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Que una sonrisa feliz sea nuestro mejor premio
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miércoles, 23 de julio de 2014

28 de JULIO : " DIA MUNDIAL DE LA HEPATITIS "


Hasta la aparición de la vacuna contra la hepatitis B, la enfermedad era un verdadero azote para la población en general, y para los profesionales de la salud en especial.  El odontólogo en particular solía ser una víctima propicia del mal, y al mismo tiempo un importante vector de la misma. En el primer aspecto, la naturaleza de su trabajo le otorga ámplias posibilidades de infección, lo que permite  catalogar a la profesión como de " alto riesgo ", y a su area de trabajo, el consultorio dental, como " área crítica ".
No debemos olvidar que la incidencia de  VHB en el odontólogo era cuatro veces superior a la de la población en general; que entre un 5 y 10 % de la mortalidad de los odontólogos estaba representada por la insuficiencia hepática y un 7.5 % de la incapacidad total o parcial tenía como orígen la VHB.
Al mismo tiempo, estaba demostrado que entre el 30 % y 60 % de los enfermos de hepatitis, habían sido sometidos a algún tratamiento dental en un pasado no muy lejano.
La vacuna le puso un broche a ésta dramática situación, cosa que todavía no ha podido lograrse con la hepatitis C ( VHC ).
El análisis de los factores de riesgo de la VHC, reveló que los procedimientos odontológicos que incluían anestesia local e instrumentación sobre los tejidos blandos con sangrado 
( extracciones dentarias, tratamientos de endodoncia y periodoncia, y cirugías bucales en general ), constituyen la mayor fuente de exposición parenteral ( 39.7 % ), seguida por las cesáreas y otras cirugías generales ( 16.7 ), las inyecciones intramusculares, intravenosas y  subcutáneas ( 16.6 % ) y las transfusiones ( 7.7 % ).
Todavía no se disponen de estadísticas sobre la incidencia de la enfermedad sobre el odontólogo, pero a no dudar que será similar a la que se daba con la VHB.
Tal como se recomendaba en la época prevacunatoria de a VHB, las medidas de prevención para la VHC deben sustentarse en el empleo de barreras adecuadas,  una técnica de esterilización rigurosa, un adecuado tratamiento de los deshechos y resíduos patológicos, y recomendar a los pacientes que no compartan el uso del cepillo dental.
La VHC no posee todavía una terapéutica efectiva en un 100 % para su curación, pero las medidas de promoción constituyen la base para evitar su adquisición y propagación.

miércoles, 16 de julio de 2014

EXPONENTES DE LA SALUD PUBLICA EN ARGENTINA ( conclusión )


Decíamos en la primera parte de ésta publicación, que las nuevas generaciones de sanitaristas que zurcaron ésta tercera etapa, encontraron una mayor receptividad a sus estudios y propuestas, con el innegable apoyo que recibieron de organismos internacionales como la OMS la OPS y la CEPAL, logrando consolidar algunas políticas eficaces y otras que no alcanzaron totalmente los objetivos previstos.

