En una publicación de éste blog, correspondiente al 22 de Noviembre de 2012, llevamos a cabo una búsqueda exhaustiva de la historiografía, empleo y distintos pormenores sobre las ventajas que, a través del cepillado de los dientes, acción eminéntemente mecánica autorealizada, significaba para la mantención de una correcta higiene cuyo resultado es una buena salud bucal.
Sin embargo, hubo una acotada referencia al empleo de algún tipo de sustancia que complementara dicha acción, ayudando al barrido de la placa dental, y eventualmente con algún efecto terapéutico sobre el diente y la encía.
En realidad, debemos reconocer que la acción del cepillo dental es la esencia del procedimiento de cepillado, pero también resulta oportuno, analizar todas aquellos compuestos químicos, ya naturales, ya industriales, que pueden reforzar los efectos de dicha técnica.
Puede decirse que, tanto el cepillo dental, como la pasta dental, tienen un orígen casi simultáneo entre los 3.500 y 4.000 años a.C por parte de los antiguos babilonios y egipcios.
El dentífrico, pasta dental o crema dental, se ha presentado a través de los años de distintas formas. y con contenidos también distintos.
El "clisterate" de los egipcios, reunía piedra pómez, agua, cáscara de flores para mejorar su sabor, cáscara de huevo molida y mirra.
El pueblo persa, 550 años a.C, preparaban una sustancia compuesta por agua boratada y alguna especie de tintura, y otras basadas en el empleo de aceites de coco y girasol.
En el siglo I a.C, los romanos aconsejaban el empleo de orina humana, basados el la acción del amonio, y un personaje medico llamado Lorgo, aconsejaba una mezcla de vinagre, miel, sal y cristales pulverizados. aplicada con una tela de algodón.
En la era cristiana, se tienen referencia de algunas escrituras que ensalzaban el cuidado de la apariencia facial, teniendo y mostrando sus dientes blancos. El claro ejemplo engloba a los obispos cristianos y a los textos de medicina islámica medieval, que se basaban en las escrituras de Mahoma que le otorgaban valor a la blancura de los dientes.
La cultura china, desde muchos años antes, empleaba el hueso y las espinas de pescado en un medio acuoso.
En la España del siglo XI, se solía utilizar la tierra jabonada de Toledo. Un botánico toledano (Wafid), le agregaba hojas de menta, albahaca, membrillo y rosas.
El "sicte" en Guatemala, el chicle de leguminosas por parte de los mayas, y la rawolfia en el norte de América, se generalizaron en el siglo XV.
En el siglo XVII, John Harris fabrica una pasta a base de tiza, y también en norte américa en 1873 se le agregan distintos polvos, y en 1892, el cirujano dental Whashington Sheffield Wentworth, introduce éstas pastas al mercado en el primer tubo plegable.
En el siglo XVIII, Frederic Slare introduce el azúcar de caña, y en Gran Bretaña, con el agregado de jabón por parte de Peabody, aparece luego el primer dentífrico comercializado formalmente.
En 1866, en la Home Cyclopedia, se citan pastas compuestas por tiza, sal y agua, y otra compuesta por carbón de leña pulverizado.
La mayor parte de las pastas dentífricas fabricadas en el siglo XX, generalmente poseían algún tipo de polvo abrasivo, agentes aglutinantes, humectantes y sustancias que le proporcionaban algún sabor dulzón.
La introducción de la elaboración comercial global, se lleva a cabo en USA en 1.900, en que se crea la empresa Pepsodent por parte de Claude C. Hopkins, marca comercial que fué líder hasta la década del 60, teniendo que competir con Colgate, cuyos principios databan desde 1873, aunque más limitada que Pepsodent, y a mediados del siglo XX, William Colgate la lanza al mercado mundial. También competía bastante exitosamente la marca Crest, desarrollada por Prócter y Gamble.
La composición química de éstas pastas dentífricas, era bastante similar, distinguiéndose por su sabor y hasta por su color.
Sin embargo, y a partir de los descubrimientos de Mc. Kay bastantes años antes. de la acción anticaries de las sales de flúor, la empresa Crest introduce en 1955 en el mercado la primera pasta que lo contiene, siendo recién aprobada por la ADA en 1964 dentro de la categoría A.
