Del análisis de las presentaciones y discusiones de los grupos de trabajo, referidas a las propuestas y experiencias sobre las reformas en salud que se llevaron a cabo en las américas, puede extractarse que todos coincidían en la necesidad de un nuevo sistema que reemplace al vigente( basado en la enfermedad ), que contemple la salud como el resultado de una interacción entre el conocimiento científico, los saberes técnicos, las políticas ambientales y la participación de nuevos actores sociales con un profundo conocimiento e inserción en la comunidad.
Esta primera conferencia, produjo un documento final denominado " Declaración de Rio : Equidad, sustentabilidad, democracia, salud y educación para el siglo XXI ".
El compromiso asumido por los integrantes y panelistas, representantes de estados y de organizaciones públicas y no gubernamentales, se centró en la necesidad de una profunda reforma de los sistemas de salud en las américas que se sustente en una educación en salud pública con una concepción transdisciplinaria, formando recursos que promuevan el desarrollo local descentralizando el poder hacia los gobiernos locales, con un
acceso universal a los servicios y una eficacia y calidad de las prácticas que mejore la salud de la gente.
Numerosas voces, no todas ligadas al sector de la salud, se expidieron paralélamente sobre el tema. Dice Bunge, " la salud individual y la condición social se entrelazan, y la pobreza tiende a incrementar la mortalidad ".
Después de aquella conferencia, ya no caben dudas que si nó se modifica el entorno, no existe posibilidad de brindar salud efectívamente. La enfermedad y la miseria, se autoalimentan y autosostienen, y el profesional de la salud, vé con impotencia como todo lo que aprendió se pierde en la maraña de situaciones sociales que actúan como vallas en su accionar.
Los profesionales que ya hemos transpuesto una respetable barrera de años de trabajo, somos epígonos de maestros que nos enseñaron la biología en forma abstracta, desvinculada del entorno social.
La práctica, nos ha hecho comprender que una nueva epistemología social debe guiar nuestras acciones profesionales, enlazándolas a las necesidades y contexto de nuestros enfermos.
Si la caries dental y la enfermedad periodontal, son enfermedades infecciosas, cuyo desarrollo y sus efectos se correponden con conductas modificables, ya no es posible desentenderse de las intervenciones basadas en investigaciones científicas, en acciones de salud que las pongan en práctica, y de interpretar en cada caso el medio físico y cultural del paciente.
Debemos hacer carne en nuestras conciencias, que lo que nos provéen nuestras disciplinas corre por detrás de las necesidades del presente, y lo que a veces consideramos un avance terapéutico encaminado a la rehabilitación de nuestros enfermos, no es más que un parche que soslaya la verdadera misión que la sociedad nos ha confiado, nó tanto la de curar las enfermedades y rehabilitar los daños irreversibles, sino el crear las condiciones para que la gente no se enferme, mucho más aún, cuando la etiología, la patogenia y la terapéutica de las afecciones, son evidentes y están al alcance de nuestro conocimiento.
Nadie puede poner en duda el avance científico que constituyeron los implantes dentales y el uso de la tecnología biocompatible. Pero debemos preguntarnos, ¿ son éstos procedimientos verdaderos recursos terapéuticos o un remedio al fracaso de la odontología conservadora y preventiva ?. Fueron los pulmotores y las terapias de rehabilitación verdaderos recursos contra la polio, aún salvando miles de vidas ?, o fué la vacuna antipolio la que le propinó el golpe de gracia a la enfermedad ?.
Es imposible desconocer los avances en las técnicas de recuperación cardiovascular a través del empleo de válvulas, stents e intervenciones quirúrgicas, aunque hubiera resultado más fácil y menos oneroso evitar la acumulación de placas ateromatosas y mejorar las condiciones de vida que impactan sobre el aparato cardiocirculatorio.
La enfermedad no es unívoca, y asienta en personas de distinta condición, y ésta última a veces es la que determina la pertinencia de nuestras intervenciones.