TERCERA ETAPA :  Un avance significativo se logró desde la 
                                  década de 1960 en los varios frentes que ofrecía el campo de la salud pública.
La puesta en funciones de algunas escuelas universitarias destinadas a la formación de especialistas en salud pública, el dictado de cursos y maestrías, la edición de órganos informativos como revistas, boletines y últimamente páginas WEB, aportaron valor al desarrollo de la especialidad y a la ampliación de sus funciones.
Luego del paso de Oñativia por la función pública en el área de la salud en el país, un número cada vez mayor y más capacitado, formado en la función y luego en las instituciones educativas de salud pública, fueron delineando las ideas y las políticas que cada gobierno nacional o provincial pusieron en práctica con disímiles resultados.
La década de 1970 fué pródiga en aconteci
mientos
relacionados
 con la salud pública. La ley 18.610 de Obras Sociales, aún hoy vigente con algunas modificaciones, marcó  un verdadero hito en la defensa de la salud de las comunidades, llegando en algún momento a dar cobertura a casi el 70 % de la población argentina. Junto a la ley de medicamentos dictada en 1966 y la ley 20.748 de 1974 que creaba el Sistema Nacional Integrado de Salud ( SNIS ) bajo la función de Domingo Liotta, constituyeron un valioso aporte a la salud que, sin embargo, por razones ajenas a sus bondades, no lograron los objetivos que se habían propuesto en su concepción. Ezequiel Holmberg y Alberto Mondet, fogonearon los intentos de mejorar la salud de los trabajadores sindicalizados y de aggiornar la estructura pública de salud. Sanitaristas como Rodriguez Castells,Paganini, Mera, Arce,Moreno, Baranchuk, Kelmendi De Ustarán, Bianco, Ferrara, Lemus, Bello, Tannoni y otros, aportaron su conocimiento en distintos momentos, todos enmarcados en los contínuos vaivenes originados en los cambios de gobierno.
La creación de escuelas de salud pública se remonta a los tiempos de Coni, pero recién en 1946 se concreta con la fundación de la Facultad de Higiene y Medicina Preventiva de la Universidad del Litoral en Santa Fé. En 1959, Hector Noblía, a cargo del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública, crea la Escuela Nacional de Salud Pública en la órbita de su ministerio, y con la colaboración de Abraan Sonis, que concurre a la London School of Hygiene de Londres para tomar como base su funcionamiento, inicia su actividad. Un golpe de estado, pone fin a su actividad, y como ya se encontraba avanzada la creación de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires ( UBA ), los recursos humanos se trasladaron a la misma, que recién adquiere una organicidad efectiva en 1966 bajo la dirección de Sonis. Holmberg y Mondet, desde el Ministerio de Salud, le brindan un amplio apoyo. Con un equipo conformado por un grupo selecto de especialistas, entre los que figuraban De Ustarán, Neri, Bello, Bianco, luego Vazquez y otros, se empuja su crecimiento y se da pié a la creación en 1968 de las asignaturas de Medicina Sanitaria y Demografía en el plan de estudios de la Facultad de Medicina, las que se transfieren para su dictado a la propia escuela de salud pública. En 1977 la escuela es intervenida, no obstante lo cual continúa funcionando en un edificio propio, y su plantel docente principal se adhiere al régimen de dedicación exclusiva, obteniendo el reconocimiento de la OPS y de diversas escuelas de Latinoamérica y Europa.
En 1973 se crea en el ámbito de la Universidad Nacional de Córdoba, la Escuela de Salud Pública, siendo su primer director el Dr. L. Obeid. Nuevas escuelas se crean en el país, tanto en el ámbito público como privado.  En 1993, en la Universidad Nacional de Buenos Aires por Resol. C.S 4870, se crea la Maestría en Salud Pública que se dicta en la Escuela de Salud Pública, designándose como coordinadores a la Dra. Noemí Bordoni y los Dres, Nestor Perrone y Olga Pisani. En la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata se pone en funciones la Cátedra de Salud Pública y la Maestría en Economía de la Salud bajo la dirección de Raul Mercer.  En 1995 la Universidad Nacional de Rosario crea la Maestría en Salud Pública con la colaboración de la Fundación Oswaldo Cruz de Rio de Janeiro y de la Universidad de San Pablo.  En  1996 la Universidad del Salvador crea su Escuela de Salud Pública y en 2001 la Universidad Católica Argentina establece la especialización en Medicina del Trabajo bajo la dirección de Argentino Pico.
En 2010, la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales  
( UCES ) abre el Doctorado en Salud Pública, y en 2014 se crea la Escuela en el Ministerio de Salud Pública de Mendoza y la Escuela de Verano de Salud Pública en la Universidad I SALUD, institución que inspirara Ginés Gonzalez García. 
En el nivel terciario, funciona en la actualidad la Escuela Superior de Salud Pública en Resistencia, Chaco, en la que se cursan algunas tecnicaturas para las que se requiere educación secundaria completa. 
La creación de cátedras de salud pública en las facultades de Medicina y Odontología, de la misma manera que la aparición de escuelas, cursos, maestrías y congresos de la especialidad, fué un proceso contínuo durante las últimas décadas, a través de las cuales se formaron especialistas y docentes que brillaron en publicaciones y exposiciones en revistas y eventos en el país y en el extranjero, algunos de los cuales se destacaron en organismos internacionales como la OMS y la OPS. En ésta última trabajó durante muchos años José María Paganini, y Mirta Roses alcanzó la dirección, liderando el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación   (TICs ) en la práctica de las profesiones de la salud y en las acciones comunitarias a través de los sistemas de información personalizados, la educación a distancia, la telemedicina y el desarrollo de plataformas que permiten, a través de internet, el uso de la bioinformación en los " multimedia packages ". 

