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martes, 28 de abril de 2020

LA ODONTOLOGIA DESPUES DE LA PANDEMIA


La vida es tan cambiante, que una planificación medulósamente programada, se derrumba en un minuto por fuerza de circunstancias fortuitas.
El mundo se enfrenta hoy a una encrucijada histórica en la que se juega el futuro de la humanidad, y ello tan solo por una minúscula partícula proteica que, no obedeciendo a ningún mandato, y por alguna intervención humana desafortunada, pone en jaque a toda la civilización,
La mayor parte de las actividades del ser humano se han visto trastocadas e impedidas, pues su continuación tal como se venían desarrollando hasta el presente, significaría poner en peligro la salud o directamente provocar la muerte de buena parte de la población mundial.
Cuando citamos la planificación, es porque entendemos su necesidad en cualquier actividad humana. Puede discutirse la filosofía del planeamiento, jamás su necesidad.
Al respecto, debemos recordar la acción del grupo de trabajo 
" VISION 2020 " creado en 2011 por la Federación Dental Internacional (FDI), a quien se le confió la tarea de elaborar las bases para una mejora de la salud bucal hacia el año 2020.
El documento sentaba las bases de un nuevo modelo de atención dirigido especialmente a la profesión odontologica, y si bien no proporciona estrategias específicas ni herramientas concretas de acción directa, brinda orientaciones compatibles con los alcances del documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del año 2002 incluido en su " Programa Mundial de Salud Bucodental".
La mayor parte de las recomendaciones se dirigían a la formación del recurso humano, la tecnología, la financiación y la cobertura de las comunidades, con un olvido tal vez no deliberado de quienes debían llevar adelante todas las transformaciones, que son el recurso humano.
Hemos arribado al año 2020, y no es mucho lo que se ha conseguido en el cumplimiento de las metas propuestas, pero de lo que no cabe ninguna duda, es que la pandemia que azota al mundo en éstos momentos, ha dado vuelta los paradigmas del documento, y ha asestado un duro golpe a un aspecto tal vez poco considerado en el mismo, que es el desempeño del recurso humano, vale decir el odontologo, sin cuya participación todo plan se transforma en elegante letra muerta. Y es precisamente el recurso humano el que ha sido castigado por el COVID-19, y lo encontramos inerme ante la pandemia, situación que deberá plantearse hacia el futuro.
Son muchas las medidas que se han adoptado en el mundo para enfrentar la pandemia, y en ausencia de vacunas y medicamentos, una de las fundamentales es el aislamiento de las personas en general, y en las actividades relacionadas con la prestación de los servicios de salud, la distancia física entre prestador y paciente.
La forma en que se desarrolla la atención odontológica, contradice una de las bases del comportamiento en una situación como la actual, que es el distanciamiento espacial de las personas con límites que nuestra actividad vulnera por necesidad, y que impone para su protección medidas que encarecen enormemente la prestación del servicio que lo tornan casi impracticable, lo que afecta tanto a quienes requieren del mismo, que se ven privados  de acceder a él, como a los propios odontologos que ven afectada su fuente de recursos.
Creo que ésta crisis, cabalgando sobre desgracias personales y colectivas puede aportar algo de positivo, para que nuestra profesión, tan individualista y tan acosada por ideas contrapuestas y por intereses disímiles, aliente la creación de una nueva odontologia, de modo tal que en el futuro, los odontólogos no consientan que su profesión sea predio de alquiler para el engorde de billeteras alejadas de nuestros principios y de nuestro bienestar.
Tal vez la actual pandemia, logre inmunizar a la humanidad contra la enfermedad, y al mismo tiempo, nos inmunice a los odontólogos contra los que rondan pretendiendo la división, el desprestigio y el escarnio de una profesión como la nuestra que no es elitista, que no es pretenciosa, y que subsumida en las profesiones de la salud, su norte es precisamente no tan solo curar las enfermedades de la gente, sino y fundamentálmente, crear las condiciones para que esa gente no se enferme, sin buscar ningún reconocimiento especial que no sea el acceso a una vida digna.
Por suerte hemos podido apreciar en internet la aparición de colegas y grupos de ellos opinando y proponiendo alternativas para mejorar la situación de la mayoría de los odontólogos que viven en forma exclusiva del ejercicio privado.
Sin dudas, la amenaza colectiva nos transforma en más solidarios y cooperativos.  Nuestro pasado evolutivo, nos demuestra como la tendencia a la asociación y el contacto social se acrecientan ante la adversidad. Ello ha permitido a través de los siglos que la adaptatividad permitiera  la supervivencia de las especies.
Así, el comportamiento egoista, antisocial y la competencia desmedida, deben dar paso a un espíritu solidario y cooperativo.                      
Esa es nuestra obsesión ahora.
No cabe ninguna duda que la actual situación ha obligado a la sociedad a actuar de manera diferente, exteriorizando acciones e innovaciones organizativas que tal vez ya no puedan abandonarse jamás en el ejercicio de nuestra profesión.  Entre los cambios a producirse, no todos guardan relación con la tecnología y las habilidades o destrezas, sino que también apuntan a las políticas públicas, las estrategias institucionales y a los cambios en aspectos relativos a nuestro propio comportamiento centrados en la expresión de Jobs, " pensar diferente ".
Los poderes públicos ya no estarán en condiciones de elaborar planes que presuponen contar con un profesional adocenado. Los organismos de la seguridad social y la medicina empresarial, deberán adoptar cambios en la prestación de los servicios, contando como siempre con toda la colaboración profesional para que los enfermos puedan recibirlos, pero nunca resignando nuestra independencia de factores externos a fin de no ser utilizados como variable de ajuste de sus presupuestos.
Las instituciones profesionales también deberán repensar su nuevo rol en ésta nueva situación, reajustando sus mecanismos de resolución evitando afectar la libertad del ejercicio profesional dentro de los parámetros legales, respetando la dignidad, tanto de los odontólogos en actividad como de aquellos que ya se han acogido al retiro.
Nadie descarta las posibilidades de continuar la relación establecida desde hace tiempo con las entidades de la seguridad social y las instituciones de medicina prepaga para la prestación de determinados servicios, pero jamás quedar envueltos en las trabas burocráticas que generan, buscando formas ágiles tendientes a sortear las trabas administrativas, facilitar y acelerar las retribuciones, a flexibilizar las normas de trabajo y a generar mecanismos idóneos para la fijación de aranceles en manos de nuestras propias instituciones, que respeten las estructuras de costos reales.
Al mismo tiempo, nuestros dirigentes deben representar con dignidad a los colegas que los ubican en posiciones de decisión, desarrollando idearios surgidos de la participación, la discusión seria y la planificación estratégica.
Esto es lo que entiendo, nos aguarda a los odontólogos hacia un futuro inminente. Pero pecaríamos de ingenuos si pensáramos          que allí concluyen las preocupaciones.
La formación de los nuevos odontólogos también será impactada por ésta nueva encrucijada. El respeto absoluto a las normas de resguardo impuestas para el ejercicio profesional, adecuadamente protocolizadas, deben también ser aplicadas a los educandos, sus pacientes y docentes, y los costos no serán fáciles de asumir para las instituciones educativas como para los propios estudiantes.
Como vemos, la pandemia, aún vencida, dejará un reguero de situaciones que requerirán de un compromiso de todos los factores involucrados en el ejercicio de la profesión odontológica, que permita su suprvivencia para el cuidado de la salud bucodental de las personas y para el progreso y desarrollo de quienes la ejercen.

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