En una entrevista realizada al Dr. Pedro Saturno, destacado sanitarista español, entre las numerosas preguntas que se le realizaron, se le requirió su opinión sobre el sistema de salud en la República Argentina, a lo que respondió : "...es bastante inequitativo. Están la salud pública, la privada, las Obras Sociales, las prepagas.......un laberinto. El sistema sanitario argentino, salió bastante mal parado en varios ránkings ( el general, el de resultados de salud, el de nivel de salud de la población y el de respuesta a las necesidades de la gente ) ".
Cuando se le preguntó ¿ que recomendaría para la Argentina ?, contesta : " ...la idea general es caminar hacia un sistema unificado desde el punto de vista de los derechos de la población, y por lo tanto más equitativo, con decisiones de políticas sanitarias centralizadas y universales. Esto no quiere decir que la gestión del sistema tenga que estar tambien centralizada; creo que la gestión descentralizada es útil y necesaria. Hay estrategias de mejora, que pueden lograrse en el nivel local o de centro asistencial, incluso dentro de un sistema de salud adverso. Equidad y accesibilidad dependen mayoritáriamente del sistema, pero las demás dimensiones pueden mejorarse sólo con el compromiso de los encargados de prestar servicios, sean públicos o privados ".
Hugo Arce, autor de varios libros y publicaciones sobre el tema, se refiere al sistema de salud de nuestro país, cómo : " una organización fragmentada, con múltiples centros de decisión y diversas fuentes de financiamiento ". Remarca al mismo tiempo, algunas falencias del sistema, cómo la " falta de provincialización del PAMI, el manejo discrecional de los fondos de las Obras Sociales, la distribuición y comportamiento contradictorio de los servicios públicos y privados, y una marcada diferencia en la calidad técnica entre ambos tipos de servicios, a favor del sector público."
Estas afirmaciones, no son nuevas, ni para nuestro país, ni para el mundo en general. El informe de la O.M.S sobre salud mundial en el año 2000, ponía el acento en dos características que debieran atenderse : 1.- La responsabilidad de los gobiernos en la conducción
de todo el sistema sanitario ( público, privado y de la
seguridad social.
2.- La equidad en la atribución y distribuición de los
recursos.
Este mismo aspecto, era abordado en profundidad en la
" Publicación Científica y Técnica N° 578- 2000- O.P.S-O.M.S ".
En 1991, Márgaret Whithead decía : " Idealmente todos deben tener la oportunidad justa de alcanzar todo su potencial en salud. Nadie debe estar en desventaja a la hora de alcanzarlo, si ello se puede evitar ".
En 1978, en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de la Salud, llevada a cabo en ALMA-ATA, se aprobó una declaración, que lleva dicho nombre, y que en algunas de sus consideraciones previas, se hacía mención a " las desigualdades en salud y asistencia sanitaria que afligen a todas las naciones del mundo ", proponiendo una serie de metas que dieron orígen a la frase emblemática de la O.M.S : " SALUD PARA TODOS EN EL AÑO 2000 ".
En 1988, casi a mitad de camino para la cumplimentación de dichas metas, la O.M.S convocó la 41° Asamblea Mundial de la Salud, que se llevó a cabo en la ciudad de RIGA, de la que surgió un documento llamado " Reafirmación de Alma-Ata en Riga ", en el que se exponían los fracasos en el fortalecimiento de la organización y gestión de los sistemas de salud. A diez años de Alma-Ata, se reconoció un escaso avance en los índices de " salud para todos ", y una " pervivencia de privilegiados y desposeidos en materia de salud ", tal como fuera expresado por el Dr. Mahler, director de la O.M.S.
El compromiso que asumieran los estados en todas éstas reuniones de la O.M.S, no se vió plasmado en la práctica, y como ya viéramos al comienzo, las falencias se mantienen intáctas.
El Dr. Horacio Rodriguez Castells, ex ministro de salud, y ex presidente de la Academia Nacional de Medicina, expresó al respecto en 1978 : " Nadie puede discutir la extricta justicia del derecho a la salud incluido en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, derechos tán recitados y publicitados, y en general tán poco satisfechos. Tampoco se puede discutir hoy en dia, el innegable derecho que tienen todos los integrantes de una comunidad, cualquiera sea su ubicación y situación económica, a recibir una atención médica igualitaria en lo que hace a su calidad técnica, así como el deber del Estado en brindarla ".
Sucesivos gobiernos, a través de los ministros del área, enunciaron numerosas acciones tendientes a normalizar el sistema de salud. Se trató en todos los casos de apelar al consenso con los variados sectores de la comunidad, a los efectos de dar sustentabilidad científica y política a las distintas medidas. Sin embargo, no pasó de ser un acto de voluntarismo, que no logró quebrar hasta ahora, la fragmentación de los múltiples efectores en que se distribuye porcentualmente el sistema, que, números más o menos, se mantiene casi inalterable. Así la cobertura en éstos momentos, mantiene la siguiente distribución :
1.- Efectores públicos 40,2 %
2.- Obras Sociales 43,2 %
3.- Pami 6,6 %
4.- Medicina prepaga 10 %
Estos porcentajes, no toman en cuenta lo que aportan los ciudadanos en forma directa de su bolsillo como copagos, porcentajes no cubiertos, prestaciones fuera de convenio, o directamente, la totalidad de la cobertura por parte de quienes no se hallan alcanzados por ninguno de los sectores descriptos.
Estos diferentes sectores, representan tambien distintos intereses y concepciones dispares que resulta harto difícil doblegar.
Así las promesas siempre vigentes de un verdadero sistema de salud, quedan reducidas a medidas espasmódicas, como la regulación de las empresas prepagas, y algunos ajustes en los fondos distribuidos por el estado, como así tambien, algunos planes e inversiones en infraestructura que encaran las jurisdicciones provinciales y municipales, actuando discoordinádamente, pero que en última instancia, nó garantizan soluciones ni totalizadoras ni permanentes.
Ni siquiera el peso de voluntades históricas, como las expresadas por Perón, Illia, Alfonsín, y los que los sucedieron a través de sus equipos de salud liderados pór expertos comprometidos con la reforma, como Liotta, Oñativia, Neri, Gonzalez García, etc. pudieron romper el cerco de los intereses arraigados, que hasta ahora, lograron impedir y hacer fracasar los intentos, más bien todo lo contrario, llegando a desencadenar hasta la caida de un gobierno.
¿ Qué siniestro conjuro de voluntades, puede más que la disposición de gobiernos democráticos con amplio respaldo popular en su deseo de tán solo intentar devolver a la población el derecho a una cobertura digna de su salud ?.
¿ Qué mentes tán poco ideologizadas en la equidad y en la justicia, pueden impedir el acceso igualitario al derecho a la salud de nuestros pueblos ?.
Estos interrogantes, requieren de respuestas concretas que apunten a señalar las deficiencias intrínsecas de nuestro sistema de salud, y los factores externos que impiden encaminarlo racionalmente.
Esas y nó otras , son las asignaturas pendientes que constituyen la deuda crónica de nuestro sistema democrático. Ese sistema, cuyos gobernantes solo piensan en el epítrope de Dios para aminorar el peso sobre sus hombros que representan los intereses sectoriales, cuando en realidad, lo que deben pretender, es que Dios, o su conciencia moral, los provea de hombros fuertes para soportar y sortear, los enormes pesos de las conductas facciosas y los intereses que operan a contrapelo de las grandes mayorías.
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