Las revistas destinadas a la publicación de artículos, investigaciones y propuestas sobre la salud pública, se constituyeron en un vehículo imprescindible para el conocimiento de la especialidad que, con independencia de la inclusión de dichos temas en revistas científicas y de instituciones profesionales, permitieron trascender la temática desde los profesionales y técnicos en salud pública, hacia otros especialistas, otros ámbitos y otros paises.
Los " Cuadernos de Salud Pública " que editaba la Escuela de la UBA desde 1967 y que fueran interrumpidos diez años después por la dictadura militar, constituyeron un fuerte aporte a la especialidad.
También el ministerio de salud de la Provincia de Buenos Aires tuvo su revista, de la misma manera que el " Boletín de la Sociedad Argentina de Salud Pública ", la revista " Atención Médica " y 
" Administración Médica " que se constituyeron en importantes referentes en temas relacionados a la salud pública. 
Sin duda, tres publicaciones periódicas de envergadura acapararon la atención de los sanitaristas y políticos en los últimos años, la 
" Revista de Salud Pública " editada por la respectiva escuela de la Universidad de Córdoba, la " Revista Argentina de Salud Pública " del Ministerio de Salud de la Nación editada desde 2009, y 
" Medicina y Sociedad " que comenzara a editarse en 1978.
Sin desconocer la importancia de las dos primeras revistas mencionadas, merece un párrafo aparte " Medicina y Sociedad ".
A partir del grupo " IATROS ", formado por docentes e investigadores apartados de la escuela de salud pública, y con la intención de continuar con la tarea inconclusa, por gestión de Jorge Mera, Julio Bello, Eneas Pampliega y Carlos J. García díaz, se lanza el primer número de la revista en Marzo de 1978.
" Medicina y Sociedad " mantuvo su presencia durante las siguientes décadas, publicando trabajos muy importantes sobre economía de la salud, las Obras Sociales, el Seguro Nacional de Salud, auditoría  médica, socioepidemiología, modelos de salud, y transcribió literálmente las exposiciones llevadas a cabo en una importante cantidad de coloquios que patrocinara con la intervención de los espeialistas de máximo renombre, nacionales y extranjeros, y de las máximas autoridades de salud del país.
Los cambios producidos en las distintas administraciones de gobierno, fueron analizados y desmenuzados en todas las publicaciones a que hemos hecho referencia, y fundamentálmente se trató de enfocar los aspectos relativos a la salud pública a través de una ética social en reemplazo de los criterios individualistas vigentes.
Numerosos sanitaristas llevaron a cabo trabajos e investigaciones que no fueron publicados, aunque su acceso nunca estuvo vedado a los especialistas ya que fueron incorporados a las redes informáticas.
Tal el caso de Mónica Abrahamson en la Universidad de Buenos Aires, a quien tuve la satisfacción de acercarle información referida a la salud dental pública y datos estadísticos y demográficos relacionados con la profesión odontológica.
Todavía el siglo XXI aguarda los aportes científicos, políticos y sociales que se requieren para el mejoramiento de la calidad de vida de nuestras poblaciones. Los sanitaristas tienen la obligación y la responsabilidad de intentar transformar los ideales en respuestas concretas. Argentina dispone de una masa crítica de especialistas en salud pública que están a la vanguardia del conocimiento, pero todo ello debe coincidir con una fuerte articulación con el poder político que permita llevar a la práctica las ideas de avanzada en el mundo que puedan consolidar un sistema de salud que le sirva a la gente.

