba la desconcentración, descentralización y transferencia planificada, para dar respuesta a las inversiones y asistencia técnica, con fuerte financiamiento por organismos externos ( BID, Banco mundial etc. ).
El subsidio a la oferta, se transformó en subsidio a la demanda sin un cambio apreciable en la gestión de los establecimientos públicos y de las Obras Sociales. Estas últimas instituciones, que estaban previstas para agrupar en un número nó mayor de ochenta, a núcleos de entre 50.000 y 500.000 beneficiarios, se transformaron en más de trescientas, muchas de las cuales establecieron canales de comunicación con las empresas de medicina prepaga, que en un principio utilizaban la infraestructura privada para la internación, y luego montaron su propia infraestructura. Así, la llamada desregulación no obtuvo resultados apreciables, salvo en la cartera de los monotributistas. Los programas especiales destinados a la cobertura de la población carente de capacidad contributiva, y la infraestructura hospitalaria pública, que debe atender en forma gratuita a ésta porción de la población, no auguran un panorama claro hacia el futuro.
La medicina prepaga, ha optado por carteras que responden a la inversión financiera pura, aunque el cambio de alguna legislación como la ley del Seguro Nacional de Salud ( que yá analizáramos en una publicación anterior ), les imponen algunas obligaciones, que son resistidas, en tanto no se les autorice un incremento en las cuotas de sus afiliados.
Una racionalización de los recursos de salud se impone hacia el futuro. La sobreoferta de profesionales y tecnología, junto con un déficit de servicios asistenciales básicos, de acciones preventivas y de personal de enfermería, deberán encontrar mecanismos de compensación.
En el área de la odontologia tampoco se han encarado soluciones para los problemas que aquejan a buena parte de la población. Desde hace muchos años se han intentado algunos parches que no obtuvieron los resultados esperados, y más del 60 % de la población debe hacer frente con sus propios recursos a la atención dental, y la acumulación de patología
Un nuevo modelo se requiere yá, con cambios en las modalidades de contratación y arancelamiento, con una actualización del marco jurídico y una nueva modalidad en los controles de calidad, desde la evaluación externa hacia la gestión interna de los procesos. Esas serán sin duda las bases para una política sanitaria con propuestas dignas que eviten repetir los errores del pasado, y ayuden al actual sistema, para nada despreciable, a constituirse en un resguardo seguro, eficiente y eficáz de la salud de nuestros conciudadanos.
EL INGENIO POPULAR, EN ESPAÑA, TAMBIÉN UTILIZA EL HUMOR PARA BURLARSE DE LA POLITICA SANITARIA.
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