Recuerdo de mis años en el servicio de odontología del Hospital Pedro Fiorito de Avellaneda que dirigía Juan José Carraro, haber citado conjúntamente con los colegas Fontán y Edelstein a un niño para una intervención quirúrgica, a la que le reservamos dos horas de nuestra tarea. Llegado el dia, el niño no concurre, y lo primero que pensamos fué en el tiempo que nos hizo perder, amén de la falta de respeto por nuestra tarea.
A las 48 horas, reaparece el niño acompañado por su madre, y al preguntársele la razón de su ausencia la madre nos contestó en su lenguaje llano, " tuve que lavarle los pantalones y no secaron en tiempo ". Indagando en la condición socioeconómica de la familia, llegamos a la conclusión que el niño poseía un solo pantalón, y sin él no podía concurrir al hospital. Demás está decir que, la reprogramación de la intervención provocó una demora que empeoró la situación de su patología y ocasionó la pérdida de varias piezas dentarias. No estuvo en nuestras manos superar los problemas que un contexto adverso volcaba sobre un indefenso niño.
Otro aspecto importante en la relación profesional-paciente, lo constituye el hecho de si los profesionales de la salud somos ejemplos que impactan en los hábitos y costumbres de nuestros pacientes. Médicos que fuman o se embriagan frente a los enfermos o a la comunidad en general. Médicos y odontólogos que nó respetan los más elementales hábitos higiénicos. Odontólogos con piezas dentarias deterioradas, ausentes o con halitosis manifiesta fácilmente detectables por sus pacientes, no constituyen ejemplos que induzcan a imitarlos o a tomarlos como modelo a seguir. El adoctrinamiento en salud debe sustentarse en un nuevo apotegma que exprese, " haz lo que yo digo, que es lo que yo hago, y que es lo que se debe hacer ".
Y un último aspecto que el profesional debe evaluar y prestarle especial atención, es la equidad en el acceso a los sistemas de salud
como parte de la prevención y de la cura de las enfermedades de la gente. La adecuación de los sistemas asistenciales a la epidemiología de nuestros dias, puede representar la diferencia entre el éxito o el fracaso de una intervención. Enfermos más añosos, con más patologías asociadas y con serias dificultades socio-económicas para sostener los tratamientos que requieren, son los trazos con que el presente dibuja la realidad que enfrentamos a diario. Se requiere el compromiso de toda la sociedad y de cada conciencia en forma individual para no rendirnos a esquemas del pasado, ni a la irresponsable negación de lo que está delante de nuestros ojos. Sin embargo el
profesional de la salud, no deja de ser una simple persona, con su carga de problemas y con la mochila de una responsabilidad que a veces lo abruma y que termina por enfermarlo. Ya hemos tratado en una publicación anterior el Burn-out, a la que remito al lector, pero, sin llegar a una situación tán dramática, es cada vez mayor el número de médicos, odontólogos y enfermeros que caen en el estrés, al que podríamos definir como "una situación laboral que combina la alta exigencia y el bajo poder de decisión ". En nuestro país, Pasqualini ya enfocaba hace más de 60 años los alcances del Sistema General de Adaptación ( SGA ), estudiado profúndamente por Hans Selie, pero que todavía no se lo presumía como una epidemia para los propios profesionales de la salud. También debe analizarse desde el punto de vista sociológico, las agresiones a que son sometidos los profesionales de la salud, por el solo hecho de ser la cara visible de un sistema obsoleto e injusto.
Es indiscutible, que el saber debe llegar a quienes lo necesitan, sin embargo ello no siempre depende de quienes lo poseen. Es imperioso trabajar para que se alcancen en la población mayores niveles de equidad, y la seguridad de una actividad económica que sea ecológicamente sustentable para las presentes y futuras generaciones, promoviendo una democracia participativa en la cual aquellos que toman decisiones acerca de la salud, sean responsables ante quienes vean afectada la suya.
La salud pública, debe propender a fortalecer la capacidad de la sociedad, para construir su salud y realizar complétamente su potencial humano a través de las tres libertades esenciales señaladas por Amartya Sen :
* VIVIR SIN TEMOR
* VIVIR SIN CARENCIA
* VIVIR CON DIGNIDAD
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