   

  

jueves, 10 de julio de 2014

EXPONENTES DE LA SALUD PUBLICA EN ARGENTINA ( primera parte )



La historia del " Higienismo "," Sanitarismo " o más contemporáneamente la " Salud Pública " en nuestro país, se remonta a las últimas décadas del siglo XIX, y según nuestra opinión puede dividirse desde entonces hasta nuestros días en tres etapas, caracterizadas no solo por los avances en la interpretación de sus contenidos, sino también por los hombres y mujeres que corporizaron su impronta en la planificación y profundización del conocimiento de ésta ciencia, transformada hoy en una herramienta fundamental para el logro de un pueblo que piensa  más en su salud.
Esas tres etapas se inscriben en tres épocas distintas de nuestra nacionalidad. Una primera etapa, que arranca desde los albores de nuestra institucionalización como país allá por los años 1870-1880 en la que se sentaron las bases de una concepción que equiparaba los criterios preventivos con los de  la curación de las enfermedades prevalentes. Una segunda etapa que cubre las décadas de 1930-1960, en las que la idea primigenia se corporizaba en plantar una infraestructura que, sin despreciar la ya existente, le incorporó las nuevas tecnologías disponibles para la época, y profundizó las acciones preventivas que se manifestaron en la mejora de los índices de morbilidad.  Una tercera etapa, que se extiende hasta el presente, hizo uso de las nuevas herramientas provistas por la epidemiología, gestionó con un conocimiento profundo de las ciencias sociales y se abocó a la formación de especialistas que pudieran comprender más acabadamente la historia natural de la enfermedad, e investigar y difundir las nuevas visiones del proceso salud-enfermedad.
Cada etapa, también tuvo sus gestores vanguardistas que sin echar mano a la apostasía de sus predecesores, tomaron lo necesario de sus epígonos y cimentaron las nuevas ideas y acciones.
Durante casi 50 años, desde 1870, descollaron hombres como Emilio Coni, José María Ramos Mejía, y Félix Garzón Maceda, mas muchos otros que trabajaron en la trastienda de las políticas del sector, como María Teresa Ferrari de Gaudino, Gumersindo Sayago, José Manuel Fernández y Rodolfo Arribálzaga.
La década de 1880 marca sin duda un hito en la historia social de la salud, que fue observable desde dos ángulos, que aparentemente distintos, enfilaban hacia un mismo fin.  Tanto la " historia sociocultural de la enfermedad ", que enfocaba como sustancial los aspectos biológicos de las alteraciones de la salud, como la  
" historia de la salud pública ", que enfocaba los mismos aspectos pero desde un ángulo básicamente socio-cultural, se fundían en un último fin que no era otro que el logro de un bienestar individual y colectivo.  Esta segunda concepción, sin embargo, debió esperar para su aceptación definitiva, el fuerte reconocimiento de la
" Conferencia Sanitaria Internacional " de 1946, al dejar de lado la tradicional definición de la salud como " la simple ausencia de enfermedad " y fundar buena parte de las acciones médicas en la prevención, ya como enfoque individual o colectivo, analizando los aspectos económicos, políticos e ideológicos que insertan el saber médico en la estructura social del país.
Sin abandonar las viejas prácticas e ideas del siglo XIX, el transcurso de las décadas subsiguientes las fue acomodando, acotando o ampliando en acuerdo a los nuevos conocimientos que las ciencias y los procesos sociales, tanto urbanos como rurales, les iban incorporando con el tiempo.
Sin embargo, el proceso histórico y social que enmarca la salud pública, no puede escindirse de las historias de vida de los actores que lo corporizaron, llevando a cabo la profundización de los cambios propuestos.
Una tal vez injusta simplificación, nos obliga a referirnos a los que consideramos los prototipos del cambio en las tres etapas, y así lo iremos detallando al abordar las biografías de Emilio Coni en la primera etapa; de Ramón Carrillo y Arturo Oñativia en la segunda, y de un destacado grupo de sanitaristas que hasta la actualidad fueron definiendo las políticas del sector de la salud en las distintas instancias que les fueron ofreciendo los gobiernos de turno. Esta tercera etapa, la abordaremos en una próxima publicación.

