Según informes de la Asociación Dental Americana, en U.S.A solo entre el 22 y 34 % de las mujeres embarazadas consulta sobre su salud bucal, y no más del 50 % de quienes debieran someterse a tratamiento dental acceden a él.
Algunas de las alteraciones de las encías en la gestante, son el producto de su misma situación. Otras ya ingresan al embarazo con lesiones en sus dientes y paradencio.
El deficiente estado de salud bucal en éstos casos, según algunas estadísticas, se asocia a problemas concurrentes como el parto prematuro y el bajo peso al nacer, en especial en las enfermedades periodontales en sus diversos estadíos.

El decurso de la enfermedad corre paralelo al nivel plasmático de progesterona y estrógenos y desaparece con el parto. Los antígenos y endotoxinas de las bacterias anaerobias que se desarrollan en el surco gingival inducen los cambios patológicos en los tejidos. Estas bacterias han sido encontradas en el líquido amniótico y la placenta, pudiendo llegar a necrosar parte de dicho tejido como cosecuencia de la liberación en las encías de algunas citoquinas como las interleuquinas y la prostaglandina E2 (PGE2) que restringen el flujo de sangre en la placenta, y promueven la liberación de sustancias que también locálmente destruyen la matríz celular y el hueso alveolar.


Cabe consignar, que como consecuencia de la enfermedad de las encías y de las complicaciones infecciosas de la caries dental, debe recurrirse al empleo de agentes antiinflamatorios y antibióticos, que también pueden afectar el normal decurso del embarazo.
Por su magnitud y repercusión, las enfermedades bucales constituyen un verdadero problema en la mujer embarazada. Tanto la enfermedad periodontal como la caries dental, pueden existir previamente al embarazo o desencadenarse durante el mismo como consecuencia del propio estado. En ambas situaciones suelen afectar la salud de la embarazada como del niño en gestación, y su daño se agrava cuando inciden durante el período de la organogénesis del feto, vale decir durante los tres primeros meses en los que es más susceptible a influencias externas. Ante la necesidad de alguna intervención sobre la enfermedad bucal de la embarazada, lo aconsejable es hacerlo entre el tercero y sexto mes del embarazo. En cuanto a lo aconsejable para tratamientos más intensivos, es la espera hasta que se produzca el parto.
Durante todo el proceso de embarazo, sí deben incertivarse todas las medidas de higiene bucodental a los efectos de prevenir los efectos adversos que provocan las enfermedades de dientes y encías, tanto sobre la embarazada como sobre el ser que se desarrolla en sus entrañas.
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