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sábado, 6 de septiembre de 2014

LOS SERVICIOS PUBLICOS DE SALUD NO SON TRINCHERAS


En éstos últimos años, pero cada vez con mayor asiduidad y agresividad, se han producido hechos vandálicos y delictivos en los organismos públicos de atención de la salud, que no registran antecedentes y no nos permiten siquiera interpretar sociológicamente la producción de tales hechos.
La violencia no solo se da contra la estructura y equipamiento de los servicios, sino que se ha extendido al personal sanitario que presta atención en los mismos.
Pareciera que éste vandalismo se ha expandido en numerosos paises de la región y de España, y la irracionalidad se ensaña con los bienes y las vidas destinadas a prestar servicios esenciales a muchos de los propios agresores, sus familias y sus grupos de pertenencia.
Los hospitales y unidades sanitarias en general, como otros bienes del estado ( incluidos los establecimientos educativos ) son considerados de naturaleza pública, con lo que se quiere expresar que son " patrimonio de todos ", pero lo que se comprueba con el accionar de éstos grupos de inadaptados sociales, es que al final terminan siendo de nadie, por lo que atentan contra ellos sin ninguna consideración de pertenencia ni de propiedad colectiva.
En general los vándalos son vecinos de los propios establecimientos, que trasladan a ellos su resentimiento, sus patrones conductuales y los disvalores que constituyen sus propias vidas, y les interesa muy poco el daño que infieren a estructuras que en algún momento pueden albergarlos, y a personas que por el solo hecho de brindarles atención, asumen riesgos para su integridad física y psicológica que a veces se desenvuelven en condiciones indignas de trabajo en un contexto de temor y desaliento.
Dicho personal no busca ni el éxito ni la fama, no sueñan con un futuro de riqueza, sin embargo todos los días concurren a desempeñar su trabajo a sabiendas que son víctimas del abandono y de la desprotección.
En algunas oportunidades cumplen con sus tareas encañonados con un arma de fuego o amenazados con un arma blanca, exigidos a no solo brindar la atención habitual en ellos, sino a extremarse para obtener resultados que no siempre están en condiciones de asegurar.
Sin embargo, no renuncian a su cotidiana tarea para la que fueron formados, y el " que pase el que sigue " se mantiene, no obstante exponerse a situaciones que en gran número de oportunidades, los exponen al miedo, la depresión y el burn-out.
Y así nos preguntamos, ¿ quienes son los responsables de brindar protección a esos profesionales, personal paramédico, administrativo y de maestranza que se encuentran a la buena de Dios ?, ¿ como deben hacerlo ?, ¿ cuando deben actuar, aún con el empleo de la fuerza represiva contra éstos delincuentes ?.
Yo recuerdo en mi época de practicante en el viejo Instituto Municipal de Odontología de la esquina de Chacabuco e Independencia, y en la Asistencia Pública de la calle Esmeralda, haber tenido que asistir a personas en estado de ebriedad y aún a delincuentes y pendencieros de la calle, pero en ninguna oportunidad, y a pesar de no contar con ningún tipo de consigna policial, recibimos agresiones o insultos en el desarrollo de nuestra actividad.
En la actualidad, muy pocas autoridades, funcionarios y políticos se responsabilizan del cuidado del personal sanitario, y en las oportunidades que lo hacen, no faltan las voces discordantes que consideran a los vándalos como el producto de una sociedad que los victimiza, y a quienes los reprimen, como hordas fascistoides que descargan en los pobres" desposeidos ", sus frustraciones y violencias reprimidas.
Si la sociedad en su conjunto no asume los hechos como propios, y los gobiernos nacionales y locales no se hacen cargo de la situación, es muy probable que la vocación y el empeño que todavía pone el personal hospitalario en el desarrollo de sus funciones, se transforme en desidia y abandono, con toda la carga que supone de desaliento y frustración de miembros de nuestra sociedad cuyo desempeño no es de mayor o menor envergadura que la de otros, pero que incluye un plus que caracteriza al cuidado y respeto del semejante, y el desarrollo de una tarea delicada cuyo norte es la salud y el bienestar de sus congéneres, que de perderse, horas amargas le aguardan a la sociedad en su conjunto.
Todavía estamos a tiempo de salvar nuestros hospitales. Todavía es hora de evitar el accionar de bandas y grupos de individuos desclasados, a quienes poco les importa la calidad de vida de su comunidad.
Que nadie se de por vencido, y que nadie mire para otro lado cuando suceden éstos hechos reprochables.                    

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