PRIMERA ETAPA :  Emilio Coni.
                                                        Demógrafo, médico clínico y sanitarista, fue uno de los primeros en comprender e interpretar la higiene pública y social, desarrollando una inmensa carrera y obra entre los años 1874 y 1910. Falleció en 1928 a los 73 años, luego de haber superado pugnas políticas y períodos de oscurantismo, que sin embargo no enervaron su disposición a la lucha por sus ideales.
Conoció el exilio, la soledad y la pobreza, tal como luego sucediera con Carrillo y Oñativia, fruto de disputas facciosas y cambios de rumbo en las políticas del sector de la salud.
Sus artículos estadísticos, sus demografías hospitalarias y la cruda descripción de la salud en el país, llegaron a interesar a los médicos y a preocupar a los poderes de turno.  Fue un innovador en la asepsia y antisepsia, y su ingreso a la puericultura le permitió estudiar a fondo la mortalidad infantil.  Avellaneda y Roca en sus presidencias, y Alvear en su intendencia de Buenos Aires, lo requirieron asiduamente, trabajando en los mataderos, estableciendo la vacunación obligatoria contra la viruela ( decía que el número de muertos por la epidemia de tifus, era casi equivalente al número de muertes producidas por la viruela ), y organizando el 
" Servicio sanitario de la prostitución ", todas acciones enmarcadas en su aprendizaje en Bruselas, París y Roma, contando con la colaboración de eminentes higienistas como Pirovano y Ramos Mejía.
Coni fue el impulsor del " Cuerpo Médico Escolar ", a similitud del de Bruselas, y de campañas contra el alcoholismo, las enfermedades venéreas y desarrolló una activa participación en la creación y desarrollo de la " Asistencia Pública " como también en la fundación y ampliación de la estructura hospitalaria de la ciudad de Buenos Aires.
Sus sucesivas renuncias sin embargo, signaron su futuro y lo relegaron a casi un desconocimiento de su figura, no obstante lo cual no impidió que alguna de sus creaciones, como el Cuerpo Médico Escolar, fuera tomada como base para el dictado del Decreto Ley 12.558 de 1945 para la creación de la Dirección de Sanidad Escolar, que disponía la prestación de servicios médicos y odontológicos en las escuelas, hospitales, dispensarios, salas de primeros auxilios y consultorios, con el agregado de los comedores escolares, las escuelas hogares y la provisión a los más necesitados de ropa y calzado.

SEGUNDA ETAPA :  Ramón Carrillo y Arturo Oñativia.

