jaitt odonto social

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Que una sonrisa feliz sea nuestro mejor premio
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viernes, 5 de febrero de 2010

Cincuenta años de ejercicio de la Odontología.

Cuándo cumplí mis primeros cincuenta años de ejercicio profesional,pensé que era una obligación para mi, después de haberme desempeñado en cuanto ámbito institucional se me convocara, dirigirle a mis compañeros de promoción unas
palabras acordes a tán magno acontecimiento. Nó obstante me encontré ante un verdadero dilema.
Por supuesto que no es la primera vez que debo publicar y expresar mis opiniones. Mi condición de docente por más de cuarenta años, y de dirigente institucional, me liberaba de la preocupación por elegir las palabras adecuadas a la oportunidad.
Pero por otro lado, he pensado seriamente si en ésta ocasión tengo algo substancial para decir.
Sin embargo no lo dudé un instante,pues llegué a la conclusión que ésta exposición ante mis pares en la formación y en la profesión, significaba un deber y una responsabilidad cómo ninguna otra, para tratar de hilvanar recuerdos tán
caros a mi espíritu cómo al de mis condiscípulos.
Los colegas y amigos, se percatarán que éstas lineas un tanto desilvanadas, no son más que recuerdos matizados por la imaginación. No es mi deseo reproducir
mecánicamente hechos y acontecimientos pasados, sino recobrar dicho pasado
desde ciertas condiciones anímicas que me rondan en éste presente.
De igual manera estimo que recordar algunos hechos y personas, no significa
olvidar otros, aunque a veces la memoria nos traiciona, y sin duda habrán omisiones que hubiera sido muy grato para muchos de mis colegas poder volcarlas en éste recuerdo jubiloso.
Vaya una especial mención al viejo edificio de la Facultad, guarida de nuestros
comienzos académicos y porqué no, de nuestra mejor juventud. Dicha casa, que
vió y sufrió nuestro trajinar por sus rincones, y que gracias a la benevolencia de
sus autoridades nos ofreció un acto pleno de reconocimiento y de amor a quienes
en su momento significamos el leit-motiv de su existencia.
Hoy, la niebla de los recuerdos distantes, se amalgama con el presente que todavía nos enlaza con nuestra hermosa profesión.
El tiempo, nos hadevorado cincuenta años de nuestras vidas desde aquel lejano
1958, y sin embargo sabemos que no han sido en vano.
Hemos desempeñado, en distintos ámbitos, esta noble profesión a la que llegamos por diferentes motivaciones, pero que sea cual fuere nuestro destino, nuestro derrotero, nuestro éxito, la hemos adoptado como parte de esa vida, y siempre hemos tratado de prestigiarla y dignificarla desde el lugar en que nos
tocó ejercerla.
Hemos construido familias, y en innumerables casos nuestros hijos, tambien optaron por elegir la profesión de su madre o padre, esgrimiendo razones diversas, pero fundamentalmente por haber entendido la absoluta inserción social y comunitaria de su accionar, y de haber internalizado que si bien nuestro
trabajo no constituye un mecenazgo, pues de él vivimos, tambien supieron apreciar que nuestro mayor premio fincaba en la gratitud de nuestros pacientes.
Es cierto tambien que en éstos cincuenta años, hemos tenido que evolucionar y
adecuarnos a los adelantos de la ciencia en general y de la Odontologica en
particular, y someternos también a los cambios sociales y económicos que fueron
moldeando un nuevo modo de ejercicio profesional muy distinto a aquel de nuestros comienzos.
Estas cinco décadas, nos enfrentaron a un inusitado progreso tecnológico,
farmacológico y operacional.
En éste lapso hemos visto desvanecer criterios y conceptos que nos habían transmitido cómo inmutables y hemos debido enfrentar verdaderos desafíos como la epidemia del HIV, los juicios por mala praxis, la atención a través de
sistemas colectivos, el desarrollo de las especialidades, la institucionalización
de la profesión, la garantía de calidad, los aranceles impuestos, las normas de prestación, la recertificación, y fundamentalmente a un cambio substancial en la
percepción que el mundo tiene sobre la salud.
Valga recordar nuestra básica definición de salud que se nos inculcara en el inicio de nuestra carrera, como la " ausencia de enfermedad ", o esa definición casi novelezca de Fernandez Villamil cómo " el silencio de los órganos ".
La O.M.S, dió por tierra en 1978, en Alma Ata con dichos conceptos, cuando la
enunció cómo " el estado completo de bienestar físico, mental y social ", con lo que cambió el paradigma de las profesiones de la salud, y nos demostró a los
Odontólogos que nuestro accionar era tán solo una porción en la batería de
medidas destinadas al mantenimiento de la salud individual y comunitaria, y
también nos introdujo en ese amplio campo representado por la promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
Hay tambien una realidad que nos golpea, y es la de ver a los jóvenes colegas
debatirse entre un listado de dilemas y que poco pueden hacer para torcer la
realidad y encontrar un futuro promisorio, a pesar de que en nuestro Pais se destina a la salud un pocentaje del P.B.I digno de mejores resultados y tener que
enfrentarse a un mundo apabullante y extraño de pacientes que reclaman soluciones y que elevan sus quejas ante quienes dan la cara por el sistema, pero nada pueden hacer para cambiarlo.
Todo lo descripto, no debe enervar nuestra capacidad para retener nuestros más
caros recuerdos de aquellos tiempos de ilusión y esperanzas.
Amigos, hemos vencido al tiempo, que como un gigante exhausto nos mira asombrado, maquinando una revancha, que sin duda algún dia llegará para cada
uno de nosotros, y que de hecho ya lo hizo para muchos de nuestros queridos colegas ya desaparecidos, pero como aquel árbol abatido y privado de vida brinda su madera para mejores causas que lo sobrevivirán por siempre, nosotros
dejaremos nuestros hijos en la vida y en la profesión, pero sobre todo, nuestra
experiencia, que habrá de servirles a las futuras generaciones de Odontólogos
para que, en su comunión de conocimientos y de ideales, hagan profesión de fé
sobre la unidad, entendiendo como válida aquella vieja fábula de Tolstoy sobre lo
fácil que resulta doblegar una rama y lo difícil de proceder de la misma manera
sobre un manojo.
Sólo la unidad de la profesión y de sus instituciones, detrás de propuestas claras
éticas, beneficiosas para el bienestar de la población y defensoras del trabajo
profesional, marcará el camino para alcanzar un futuro promisorio.
NADA ES FATAL, SI SE TRABAJA PARA QUE NO LO SEA.

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