Como puede observarse, Argentina ocupa uno de los lugares más destacados, y es dable pensar, que éste hecho tal vez, constituya uno de los tantos factores cariogénicos que mantienen casi inalterables los índices de incidencia y prevalencia de la caries dental en las últimas décadas. Es dable observar, que las bebidas gaseosas se consumen en mayor proporción en los hogares de bajos ingresos, que son los mismos que luego no pueden acceder a la consulta dental, ni a las dietas balanceadas.
El excesivo consumo de bebidas gaseosas, no solo afecta la salud bucal, sino que se constituye en un fuerte condicionante del sobrepeso, la obesidad y la diabetes.
El daño que éstas bebidas causan a la capa protectora de los dientes ( esmalte ), no está asociado solamente a su alto contenido de azúcar. Aquellas conocidas como "light", "zero" o "sin azucar", conservan un alto potencial de daño debido a su Ph, a su naturaleza carbonatada, y a su contenido en ácido fosfórico.
Las lesiones que han sido demostradas, tanto in vivo como en el laboratorio, se manifiestan no solo en los dientes (erosión, aplanamiento de las caras triturantes de los molares, hipersensibilidad y pigmentación interna), sino también en las encías y en la densidad del hueso alveolar.
Ya no caben dudas que estamos frente a un verdadero problema de salud pública. Los padres de los niños en edad escolar, sus maestros, y las organizaciones encargadas de proveer alimentación en los comedores estudiantiles y comunitarios, deben comprender que las dietas tienen la misión de balancear los alimentos destinados a satisfacer el hambre, aportando insumos para el crecimiento y desarrollo, por sobre aquellos que símplemente satisfacen gustos o calman deseos.
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