                                   Con posterioridad a la muerte de Coni, la crisis económica que sacudió al país colocó en difícil situación a los sectores más desprotegidos de la población. Así el Estado debió ocuparse de la salud de los asalariados que habían perdido sus fuentes de ingreso y que creaban un delicado problema social.
La llegada de Perón al poder, con Carrillo en la Secretaría de Salud, y luego al frente del Ministerio del área, implicó grandes avances cimentados en las enseñanzas, acciones y publicaciones de Coni.
Carrillo puso el acento en las provincias más pobres, en las que llevó a cabo verdaderas campañas de salud y nutrición.  Construyó nuevos hospitales con la tecnología más moderna para la época e incrementó sustancialmente el número de camas disponibles en el sector público, las que elevó de 66.000 en 1946 a más de 130.000 en 1954. Muchas de las acciones por emprender fueron suspendidas como consecuencia de la política de desaceleración de las inversiones en la cartera de salud. Esta limitación obedecía al crecimiento desmesurado de la Fundación Eva Perón, quien le restó buena parte del presupuesto ministerial quitando y transfiriendo partidas como el impuesto a la explotación de los casinos y otros juegos de azar, transferido por un decreto extemporáneo.
A pesar de las aceitadas relaciones que Carrillo mantenía con los organismos internacionales de la salud, proveedores de algunos recursos, el dinamismo se perdió.  Los policlínicos planificados por Carrillo fueron construidos por la Fundación, y los centros periféricos que estaban en carpeta fueron bloqueados, y en su reemplazo se habilitaron servicios en las unidades básicas, hogares de tránsito y las ciudades infantil y estudiantil, sin los fundamentos del saber sanitarista que ostentaba Carrillo, y todo ello con un indisimulado intento de posicionamiento político de algunos funcionarios opuestos a el.
La actuación de Ramón Carrillo, y de su equipo de gobierno fue relevante hasta 1954 en que presentó su renuncia.
Ramón Carrillo es recordado en Argentina y en Latinoamérica toda, como uno de los símbolos de la activa y eficiente intervención del Estado en los asuntos sanitarios, pudiendo observarse a través de su obra que fue moldeando sus saberes políticos, económicos, sociales y culturales, echando siempre una mirada retrospectiva hacia quienes le precedieron en el área de la salud pública.
Emigró a los EE.UU en 1954, e imposibilitado luego de retornar al país como consecuencia del golpe militar de 1955, se empleó en una empresa norteamericana de explotación minera.
Su obra y su visión de la salud pública, quedó plasmada en libros y publicaciones de real valor.
Un importante número de hospitales y unidades sanitarias aún hoy vigentes, fueron el resultado de su acción, poniendo énfasis en provincias como Chaco, Córdoba, Corrientes, La Rioja, La Pampa, Neuquén y Rio Negro, sin olvidar la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires.  Hizo construir e inauguró servicios odontológicos en Zapala, Ushuaia, La Rioja, Chilecito, Aimogasta y Santo Tomé.
Toda su colosal obra la enmarcó en un incipiente planeamiento estratégico al que él llamaba " cibernología ".
Carrillo muere en 1956 en Belem do Pará, Brasil, exiliado, enfermo y pobre como Coni, aún escribiendo hasta sus últimos momentos algunos trabajos sobre antropología filosófica mientras en su país, su casa, libros y cuadros fueron saqueados, y su memoria olvidada por quienes fueron sus propios colaboradores.

La creación de la " Sociedad Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología " en 1982 en Puebla, México, y la publicación de su revista QUIPU en 1984, abrieron el camino a un conocimiento más profundo y ámplio de la Salud Pública en América Latina y a una interpretación desideologizada de las biografías de los principales actores de la región.  Allí se volvían a publicar a Carrillo y Oñativia, señalando sus ideas y experiencias que ya se habían exteriorizado en 1933 con la creación del " Grupo Argentino de Historia de la Ciencia " y en 1936 en la " Sociedad de Historia de la Medicina ", tal vez unos de los primeros espacios académicos de la disciplina en el continente, a los que siguieron México en 1964 y Brasil en 1973, cuya fuerte impronta desembocó en la creación de la institución regional moderna.
Una inusitada serie de trabajos fueron publicados principalmente en las décadas de 1930-40-50 que ponían el foco en el análisis de los grandes procesos sociopolíticos, económicos y culturales relacionados con la historia de las epidemias, las enfermedades, las políticas de salud pública y los propios desarrollos conceptuales y técnicos de la higiene y de la salud pública como disciplinas y profesiones. Carrillo abarcó todo ello y mucho más, y parodiando a Bourdieu, podría decirse que como sanitarista, " fue la salud pública hecha hombre ".
Sin embargo no fue un simple autodidacta como algunos pretendieron calificarlo por su origen en la neurocirugía, ya que abrevó sus conocimientos en las fuentes de hombres como Coni, Ferrari, Sayago, Garzón Maceda y otros que lo precedieron.

