Es probable que los problemas de salud rebeldes del pasado, y los nuevos del presente, así como los otros que irán surgiendo en el futuro, ya no admitan las soluciones que se han aplicado en otros tiempos.
Los recursos para el tratamiento de las enfermedades y para la rehabilitación de las funciones alteradas o perdidas, irán en constante aumento y serán más complejos,pero también serán desbordados y resultarán insuficientes si no se aplican las acciones destinadas a evitar que las personas se enfermen.
Los primeros niveles de abordaje de la enfermedad, son sin duda los más simples, los más efectivos y los menos costosos, y responden al clásico concepto de "promoción" de la salud. La transmisión de conocimientos que induzcan al desapego a los hábitos malsanos, y su reemplazo por otros saludables, como también la adquisición de destrezas y habilidades básicas de prevención, siempre han demostrado poseer efectos positivos que la sociedad debe incentivar.
El compromiso de los paises es el de mantener y estimular el espíritu de la "salud para todos", tal como lo remarca en forma permanente la Organización Mundial de la Salud (OMS), buscando arraigar en los propósitos y los procesos de desarrollo nacionales que dicho espíritu persista, enfrentando a las fuerzas contrarias que desalientan la equidad y se desentienden de las poblaciones más expuestas y necesitadas.
La educación básica que se imparte en las escuelas, proporciona un ambiente propicio para encarar la promoción de la salud. Mil millones de niños en el mundo asisten como educandos a la escuela primaria, y en ellos, y a través de ellos, el personal escolar, las familias y la comunidad en su conjunto, reciben los mensajes de promoción de la salud, que refuerzan su contenido durante las etapas más influyentes en la vida de los niños, lo que les permite el desarrollo de actitudes y aptitudes permanentes.
Claro que éste tipo de educación debe estar debídamente planificada e impuesta por los organismos pertinentes.
La deficiente salud bucodental puede tener efectos perjudiciales en la calidad de vida de los niños, en su rendimiento en la escuela, y en su éxito posterior.
La escuela puede transformarse así en una promotora de salud, lo que requiere de un manejo adecuado de las metodologías de enseñanza-aprendizaje que permitan evaluar los proyectos sobre la salud bucodental y ponerlos en ejecución.
Ya en 1995 la OMS puso en marcha las recomendaciones de la "Carta de Otawa" para la promoción de la salud, que tiene por objeto fomentar los planes de promoción en las escuelas, las que a través de la creación de redes y alianzas puedan fortalecer sus acciones.
Una de las primeras preocupaciones para la puesta en práctica de éstos proyectos, pasa por la propia escuela, que debe proporcionar un entorno favorable, parques seguros, edificios libres de humo, disponibilidad de alimentos saludables (en los EE.UU se está tendiendo a brindar un almuerzo en todas las escuelas públicas a todos los niños, sin distinción de sus condiciones sociales o económicas), prohibición de venta de productos poco sanos, e instalación de agua potable y saneamiento que permitan la realización de las técnicas de cepillado dental.
Los contenidos a proporcionar a los educandos, pueden formar parte de la currícula como materia específica o como actividad extracurricular, pero siempre enfocados en el abordaje de los determinantes físicos, psicológicos, culturales y sociales de la salud bucal y general, que pueden ser desarrollados por el propio personal escolar debídamente capacitados, o por odontologos de los servicios públicos locales o de instituciones profesionales comprometidas con el proyecto.
Los tópicos aconsejables para el abordaje de éstas acciones, pueden incluir una serie de actividades relacionadas con distintas materias según se expresa en el siguiente cuadro :
Si bien es cierto que la puesta en práctica de éstos programas involucra un costo extra para los planes escolares, deben contrastarse con los beneficios para la salud individual y colectiva que influirán en una apreciable disminución de los niveles de recuperación y rehabilitación de la salud, datos que pueden computarse a través de una eficiente evaluación, función que para la OMS, debe insumir un mínimo del 10 % de los costos de los programas.
Los desafíos a superar en la aplicación de los programas de promoción de la salud en las escuelas están representados por la falta de financiamiento sostenible, la capacitación del personal, las agendas locales de educación, el temor a los litigios que pueden involucrar y a las prioridades que las autoridades les asignen.
El apoyo de los padres es fundamental, y la relación entre maestros y profesionales de la salud debe basarse en una comunicación y comprensión efectiva.
La pobreza, las desigualdades, la inestabilidad política, la obtención de resultados a largo plazo, el acceso limitado a la escuela en algunas poblaciones, la contaminación de las aguas, la reticencia al aprovisionamiento de cepillos y pasta dental y la falta de infraestructura pública odontológica que pueda satisfacer la demanda de atención que ocasiona la promoción de la salud bucodental, suelen constituirse en vallas, a veces muy difíciles de sortear.
El compromiso de los gobiernos, de las familias y de los recursos humanos es fundamental para proporcionar apoyo sostenible en términos de asistencia técnica y financiera para facilitar que las escuelas se constituyan en verdaderos agentes de cambio.
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