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miércoles, 3 de diciembre de 2014

HERPES BUCOFACIAL ( Herpes 1 )


Resulta bastante común, la concurrencia a la atención odontologica, ya requiriendo algún tratamiento dental o en consulta por la lesión, de pacientes portadores de una llaga o ampolla circunscripta, generalmente localizada en el labio inferior ( en mayor proporción que en el superior ), y que de la anamnesis correcta puede inferirse que se está frente a una lesión herpética.  Ello surge de la respuesta del enfermo, quien manifiesta que es la primera vez que lo experimenta o que ya lo ha sufrido en anteriores oportunidades.
En el primer caso, generalmente la lesión ( primoinfección ) que se presenta mayórmente en niños y adultos jóvenes, va acompañada de fiebre, malestar general, encías enrojecidas, vescículas en la lengua, mucosa oral y labios, todo acompañado de adenopatías.
En el segundo caso, cuando se presenta en forma reiterativa, la lesión es dolorosa, pruriginosa o ardiente en el labio sin el agregado de otros signos o síntomas, y que transcurre durante un lapso que oscila entre 7 y 10 días sin dejar cicatriz visible ( ver cuadro ).
En ambos casos estamos ante la presencia de un herpes simple.
El herpes simple bucal es una lesión muy difundida en la población, extremádamente contagiosa por el solo contacto con ella o con la saliva del enfermo, y que responde a una florida sinonimia según los distintos paises. Se la suele denominar herpes bucal, herpes labial, úlceras finas, fuegos, ampollas febriles, calentura o pupa labial.  La lesión atraviesa tres etapas consecutivas hasta su curación (ver foto).
La lesión es provocada por el virus herpes hominis o virus del herpes simple cepa HSV-1.  Tambien existe la cepa HSV-2 que corresponde al herpes genital, y que pueden diagnosticarse con mayor certeza a través de las pruebas de laboratorio que analizan los tejidos obtenidos por raspado de las lesiones.
El herpes bucal, si bien asienta de preferencia en el labio, suele ir acompañado de lesiones en otras partes de la cavidad bucal, y las lesiones evolucionan sin dejar cicatrices ni manchas luego del lapso mencionado, aunque en algunas oportunidades los tejidos afectados pueden desencadenar lesiones que, en el caso de las encías, afectan el paradencio.
Luego de desaparecida la lesión primaria (primoinfección), el virus permanece en las células nerviosas en forma latente durante toda la vida, pudiendo reactivarse como respuesta al frío, calor, fiebre, fatiga, estrés o exposición al sol (infección secundaria), reiniciando el proceso herpético clásico.
En algunas ocasiones, las lesiones pueden extenderse a otras partes de la cara y la boca adquiriendo características preocupantes, con necrosis tisular.
En los niños pequeños, el virus puede atacar el higado, pulmones, sistema nervioso central y ojos, posibilitando tambien la producción de encefalitis con alta fiebre, cefalea, irritabilidad y confusión, pudiendo incluso llegar a la muerte.

TERAPÉUTICA :
                             Como primera medida, las lesiones no deben tocarse ni reventar las vescículas. Los analgésicos comunes pueden administrarse a los efectos de morigerar el dolor, y una de las medidas locales que se aconsejan en forma prematura es la aplicación de hielo.
Las cremas de aplicación local que contienen aciclovir son recomendadas, y en los casos de lesiones de recurrencia poco espaciada, el antiviral puede administrarse por via oral en forma diaria por largos períodos de tiempo como terapia supresiva.
La terapéutica naturalista suele recomendarse boca a boca, y con ella se obtienen algunos resultados promisorios.  El te negro o verde en bolsitas calientes , el tomate, el ajo, la miel, el alóe vera y el aceite de Neem son algunas de las terapias alternativas que desarrollan acciones benéficas en las lesiones herpéticas. Esta última sustancia, tambien llamada margosa, se extrae de las semillas de la planta y posee alcaloides y otras sustancias activas.
Para el herpes, se usa el extracto de la hoja del neem con buenos resultados.
Las infecciones banales pueden tratarse en forma ambulatoria, pero en los casos complicados se requiere hospitalización, especialmente en niños pequeños que se deshidratan con suma facilidad.
El odontologo debe cuidarse del contagio y posponer la iniciación del tratamiento dental, indicar las medidas de acción local aconsejables o realizar la interconsulta con el médico pediatra o dermatólogo cuando la administración de algún medicamento antiviral debe llevarse a cabo por la vía parenteral.

  

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