Entre quienes se fueron formando junto y a posteriori de la desaparición de Carrillo, con la fuerte impronta que imprimió en sus ideales su proveniencia de un medio pobre y alejado como su Salta de los años 20, Arturo Oñativia construyó una personalidad que rápidamente lo destacó como uno de los propulsores de la salud pública de su tiempo.
Oñativia nacía casi al unísono con la aprobación de la ley Saenz Peña, que establecía el voto secreto y obligatorio, y dos años antes de la asunción del primer presidente electo bajo dicha norma, Hipólito Yrigoyen.
En su juventud, comenzó su militancia en el partido político de dicho líder, la Unión Cívica Radical, que no abandonaría jamás, sumando así a su multifacética personalidad como médico, docente e investigador, la de político.
Con sus estudios secundarios cursados en su provincia natal, Oñativia se recibe de médico en la UBA comenzando una tarea asistencial en los hospitales Alvear y Rivadavia, en los que demostró un especial interés en la docencia e investigación, adquiriendo al mismo tiempo una profunda formación humanística.
Luego de 15 años de trabajo en Buenos Aires, regresa a Salta donde su especial dedicación se volcó al estudio del bocio endémico que afectaba al 41 % de la población, que veía comprometido de manera dramática su desarrollo intelectual.
Se crea así bajo su impulso el Instituto del Bocio. A través de la tarea desarrollada por dicha institución, se erradica el cretinismo con el concurso de la ley 17.259 que estableció la obligatoriedad del uso de la sal yodada como medida profiláctica.
En 1963 Oñativia es nombrado por el presidente Illia en el cargo de Ministro de Salud Pública de la Nación, cargo que le permitió desarrollar una amplia obra a través de la ley de " Reforma del Sistema Hospitalario Nacional " y de los " Hospitales de Comunidad ", creando además el " Servicio Nacional de Agua Potable " con una especial predilección hacia las comunidades rurales.
En 1966 promueve la aprobación de las leyes 16.462 y 16.463 que tendían a regular un bien tan preciado para la salud como son los medicamentos, a los que consideraba un bien social.
Como era lógico de suponer, los intereses económicos que tocaba ésta legislación no esperaron demasiado para reaccionar, y según se presume, fueron los desencadenantes del golpe de estado que derrocó al gobierno de Illia. Dicho líder político, nunca dejó de reconocer el trabajo desarrollado por su gabinete, expresando siempre su especial aprecio a Oñativia, quien regresó pobre,
calumniado y perseguido a su provincia para hacerse cargo del Instituto del Bocio y de la alta tasa de mortalidad infantil del Noroeste Argentino.
Cesanteado de su querido instituto, con el apoyo de la O.P.S logra emprender algunos proyectos que culminaron en la creación del Instituto de Investigación en Enfermedades Nutricionales, la Carrera de Licenciatura en Nutrición y la de Enfermería Universitaria.
Continuó desarrollando la docencia, y presidió la Comisión de Factibilidad de la Universidad de Salta.
Numerosos premios y menciones recibió Oñativia, sin descuidar su actividad política que lo llevó a la candidatura a la gobernación de su provincia en 1983, cuando lo sorprende la muerte a los 69 años.

Un sino de desgracias y desolación, fue la herencia que la preocupación por la salud de sus semejantes, se les impuso a los principales referentes de la salud pública, a quienes hemos dedicado ésta publicación.
Por suerte, quienes los continuaron en su tarea ( nos referiremos a ellos en una próxima publicación ), encontraron un camino menos refractario a sus ideales; muchos de ellos pudieron concretar sus proyectos y otros, que no tuvieron la misma suerte, no sufrieron la desdicha de recibir la espalda por parte de muchos de sus propios colegas,  y pudieron obtener algún reconocimiento que los redimió de sus pesares.
La creación de la Escuela de Salud Pública de la UBA en la década del sesenta, y la de Córdoba en los setenta, permitieron la confraternización de quienes, aún proviniendo de diferentes corrientes políticas, pudieron amalgamar ideales y hasta compartir responsabilidades públicas. En 1966, Abraam Sonis le imprimió a la primera de esas escuelas, un envión significativo para su despegue y consolidación, permitiendo de ésta manera la aparición en el escenario de la salud pública, de especialistas con una formación disciplinaria envidiable, que luego desparramaron por todo el país, sus saberes tan caros al bienestar de la población.
La historia de la salud pública en Argentina, como la de otras disciplinas sociales, estuvo jalonada de claros y oscuros, no obstante siguen en pié muchos de sus apotegmas, y el futuro les deparará a quienes fueron sus mentores, el reconocimiento que en vida no pudieron lograr.

                                                       CONTINUARÁ

miércoles, 2 de julio de 2014

EXISTE UNA SALUD PUBLICA BUCODENTAL ?


