La O.M.S, estima que los profesionales de la salud constituyen una porción de la sociedad más expuesta a ésta enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2015 existían 257 millones de personas infectadas con hepatitis B y 71 millones con hepatitis C. Se estima que 15,6 millones de personas de 15 a 64 años se inyectan drogas, 52 % de los cuales son positivos al anticuerpo contra la HVC.
La OMS estima que los profesionales de la salud tienen una
exposición al virus de la hepatitis muy superior al de las personas en particular, lo que determina que, según las estadísticas disponibles, la incidencia del contagio, es tres veces mayor en dichos profesionales. En 1979, cuando todavía no se disponía de la vacuna contra la hepatitis B, sobre 100 odontólogos incapacitados temporarios del sistema de cobertura médica integral de la Caja de Seguridad Social para Odontólogos de la Provincia de Buenos Aires, 7,5 lo eran por hepatitis, y la incidencia de la enfermedad rondaba los 126 casos por 100.000, cuando en la población en general oscilaba entre 30 y 40 casos por 100.000 habitantes.
La vacunación anti HVB ámpliamente difundida en la comunidad, ha reducido notáblemente la incidencia de la enfermedad, y como consecuencia, una caida abismal de sus efectos crónicos como la cirrosis o el cáncer hepático.
No obstante, el hecho de no contar todavía con una vacuna contra la hepatitis C, no deben descuidarse las medidas preventivas y el empleo de las clásicas barreras a los efectos de evitar el contagio y la vectorización del virus, posibilidad que transforma a nuestra tarea en una profesión de " alto riesgo ", siendo que la hepatitis ya es considerada desde 1977 como una enfermedad profesional.
Según la O.M.S, el 2% de la población mundial está infectada con el virus de la hepatitis e ignoran que lo están. Se calcula que en Argentina son 800.000 los infectados, y 240.000 están en riesgo de enfermar o de requerir un transplante hepático. Si aplicamos la ecuación a los odontólogos, unos 3.000 profesionales serían portadores del virus de las hepatitis B o C en nuestro país.
Nunca es demasiado, volver sobre los aspectos preventivos que deben rodear el accionar de los profesionales de la salud, especiálmente los odontólogos, cuyo campo de trabajo los pone en contacto con la sangre y saliva de sus pacientes, y que podemos resumir así :
1.- Información y motivación de la profesión acerca de la importancia del problema.
2.- Desinfección correcta de las areas de trabajo y esterilización del instrumental y del material presumible o ciertamente conta
minante.
3.- Evitar la presencia de acompañantes supérfluos en las areas de trabajo; no fumar ni comer en dichas areas e insistir en las
medidas de higiene personal.
4.- Uso de ropa adecuada y barreras imprescindibles.
5.- Indagación a los pacientes sobre su contacto con la enfermedad, y aún en la duda, solicitar el test para la detección del antígeno,
aún en enfermedades con las que éste se asocia ( inmuno
deprimidos, linfomas, leucosis, Down etc. ).
6.- Investigación preventiva del odontólogo y colaboradores ya sea
en forma individual o colectiva, a través de sus instituciones
de seguridad social, para descartar infecciones subclínicas.
7.- Considerar la posibilidad de uso profiláctico de medicamentos
que, indicados por los especialistas, elevan las posibilidades
de defensa ante el virus.
8.- Alternar periodos de trabajo con otros de descanso recreativo
especialmente en lugares al aire libre.
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