Quienes padecen enfermedades crónicas, los discapacitados, los que están afectados por algún padecimiento mental, y fundamentalmente aquellos que se encuentran bajo la línea de pobreza, cuando no indigencia, no siempre pueden llegar a comprender el verdadero alcance de las instrucciones e indicaciones de los distintos profesionales de la salud, lo que en algunas oportunidades se acompaña por una incomprensión o desinterés de sus propios familiares.
En otras ocasiones, la actitud de los mayores bordea una especie de aceptada resignación ante la enfermedad o simplemente ante un estado consciente del deterioro de su salud, al que consideran propio de la edad, y en dicha condición no aceptan "perder el tiempo" en prácticas preventivas ( a las que consideran propias de los jóvenes ) o en tratamientos que tienden a apuntalar su bienestar físico y mental.
En la práctica odontológica puede observarse a muchos ancianos que no cepillan sus dientes y no concurren periódicamente al profesional aun en los casos en que todavía poseen buena cantidad de piezas dentarias, y en los casos de desdentados, que no reclaman la restitución protética de las mismas en la creencia que la aparatología les sumará dificultades. También se desinteresan por la pérdida de sus atributos estéticos considerando que las acciones tendientes a mejorarlos ya no se justifican a su edad de la misma manera que si los justifican para los niños y adultos jóvenes.
No obstante, es indispensable tratar de llegar a la conciencia de los adultos mayores a través de recomendaciones fáciles de interpretar, pero fundamentalmente con la seguridad de que habrán de escucharlos o leerlos por su propia voluntad, o al menos acicateados por su familia.
La consulta al odontólogo, será la primera acción a desarrollar, y a partir de ella, dependerá de la capacidad del profesional el estimularlos a ser escuchado, a que lean sus instrucciones escritas y que puedan llegar a comprender las indicaciones que contienen, las que pueden condensarse a saber :
* En la consulta al odontólogo, es conveniente que el paciente
concurra acompañado de algún familiar o amigo cercano.
* Cuando alguna de las indicaciones verbales o escritas no es
comprendida, alentarlo a preguntar las veces necesarias hasta
su satisfacción.
* Debe informarse al profesional, de todos los tratamientos
médicos a que está siendo sometido, de todas sus experiencias
odontológicas, tanto positivas como negativas, y de su
disposición a someterse a las prescripciones que surjan de la
consulta.
* Las preguntas que yacen entre las preocupaciones del paciente,
deben ser escritas antes de la consulta para no pasar por alto todas
las inquietudes e inseguridades que rondan su cabeza.
* El paciente y su acompañante no solo deben escuchar
atentamente las respuestas o propuestas del profesional, sino que
deben solicitar que sean otorgadas por escrito.
* Es conveniente, que el paciente se comprometa ante el
profesional a estudiar concienzudamente las propuestas, y a
concurrir nuevamente a la consulta para dar una respuesta
positiva o negativa que permita continuar con una relación
amistosa.
EN CUANTO AL PROFESIONAL :
* Debe presentarse ante el paciente con calidez y cordialidad,
saludarlo recordando su nombre, evitar el tuteo y escucharlo con
atención y respeto.
* Cuando el paciente o sus acompañantes aceptan el tratamiento
indicado, el profesional debe evaluar algunas cuestiones antes de
dar inicio al mismo tales como :
1.- Si el anciano valora su salud.
2.- Si quiere mejorar su imagen.
3.- Si ha comprendido lo que se le explicó y si desea el
tratamiento.
4.- Si está capacitado para recibirlo.
5.- Si su colaboración será psicofísicamente adecuada.
6.- Su consentimiento informado.
7.- Su estado general y su expectativa de longevidad.
8.- Circunstancias sociales, factores económicos, dieta,
higiene bucal y posibilidades de desplazamiento.
9.- Si el tratamiento habrá de mejorar la calidad de vida
del paciente.
* Paralelamente, el odontólogo debe apegarse a una serie de
objetivos específicos que darán el sustento a su actuación como :
1.- Aplicar los métodos diagnósticos y clínicos en
correspondencia con la condición de adulto mayor.
2.- Comprender la importancia de realizar un plan de
tratamiento acorde a las necesidades y posibilidades del
paciente.
3.- Formular un plan de tratamiento odontológico desde una
postura integral e interdisciplinaria.
4.- Identificar las características del equipo de salud general
que asiste al anciano.
* Establecer con el paciente una calidad de comunicación sujeta
a satisfacer las expectativas de ambos respecto al plan de
tratamiento, alentando al desarrollo de habilidades comunicativas
que ayuden a conciliar lo que el paciente puede desear con lo que
es profesionalmente recomendable.
LAS MEDIDAS PREVENTIVAS EN LA TERCERA EDAD
A nadie debe extrañar que la higiene bucal es fundamental para la conservación de la salud bucodental, y que las personas mayores son propensas a prescindir de dichos cuidados. La participación de la familia resulta imprescindible para estimular el uso del cepillo dental y del hilo dental, acción que también debe ser desarrollada en los hogares de internación.
