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jueves, 11 de enero de 2024

LA SALUD BUCODENTAL EN LA ENFERMEDAD CELÍACA


 Una de cada 100 personas en el mundo es celíaca, vale decir que cursa un trastorno catalogado como enteropatía crónica; desórden sistémico originado por una intolerancia permanente a una proteina llamada glúten, presente en algunos cereales como el trigo, cebada, centeno y avena, cuya acción es desarrollada a través de su consumo, o de otros productos envasados en los que se emplea como espesante por parte de la industria alimentaria.

Si bien el consumo de dicha proteina causa diarrea, vómitos, anorexia y distención abdominal (síntomas clásicos aceptados por la Celíac Disease Foundation ), muchos portadores del mal desconocen la etiología de los mismos y no recurren a la consulta médica, posibilitando el avance de la enfermedad con su cortejo de alteraciones sistémicas que los lleva a un deterioro progresivo de su calidad de vida.
El intestino delgado, se encuentra impedido de la absorción de nutrientes vitales, cuya deficiencia en el organismo le provocan al celíaco, trastornos y complicaciones de diversa magnitud.
El hierro, el ácido fólico y las vitaminas B.12, D y K no pueden absorverse a nivel intestinal, y deben ser administrados en la dieta por medicamentos que suplen sus funciones.
Es sumamente importante el diagnóstico precóz de la afección a los efectos de prevenir males mayores, por lo que resulta imprescindible el exámen médico general, otear entre los antecedentes familiares, recurrir a los análisis de sangre y a la biopsia del intestino delgado, ya que los síntomas clásicos resultan insuficientes y se asemejan a los de otras patologías como el sindrome de intestino irritable o a la intolerancia a la lactosa.
Los Institutos Nacionales de la Salud de los EE.UU ( NIH ), a través de su seccional, el Instituto Nacional de la Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales ( NIDDK ), incorpora como imprescindible para el diagnóstico de la celiaquía, el exámen bucodental (tejidos duros y blandos), que en muchas oportunidades pueden ser indicativos, junto con el exámen clínico, de la presencia de la enfermedad.  Es importante también investigar en la sangre la presencia de anemia y de altas concentraciones de ciertos anticuerpos, a lo que debe agregarse la prueba genética, que puede detectar algunos grupos de variantes genéticas conocidas como DQ2 o DQ8.
El compromiso de la estructura ósea general, llega a interesar también a los huesos maxilares y dientes.
Resulta frecuente encontrar reabsorciones de las apófisis alveolares con movilidad dentaria en las etapas avanzadas de la enfermedad celíaca, razón por la que el odontólogo, ante la presencia de enfermedad periodontal, en sus diversos estadíos, debe estar atento a la historia clínica del paciente y derivarlo al médico si éste desconoce la causa de los síntomas generales que le aquejan. En muchos casos la celiaquía va asociada al sindrome de Turner, 
y suelen presentarse alteraciones visibles para
el odontólogo como ptosis leve, hipertelorismo
subjetivo, hipoplasia maxilar y orejas bajas (pinnas)
con adherencia de los lóbulos.
El sindrome de Turner agrava la enfermedad ya que provoca graves alteraciones cardíacas, especiálmente a nivel aórtico.

La osteoporosis en los jóvenes es una de las primeras apariciones patológicas junto al hiperparatiroidismo y la osteomalacia.
Las fracturas maxilares patológicas, espontáneas o las de bajo impacto son frecuentes en éstos enfermos, en todos los casos obedeciendo a la escasa o nula absorción del calcio.
Con relación a los efectos sobre los dientes,  cabe mencionar la caries dental ( como producto del deterioro de la autoclísis y de la facilidad de infecciones, que también originan las gingivitis y la enfermedad periodontal a la que ya hemos hecho referencia.
También suele observarse la gingivitis úlceronecrotizante, ( GUN ) de difícil resolución si no se ha encarado el tratamiento de la celiaquía.
Se mencionan también casos de retraso en la erupción dentaria, y 
aparición de rugosidades, manchas marrones, blanquecinas y transparencias en la suprficie del esmalte, las que aparecen con mayor frecuencia en los incisivos y primeros molares.
Los tejidos blandos de la cavidad bucal, también pueden exhibir diversas entidades patológicas en la enfermedad celíaca.
Las aftas simples o la estomatitis recurrente, poséen una incidencia, según diversos autores, que oscila entre el 3 % y el 61 % de los enfermos.
La glositis, en sus variedades atrófica y geográfica, la queilitis angular (boquera o perleche) y el líquen plano, también fueron descriptos como signos clásicos de la celiaquía.
La sequedad bucal (xerostomía), con sus consecuencias de ardor, mal aliento (halitosis), dificultad para mantener una adecuada higiene bucal, y en algunos casos con úlceras en los labios y el paladar, aparece como consecuencia de la afectación de las glándulas salivales. El sindrome de Syogren, ha sido descripto entre el 4.5 % y 15 % de los enfermos celíacos.

Si bien el tratamiento de la celiaquía es patrimonio del médico, ya generalista como gastroenterólogo, el odontólogo puede resultar un instrumento imprescindible (como bien lo manifiestan los NIH) para completar el estudio del paciente y arribar a un diagnóstico de la celiaquía, y en especial para alertar a aquellos enfermos que manifiestan síntomas compatibles con la enfermedad y no han concurrido al médico, y que presentando alguna de las alteraciones bucodentales descriptas, pueden ser debídamente orientados y derivados al especialista en forma precóz, y poder así controlar y tratar un trastorno que puede resultar de gravedad para la salud de quienes lo portan.

                              Las ilustraciones que acompañan al texto, son representativas de las
                                             lesiones bucodentales que pueden acompañar a la celiaquía.

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