Se considera como gasto ( o inversión ) en salud, el total de recursos de capital provenientes de los presupuestos públicos
( central y locales ), el endeudamiento externo y las donaciones
( de organismos internacionales, ONGs, etc. ) y los fondos de los seguros sociales obligatorios, sumado a todo ello, el gasto privado a través de organizaciones de medicina prepaga o en forma directa del propio bolsillo del enfermo.
Estos recursos se aplican a la prestación de servicios de salud
( preventivos, restaurativos y de rehabilitación ), las actividades de planificación familiar, de nutrición y la asistencia en emergencias.
Existen otros recursos con incidencia directa o indirecta sobre la salud de la población, tales como el suministro de agua potable, los servicios sanitarios y las acciones sobre el medio ambiente, pero que no se contabilizan en los presupuestos de salud.
Un dato de características muy generales que se suele manejar, es el monto global de recursos económicos que cada país vuelca al mercado de la salud, pero para poder obtener comparaciones, el índice más apreciado es el porcentaje del PBI que se aplica a dichos gastos.
En los cuadros que siguen, se exponen las cifras del porciento del PBI que se invierte en cada país, lo que no siempre resulta un claro índicio de eficiencia y efectividad en los resultados, habiéndose comprobado que paises con gran desembolso de recursos de acuerdo a su PBI, no han conseguido los efectos deseados, que sí lograron otros cuyos números son claramente inferiores.
Como puede observarse, Argentina ocupa el puesto N° 35 en el mundo, el 6° en América y el 4° en Latinoamérica, lo que permite apreciar el esfuerzo económico que desde hace varias décadas, realiza el pueblo en beneficio de sus sistemas de salud.
Pese a ello, los resultados no siempre son los esperados, tal vez en virtud de la falta de integración de los distintos efectores y de la superposición de aportes por parte de regímenes independientes entre sí.
Otro índice que resulta importante contrastar entre los distintos paises, es el porcentaje del presupuesto en salud que le corresponde a los organismos estatales y paraestatales dentro de la masa de recursos aplicados. Y ello es así, porque ha quedado demostrado que aquellos paises en los que el Estado amplía la porción de su participación, los resultados obtenidos en más y mejor salud de la población resultan claramente visibles, siempre que dichos recursos no se escurran en las redes de corrupción o ineficiencia.
Existen paises como Georgia, donde la participación estatal es del 18 %, y en la otra punta, paises como Cuba en donde alcanza al
94 %.
Argentina llega al 69 %, en comparación con paises como Brasil con el 47 %, Chile con el 48 %, Canadá con el 70 %, EE.UU de NA con el 46 %, Costa Rica con el 75 %, etc.
Este índice, representa una clara expresión de la acción rectora del estado en la planificación y ejecución de las acciones de salud, lo que queda demostrado con una equivalencia casi absoluta entre la relación de la participación estatal y la regresión del índice de mortalidad infantil.
No caben dudas que el estado asume funciones que las entidades privadas no hacen, tales como los programas maternoinfantiles, la vacunación obligatoria, la atención primaria, los sistemas locales y la cobertura de medicamentos para los sectores vulnerables o los enfermos con patologías crónicas o especiales.
Nuestra visión no significa oponernos a la atención de la salud a través de los sistemas privados, sino que pueda lograrse una efectiva complementación entre todos los subsectores de la salud, y en algunas especialidades como la práctica odontológica, el consultorio y la clínica dental han demostrado una capacidad operativa y un manejo de la alta complejidad que supera las posibilidades del sector público.
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