No existe la mínima duda que la salud bucal influye sobre la salud general, y puede asociarse al agravamiento de ciertas enfermedades no transmisibles, y aun sobre su incipiente deterioro cognitivo. Cuando el paciente tiene dificultades físicas para llevar a cabo las técnicas de higiene, sus cuidadores o familiares deben ayudarlo en dicha práctica.
EL PLAN DE TRATAMIENTO
Berkey y col., han hecho un detallado estudio sobre los factores determinantes que incidirán en la toma de decisiones clínicas ante el paciente mayor, de los que pueden extractarse :
1.- Los deseos y expectativas del paciente.
2.- El tipo y la severidad de las necesidades dentales del paciente.
3.- El impacto de los problemas en la calidad de vida del paciente.
4.- La probabilidad de resultados positivos del tratamiento
( incluyendo cualquier posibilidad de iatrogenia ).
5.- La disponibilidad de alternativas al tratamiento razonables y
de menor complejidad.
6.- La capacidad del paciente para tolerar el estrés del tratamiento
( en dependencia de su estado fisiológico y patológico ).
7.- La capacidad del paciente para mantener su salud bucodental.
8.- La capacidad financiera privada del paciente o el alcance de las
eventuales coberturas médicas o de la seguridad social.
9.- La disponibilidad de destrezas propias de la odontogeriatría y de
recursos tecnológicos adecuados.
Entre los objetivos sobre los que el odontólogo debe orientar su tratamiento, pueden mencionarse :
a.- Recurrir mínimamente a las extracciones dentarias imprescindi
bles.
b.- No sacrificar indebidamente el hueso alveolar.
c.- Proteger, restaurar y corregir todas las alteraciones patológicas
o traumáticas de los tejidos dentarios.
d.- Restaurar la función y la estética brindando comodidad al
paciente.
e.- Evitar en lo posible, someter al paciente a largas sesiones de
trabajo, y fijar horarios compatibles con las posibilidades del
mismo.
Además deben evaluarse :
1.- La expectativa de vida como
justificación de la realización
o no del tratamiento total o parcial.
2.- Evaluar las incomodidades a someter
al paciente y las eventuales
intervenciones que puedan poner en
riesgo su salud general.
Como colofón, el odontólogo debe evaluar en profundidad dos situaciones a las que deberá aplicarse sin exclusiones :
1.- El tratamiento del adulto mayor, no debe ser una copia del
aplicado al adulto joven. La odontogeriatría no puede seguir
en general las premisas que la enseñanza de la odontología
básica nos ha transmitido desde el aula.
2.- En acuerdo con nuestro saber sobre la práctica de la
odontogeriatría, debe reflexionarse sobre el lugar que dicho
saber ocupa en un trabajo en equipo, y que el uso que se hace
del mismo, debe subordinarse a la interdisciplinariedad que
gobierna todo tratamiento en los adultos mayores.
LA REHABILITACION
Ya nos hemos referido a algunos aspectos del tratamiento rehabilitante, sin embargo conviene remarcar algunos aspectos relacionados al mismo.
Según algunas encuestas, las mujeres y los hombres enfocan la rehabilitación de su aparato masticatorio desde dos aspectos diferentes, con las excepciones del caso. El sexo femenino privilegia una restauración de la estética como prioridad, dejando en segundo plano la función.
El hombre, suele optar por un criterio opuesto, aunque cuando su edad no es avanzada, puede inclinarse por una elección distinta.
No son pocos los casos en los que los pacientes se insertan sus aparatos protéticos cuando están fuera de su casa o desarrollan alguna función social, comercial
o profesional que los enfrenta con otros seres humanos. Luego cuando regresan a su hogar, se quitan la prótesis, tal como lo hacen con sus zapatos, y hasta llegan a comer prescindiendo de la misma.
No es fácil para el profesional poder influir sobre la falta de voluntad que lleva al paciente a evitar el proceso de acostumbramiento, y no sacarle todo el provecho a su rehabilitación.
Por otra parte, si bien la reposición de la estética obra como un poderoso promotor de la autoestima, el comer privado de prótesis puede incidir desfavorablemente en la alimentación, y a la postre en la salud.
Toda la paciencia que el odontólogo pueda poner a prueba para modificar ésta situación, será poca para tratar de inducir y convencer al paciente de la necesidad imperiosa del uso permanente de las prótesis, con los intervalos lógicos que permitan
su higiene y mantenimiento.
LA ALIMENTACION EN LA TERCERA EDAD COMO SUSTENTO BASICO DEL TRATAMIENTO DENTAL
Si bien el nutricionista debe ser parte inescindible del equipo de salud en geriatría, ello no obsta para que el odontólogo se capacite en todo aquello que se relaciona con la nutrición de sus pacientes, pues de ello puede depender el éxito o fracaso de las terapéuticas aplicadas. A los efectos de estar seguros de que el paciente o su familia seleccionan adecuadamente las comidas que favorecen la salud bucal, deben conocerse y eventualmente recomendarse los distintos tipos de alimentos que se exponen a continuación, no con un orden de prioridad, pero si como elementos básicos de la dieta.
