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miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL SISTEMA DE " OBRAS SOCIALES ", UN APORTE FUNDAMENTAL A LA SALUD EN ARGENTINA. ( primera parte )


                                INTRODUCCION

El estudio y comprensión del actual sistema de Obras Sociales, constituye un aporte al conocimiento y revisión de una realidad vital para el país, que afecta por igual a las políticas de salud y de la seguridad social, en un momento crucial para ambas en cuanto se desarrollan prestando servicios esenciales a un gran porcentaje de la población.
Hay una Argentina real, parcialmente inadvertida pero vital. En ella se palpita y vive una realidad cambiante, inquieta, tal vez inorgánica, pero no menos auténtica.
En ese ámbito vital, se mueven instituciones de todo tipo, que asumen modalidades creativas mas allá de sus estructuras legales.
Las Obras Sociales constituyen un buen testimonio de esa Argentina real y viviente, conformadas por millones de personas que buscan la cobertura de su salud y otras que a través de su desempeño profesional intentan brindársela.
Esas instituciones nacieron al calor de los sindicatos, crecieron en base al sustento político, sufrieron los embates de la incomprensión y de los intereses contrapuestos, y también se autoinfligieron daños
por los males que la propia política las obligó a contraer.
Sin embargo, mas allá de la posición cambiante de sus dirigentes, desarrollaron una ciclópea tarea en el ámbito de la seguridad social, brindando servicios de salud, de protección social y de esparcimiento, cubriendo la totalidad geográfica del país y llegando a contener a casi las tres cuartas partes de la población.
El papel preponderante que éste sistema, tal vez único en el mundo, desempeñó en la sociedad argentina, permitió un creciente entrecruzamiento de intereses entre usuarios y prestadores, servicios públicos y privados, administrativos y empresariales, sindicales y patronales, etc. que signaron su devenir.
No obstante, ni al observador más desprevenido se le escapa, que éstas instituciones son el fruto del movimiento de los trabajadores, a pesar que desde su nacimiento fueron atravesadas por los espacios del poder, tanto político como económico y militar.  También justo es reconocerlo, se constituyeron en verdaderas corporaciones que embarcadas en los intereses en pugna que signaron algunas decisiones para integrarlas en un verdadero sistema sanitario nacional , su oposición a perder ciertos privilegios las constituyó en escollos insalvables para el logro de políticas consensuadas en el ámbito de la salud.
Fueron los propios trabajadores quienes, huérfanos de una asistencia sanitaria que los abarcara eficazmente, con independencia de las posibilidades que les ofrecía el sistema público a través de su red hospitalaria, decidieron asumir las respuestas a las problemáticas que le planteaba el movimiento obrero. Así trabajadores y sindicatos van consolidando un sistema 
autofinanciable no regulado por el estado, que para mediados de la década de 1960 cubría a un conglomerado de 7 millones de afiliados entre los trabajadores y sus familias.
Por tanto el vacío dejado por el estado, con una creciente desprotección de la población de menores recursos, iba siendo ocupado por las Obras Sociales, que se sumaban a las mutualidades, cooperativas y centros hospitalarios de colectividades que ya venían desarrollando una inmensa tarea en la cobertura de salud. La beneficencia social, que el estado y algunas instituciones de beneficencia privada mantenían desde principios del siglo XX, eran acompañadas por éste nuevo movimiento integrado al gremialismo institucionalizado que entendía el cambio como un reemplazo de la beneficencia por la solidaridad.
La concepción liberal que estructuró la prestación de servicios de salud en el país, y aún la izquierda marxista, le desconocían a los gremios la facultad de inmiscuirse en la temática de la seguridad social, a quienes imputaban la ambición de dotarse de recursos financieros, hacer política y enquistarse en la conducción sindical.
Lo que sí se puso en evidencia, es que la parainstitucionalidad de éstos organismos, y el empirismo al que respondía su funcionamiento, generó deficiencias que requerían una corrección.
Así el estado decide asumir la responsabilidad de darle al sistema un verdadero sentido de organicidad, e imponer mecanismos de cambio tratando de no desvirtuar su filosofía primigenia.

                                                            CONTINUARÁ
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