Si bien es cierto que la salud pública es una especialidad de las ciencias médicas que actúa como paraguas sobre la totalidad de las otras especialidades médicas y odontológicas con un criterio global, no es menos cierto que a los efectos de obtener más y mejores resultados en la aplicación de sus preceptos, suele parcializarse en subespecializaciones que enfocan y profundizan los criterios en cada rama de las ciencias de la salud.
La salud pública es también una orientación que posee especial predilección en el abordaje de los problemas bucodentales, no obstante lo cual es espasmódica su aceptación, y en la práctica quienes deseen profundizar en sus conceptos, deben acceder a las escuelas médicas de salud pública en las que los temas relacionados a la salud bucodental, se encaran en forma sesgada.  Tampoco se visualizan organismos, instituciones o cátedras especializadas en las facultades de odontología, con raras excepciones. En general los temas de salud dental pública se abordan a través de contenidos relativos a dicha especialidad en orientaciones relativas a la odontología preventiva, comunitaria,social o directamente en las cátedras de odontología pediátrica o de periodoncia, y se enfocan desde ángulos separados de la materia, cuando el abordaje debiera abarcar a la salud pública como una serie de conocimientos en bloque que sobrepasan por un lado e incluyen por otro a las distintas especialidades odontologicas, abarcando el control de las enfermedades bucodentales, la promoción de la salud dental a través de los esfuerzos de la comunidad para la adquisición y difusión de la educación dental de sus miembros, la investigación socioepidemiológica y operativa y la administración de programas y la formación profesional en gestión pública.
Por supuesto que los esfuerzos deben ser interdisciplinarios, analizando los problemas ambientales, biológicos, psicológicos y de los hábitos personales, enmarcados en planes y medidas específicas relativas a la prevención, a los riesgos que le acechan a las personas, a las prácticas de protección y al monitoreo de la salud bucodental, todo con miras al mejoramiento de la calidad de vida de la gente.
Las necesidades del país o de alguna de sus regiones, la realidad económico-social, los modelos aplicables en atención a dichas características, la conflictividad que generan y la conformación de equipos de trabajo multi y transdisciplinarios serán atendidos y evaluados adecuádamente.
La visión del especialista en salud pública, se orienta por tanto hacia la comunidad, identificando los grupos vulnerables, movilizándolos para que colaboren en la solución de sus problemas de salud, y sensibilizándolos para una mejor comprensión de los aspectos físicos y presupuestarios de los planes y proyectos.
Sus habilidades deben exceder el mero ejercicio de la profesión ( que no deben dejar de lado ), adquiriendo especiales destrezas en la administración, evaluación, investigación, fijación de prioridades y capacitación para la toma de decisiones acordes a las características poblacionales.
Un profundo abordaje  biológico, sociológico, educacional, psicológico, ecológico y en trabajo social deben constituir la currícula en que abrevarán sus conocimientos, sin desconocer los aspectos claves en que se desenvuelve el ejercicio profesional en su práctica privada y pública.
El mejoramiento de la salud bucal de la población es el norte específico del especialista en salud pública bucal, para lo cual se requiere el dominio de las prácticas individuales sobre cada sujeto en particular, y de las medidas preventivas sistémicas, ubicándolas en un contexto local, con una interpretación basada en factores etários 
( separando adecuádamente las condiciones que exigen los grupos poblacionales de niños, adultos y ancianos ), y con un claro conocimiento de las limitaciones de todo órden que guiarán su accionar político-institucional.
Las currículas de nuestras facultades, deben incluir cátedras u orientaciones de salud pública como area prevalente y como instrumento para colaborar en su modernización.
La fijación de objetivos y la concepción realista de las coyunturas políticas, deben guiar el accionar de la salud dental pública para una gestión exitosa de los profesionales que la aborden, a través del aprendizaje de experiencias y adaptación de antiguos logros a las nuevas circunstancias.
La odontología, todavía se debe el desarrollo de una especialidad, que integrada a la salud pública general, haga uso de los instrumentos que genera la investigación y su consecuente desarrollo, con una clara concepción de las necesidades y posibilidades de brindar soluciones acordes a las mismas, que apunten a mejorar los índices de prevalencia de las enfermedades bucodentales.