Se debe dar preferencia a las manzanas, uvas, naranjas, melones, ananás, peras, brócoli, apio, zanahorias, pepinos y tomates.
Pan, cereales sin azúcar, rosetas de maíz, tortillas a base de verduras, galletas, pastas y arroz.
Pollo, pavo, pescados de mar,
carne vacuna magra, fiambres magros, huevos, semillas de calabaza y girasol, frutos secos.
Leche descremada, yogurt descremado, quesos de bajo contenido graso, guisos desgrasados, sándwiches de pan integral, sopas, pizza en porciones pequeñas.
El listado propuesto contiene solo una parte de los alimentos recomendables, y su indicación quedará sujeta a las posibilidades de una correcta absorción, metabolismo y excreción que dependerá de la salud general del paciente.
CALIDAD DE LA ATENCION
El paciente geriátrico, debe recibir la atención adecuada en acuerdo con los problemas locales y generales que presenta.
El esfuerzo destinado a garantizar la calidad de dicha atención es también interdisciplinario, pues engloba al propio paciente, al odontólogo, médicos especialistas, personal auxiliar, asilos de ancianos e instituciones de la seguridad social que soportan financieramente el tratamiento.
La odontología geriátrica, también debe responder a los cánones básicos de la evidencia, siguiendo los estándares, pautas y prácticas que se apoyan en los resultados de estudios e investigaciones que orientan a la toma de decisiones correctas, no obstante deban tenerse en cuenta algunas premisas
que apoyan los resultados.
El éxito pues dependerá de factores entre los que pueden enunciarse :
* La salud bucal y general del paciente.
* El grado de cooperación.
* Los recursos económicos ( propios o de financiadores externos )
disponibles.
* La calidad biológica y técnica de los materiales empleados.
* Los conocimientos y habilidades del profesional.
EN CONCORDANCIA.......:
El fenómeno poblacional que caracteriza el incesante incremento de la expectativa de vida, no debe dejar librado a su suerte a esa franja de adultos mayores que, por el mismo motivo de su longevidad, arrastran un sinnúmero de enfermedades crónicas y exposición al desgaste biológico y a los factores externos que influyen en su salud.
El muro entre el anciano y el mundo debe ser derribado.
En 1948, Argentina demostró su respeto a las personas mayores y se constituyó en país pionero tanto en su legislación como en la cobertura real que dispuso tanto en el campo social como en la salud. En dicho año el gobierno emite una declaración al respecto denominada " Los derechos y el decálogo de la ancianidad ".
En 1971, fue creado el " Programa Asistencial Medico Integral "
( PAMI ), destinado a financiar la atención de los mayores y hoy cubre a casi 4 millones y medio de afiliados.
En 1970, el Congreso de la Federación Dental Internacional ( FDI ), llevado a cabo en Viena, abordó como tema fundamental la
" Odontología para las personas de edad avanzada ", en respaldo a la declaración de la OMS que designaba a dicho año como " El año del Anciano ". Ambas decisiones y abordajes sentaron las bases para reafirmar y profundizar el desarrollo de la odontogeriatría como especialidad.
En 1991, la ONU dicta su resolución 46 en la que propone los principios básicos para la ancianidad, a la que adhirió nuestro país en 1994, sobre cuya base hace suyas las declaraciones internacionales subsiguientes, dando a conocer en la primera década del siglo XXI la " Carta de derechos de las personas mayores ".
Muchas otras declaraciones posteriores, tanto de organismos internacionales como de países en particular se han expresado en concordancia, pero lamentablemente la mayoría solo quedaron impresas como meras expresiones de deseos y en la práctica no produjeron cambios apreciables.
El aspecto físico, las aptitudes, la personalidad, las alteraciones psicológicas, el medio de vida, el hábitat y las relaciones familiares e interpersonales con quienes cuidan de su salud, son condiciones que repercuten sobre dicho estado, y los odontólogos en particular debemos tener bien en claro que nuestra acción sobre éste sensible sector de la sociedad que es la tercera edad, no se sustenta solo en un conjunto de recursos técnico-científicos destinados a posibilitar el acceso a los distintos niveles de salud, sino en sumar a nuestros conocimientos específicos y actitudes, un conjunto de saberes que ayudarán a dar, a través de la salud bucal, el sustento necesario para mejorar la salud en general, y permitir que nuestros mayores, lleguen al final de sus vidas con la misma dignidad que pretendemos para los otros sectores de la sociedad.
LA RELACION INTERPERSONAL ENTRE EL ODONTOLOGO Y SU PACIENTE MAYOR, ES CONDICION PREVIA A LA INICIACION DE CUALQUIER ACCION O TRATAMIENTO.
Continuará.
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