A partir de entonces la mayoría de los fabricantes incorporan el flúor a sus dentífricos en proporciones casi idénticas según lo que acosejaban los investigadores y profesionales odontologos.
En Europa, la concentración permitida es de 1.500 partes por millón (0.15 %).
El desarrollo científico y tecnológico, hurgó en algunos compuestos químicos que tuvieran algún efecto terapéutico sobre la gingivitis y sobre la hiperestesia dentinaria y algún efecto químico o físico sobre el color de los dientes.
Con relación a éste último aspecto, la mayor parte de los fabricantes confiaban en los productos abrasivos que eliminaban las manchas ocasionadas por el tabaco y algunos alimentos.
En 1960, se comercializó una pasta, llamada El Torero, que tenía un color rojo debido a su contenido en tintura de cochinilla, que tendía a tornar de color rojizo las encías para resaltar el blanco de los dientes.
Con relación al empleo de sustancias que combatían la gingivitis, se ensayaron la clorhexidina y la hexetidina, todavía empleados aunque con resultados inciertos. La firma Colgate introduce también en su fórmula el Triclosan, un potente antibacteriano que fuera restringido en su uso a concentraciones inferiores al 0.3 % por la Unión Europea en 2014, y luego retirado del mercado por el fabricante.
Con respecto a la incorporación de compuestos destinados a combatir la sensibilidad dental al frío, calor, ácidos, dulces, etc. (hiperestesia), se utilizan actuálmente el nitrato de potasio o sales de oxalato con resultados no del todo convincentes. En nuestro país, Blitzer llevó a cabo una investigación clínica publicada en la RAOA, que le otorgaba algún margen de efectividad.
Tal como lo venimos relatando, la composición de las pastas dentífricas basan su resultado en la acción abrasiva de alguno de sus componentes, con el agregado de sustancias químicas que le agregan algunos efectos de humedad, estabilidad y sabor.
Para tener una idea del contenido de las pastas dentales, vale la pena exponer las fórmulas de dos productos líderes del mercado.
Existen pastas dentales indicadas para el tratamiento de la sensibilidad dental, que contioenen agentes químicos como el peróxido de carbamida, el nitrato de potasio o el fluoruro de sodio en altas concentraciones. Tambien se ofrecen dentífricos para el tratamiento de la gingivitis, que contienen generálmente ciertos antisépticos como la chlorexidina o el hexetidine. Estas pastas no han logrado los resultados esperados, razón por la cual es recomendable la consulta con el odontólogo antes de proceder a su uso.
Una de las cuestiones que, con independencia de la composición química de los dentífricos, es necesario tener en cuenta la cantidad de pasta que se esparce sobre el cepillo, y la técnica de cepillado que, a parte de su acción limpiadora, evite la abrasión desmedida.La técnica de Bass o similares, que eviten el cepillado horizontal enérgico son las más aconsejables en éste aspecto. En cuanto a la cantidad de pasta a depositar sobre el cepillo, no debe ser superior a 1 cm., y en los niños bastante menos, acosejándose no enjuagar la boca luego del cepillado, a los efectos de evitar el arrastre de los componentes, que como el flúor, deben permanecer cierto tiempo sobre la superficie dental para desarrollar su acción preventiva. El número de cepillados diarios es variable, y se aconsejan luego de las comidas. aunque debiera dejarse pasar cierto tiempo de finalizadas, posíblemente una media hora, para evitar que el cepillo dental arrastre restos de alimentos y bebidas que normálmente bajan el Ph de la saliva otorgándole cierta acidéz, que se contrapone con la habitual alcalinidad, y que a través del cepillado pueden ocasionar un daño sobre el esmalte dental, requiriendo una espera necesaria para que la saliva recobre su alcalinidad.Para concluir, debemos tener en cuenta que ni el cepillado ni la acción abrasiva de la pasta dental logran eliminar en su totalidad la placa dental, y que como mínimo cada seis meses, debe recurrirse a la consulta odontológica para someterse a un raspaje y pulido que involucra toda la superficie de cada diente y que evita su acción nociva tanto en la etiología de la caries dental como de la gingivitis.
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